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TEXTOS ELECTRÓNICOS / ELECTRONIC TEXTS

Obras de Cervantes. Association for Hispanic Classical Theater, Inc.

Obras de Cervantes / Los baños de Argel / versos 1-261

Electronic text by Vern G.Williamsen and J T Abraham

LOS BAÑOS DE ARGEL, Part 1 of 9

LOS BAÑOS DE ARGEL

Personas que hablan en ella:

JORNADA PRIMERA

CAURALÍ, capitán de Argel; YZUF, renegado; otros cuatro MOROS, que se señalan así: 1, 2, 3, 4
YZUF: De en uno en uno y con silencio vengan, que ésta es la trocha, y el lugar es éste, y a la parte del monte más se atengan. CAURALÍ: Mira, Yzuf, que no yerres, y te cueste la vida el no acertar. YZUF: Pierde cuidado; haz que la gente el hierro y fuego apreste. CAURALÍ: ¿Por dó tienes, Yzuf, determinado que demos el asalto? YZUF: Por la sierra, lugar que, por ser fuerte, no es guardado. Nací y crecí, cual dije, en esta tierra, y sé bien sus entradas y salidas y la parte mejor de hacerle guerra. CAURALÍ: Ya vienen las escalas prevenidas, y están las atalayas hasta agora con borrachera y sueño entretenidas. YZUF: Conviene que los ojos de la aurora no nos hallen aquí. CAURALÍ: Tú eres el todo: guía, y embiste, y vence. YZUF: Sea en buen hora, y no se rompa en cosa alguna el modo que tengo dado; que con él, sin duda, a daros la victoria me acomodo, primero que socorro alguno acuda.
[Vanse]. Suena dentro vocería de moros; enciénde[n]se hachos, pónese fuego al lugar, sale un VIEJO a la muralla medio desnudo y dice
[VIEJO]: ¡Válame Dios! ¿Qué es esto? ¿Moros hay en la tierra? ¡Perdidos somos, triste! ¡Vecinos, que os perdéis; al arma, al arma! De los atajadores la diligencia ha sido aquesta vez burlada; las atalayas duermen, todo es sueño. ¡Oh si mis prendas caras, cual un cristiano Eneas, sobre mis flacos hombros sacase deste incendio a luz segura! ¿Que no hay quien grite al arma? ¿No hay quien haga pedazos esas campanas mudas? ¡A socorreros voy, amados hijos!
[Vase]. Sale el SACRISTÁN a la muralla, con una sotana vieja y un paño de tocar
SACRISTÁN: Turcos son, en conclusión. ¡Oh torre, defensa mía!, ventaja a la sacristía hacéis en esta ocasión. Tocar las campanas quiero, y gritar apriesa al arma;
Toca la campana
el corazón se desarma de brío, y de miedo muero. Ningún hacho en la marina ninguna atalaya enciende, señal do se comprehende ser cierta nuestra rüina. Como persona aplicada a la Iglesia, y no al trabajo, mejor meneo el badajo que desenvaino la espada.
Torna a tocar y éntrase. Salen al teatro CAURALÍ, YZUF y otros dos MOROS
YZUF: Por esta parte acudirán, sin duda, los que del monte quieran ampararse; sosiégate, y verás medrosa y muda gente que viene por aquí a salvarse; y, antes que aquella del socorro acuda, conviene que se acuda al retirarse. CAURALÍ: ¿Los bajeles no están bien a la orilla? MORO 1: Y estibados de gusto y de mancilla.
Sale el VIEJO que salió a la muralla, con un niño en brazos medio desnudo y otro pequeño de la mano
VIEJO: ¿Adónde os llevaré, pedazos vivos de mis muertas entrañas? Si a ventura tendría, antes que fuésedes cautivos, veros en una estrecha sepultura. CAURALÍ: De aquesos tus discursos pensativos te sacará mi espada, que procura, sin acudir al gusto de tu muerte, darte la vida y ensalzar mi suerte. FRANCISQUITO: ¿Para qué me sacó, padre, del lecho? ¡Que me muero de frío! ¿Adónde vamos? Llégueme a mí, como a mi hermano, al pecho. ¿Cómo tan de mañana madrugamos? VIEJO: ¡Oh, deste inútil tronco ya y deshecho, tiernos, amables y hermosos ramos! No sé dó voy; aunque, si bien se advierte, deste camino el fin será mi muerte. CAURALÍ: Llévalos tú, Bairán, a la marina, y mira bien que esté la armada a punto, porque, según os muestra la bocina, la esposa de Titón ya viene junto.
