TEXTOS ELECTRÓNICOS / ELECTRONIC TEXTS |
Obras de Cervantes. Association for Hispanic Classical Theater, Inc. |
Obras
de Cervantes / Los baños de Argel /
versos 1682-2020 |
Electronic text by Vern G.Williamsen and J T Abraham |
LOS BAÑOS