[Vase] el VIEJO; sale el SACRISTÁN
VIEJO: Huir el mal que el Cielo determina, es trabajo excusado. SACRISTÁN: Yo barrunto, si el cielo mi agudeza no socorre, que estaba más seguro yo en mi torre. ¿Quién me engañó? Y más si, a dicha, yerro el camino o atajo de la sierra. CAURALÍ: ¡Camina, perro, a la marina! SACRISTÁN: ¿Perro? Agora sé que fue mi madre perra. CAURALÍ: Aguija tú con él, y zarpe el ferro la capitana, y vaya tierra a tierra, hasta la cala donde dimos fondo.
[Vase] el MORO y el SACRISTÁN
[YZUF]: ¿Qué es lo que dices Cauralí? MORO 2: Yo no respondo. YZUF: Escucha, Cauralí, que me parece que una trompeta a mis oídos suena. CAURALÍ: Sin duda, es el temor el que te ofrece el son que tus bravezas desordena. YZUF: Toca tú a recoger, que ya amanece, y está tu armada de despojos llena, y creo que el socorro se avecina. ¡A la marina! CAURALÍ: ¡Hola, a la marina!
[Vanse]. Suena una trompeta bastarda; salen cuatro MOROS, uno tras otro, cargados de despojos
[MORO] 1: Aunque la carga es poca, es de provecho. [MORO] 2: Yo no sé lo que llevo, pero vaya. [MORO] 3: Lo que hasta aquí está hecho, está bien hecho. [MORO] 4: ¡Permita Alá que esté libre la playa!
Sale un MORO con una doncella, llamada COSTANZA, medio desnuda
COSTANZA: Saltos el corazón me da en el pecho; falta el aliento, el ánimo desmaya. Llévame más despacio. MORO: ¡Aguija, perra, que el mar te aguarda! COSTANZA: ¡Adiós, mi cielo y tierra!
[Vase] COSTANZA. Sale UNO a la muralla
UNO: ¡A la marina, a la marina, amigos, que los turcos se embarcan muy apriesa! Si aguijáis, dejarán los enemigos la mal perdida y mal ganada presa.
[Sale] un ARCABUCERO cristiano
ARCABUCERO: Sólo habremos llegado a ser testigos de que Troya fue aquí. OTRO [1]: ¡Fortuna aviesa, pon alas en mis pies, fuego en mis manos! OTRO [2]: Nuestros ahíncos han salido vanos, porque ya los turcos son embarcados y en jolito se están cerca de tierra.
[Sale] el CAPITÁN cristiano
CAPITÁN: ¡Oh! ¡Mal hayan mis pies, acostumbrados, más que a la arena, a riscos de la sierra! ¿Qué han hecho los jinetes? UNO: Desmayados llegaron los caballos tierra a tierra, a tiempo que zarpaban las galeras, y tras ellos llegaron tres banderas. Los dos atajadores de la playa muertos hallé de arcabuzazos, creo. La oscuridad disculpa al atalaya del mísero suceso que aquí veo. OTRO [1]: ¿Qué habemos de hacer? CAPITÁN: La gente vaya tomando por el monte algún rodeo, y embósquese en la cala allí vecina, por ver lo que el cosario determina. UNO: ¿Qué ha de determinar, si no es tornarse a Argel, pues que su intento ha conseguido? CAPITÁN: ¿Quién puede a tan gran hecho aventurarse? OTRO [1]: Si él es Morato Arráez, es atrevido; cuanto más, que bien puede imaginarse que de algún renegado fue traído, plático desta tierra. CAPITÁN: Désta hay uno que en ser traidor no se le iguala alguno. ¿Adónde está mi hermano? UNO: Llegó apenas, cuando, despavorido y sin aliento, se arrojó en el lugar. CAPITÁN: Hallará estrenas triste[s] de su esperado casamiento.
Parece en la muralla Don FERNANDO
D. FERNANDO: Puntas de cristal claro, y no de almenas, murallas de bruñido y rico argento que guardastes un tiempo mi esperanza, ¿dónde hallaré, decidme, a mi Costanza? Techos que vomitáis llamas teosas, calles de sangre y lágrimas cubiertas, ¿adónde de mis glorias ya dudosas está la causa, y de mis penas ciertas? Descubre, ¡oh sol!, tus hebras luminosas; abre ya, aurora, tus rosadas puertas; dejadme ver el mar, donde navega el bien que el cielo por mi mal me niega. CAPITÁN: Vámosle a socorrer, no desespere; que en lo que dice da de loco indicio. UNO: Bien dices; vamos, que su mal requiere fuerte y apresurado beneficio.
[Vanse]
D. FERNANDO: Mas, ¿qué digo, cuitado? Bien se infiere de las reliquias deste maleficio que va cautiva mi querida prenda, y es bien que a dalle libertad atienda.
[Vase] Don FERNANDO, y parece el CAPITÁN en la muralla con otro soldado
Desde aquel risco levantado, quiero hacer señal; quizá querrá el vil moro trocar la hermosura por dinero a quien no pagará ningún tesoro. CAPITÁN: Ya no está aquí mi hermano; el dolor fiero temo que no le saque del decoro que debe a ser quien es. ¡Oh caso extraño! UNO: Señor, por allí va, si no me engaño.
[Vase] el CAPITÁN; sale Don FERNANDO, y va subiendo por un risco
D. FERNANDO: Subid, ¡oh pies cansados!; llegad a la alta cumbre desta encumbrada y rústica aspereza, si ya de mis cuidados la inmensa pesadumbre no os detiene en mitad de su maleza. Ya a descubrir se empieza la máquina terrible que con ligero vuelo la carga de mi cielo lleva en su vientre tragador y horrible; ya las alas estiende, ya le ayudan los pies, ya al curso atiende. No será de provecho esta señal que muestro de rescate, de paz y de alïanza; ni la voz de mi pecho, aunque a gritar me adiestro, ha de alcanzar do mi deseo alcanza. ¿Ah, mi amada Costanza! ¡Ah, dulce, honrada esposa! No apliques los oídos a ruegos descreídos, ni a la fuerza agarena poderosa os entreguéis rendida, que aún yo para la vía tengo vida. Volved, volved, tiranos, que de vuestra codicia ofrezco de llenar con gusto y gloria los senos; y las manos, ajenas de avaricia, sin duda aumentarán vuestra victoria. Volved, que es vil escoria cuanto lleváis robado, si no lleváis los dones que os ofrezco a montones en cambio de mi sol, que va eclipsado entre las pardas nubes que tú del mar, ¡oh blando cierzo!, subes. De Arabia todo el oro, del Sur todas las perlas, la púrpura de Tiro más preciosa, con liberal decoro ofrezco, aunque el tenerlas os venga a parecer dificultosa. Si me volvéis mi esposa, un nuevo mundo ofrezco, con todo cuanto encierra todo el cielo y la tierra. Locuras digo; mas, pues no merezco alcanzar esta palma, llevad mi cuerpo, pues lleváis mi alma.
Arrójase del risco. Sale el GUARDIÁN Bají y un CAUTIVO con papel y tinta
GUARDIÁN: ¡Hola; al trabajo, cristianos! No quede ninguno dentro; así enfermos como sanos, no os tardéis, que, si allá entro, pies os pondrán estas manos. Que trabajen todos quiero, ya [pá]paz, ya caballero. ¡Ea, canalla soez! ¿Heos de llamar otra vez?
Sale un CAUTIVO, y van saliendo de mano en mano los que pudieren
UNO: Yo quiero ser el primero. GUARDIÁN: Éste a la leña le asienta; éste vaya a la marina; ten en todo buena cuenta; treinta aquel burche encamina, y a la muralla sesenta; veinte al horno, y diez envía a casa de Cauralí. Y abrevia, que se va el día. [CAUTIVO]:E Por cuarenta envió el cadí; dárselos es cortesía. GUARDIÁN: Y aun fuerza. En eso no pares; enviarás otros dos pares a los ladrillos de ayer. [CAUTIVO]: Para todos hay qué hacer, aunque fueran dos millares. ¿Dónde irán los caballeros? GUARDIÁN: Déjalos hasta mañana, que serán de los primeros. [CAUTIVO]: ¿Y si pagan? GUARDIÁN: Cosa es llana que hay sosiego do hay dineros. [CAUTIVO]: Yo con ellos me avendré, de modo que se te dé gusto y honesta pitanza. GUARDIÁN: Despacha a la maestranza. [CAUTIVO]: Ve con Dios, que sí haré.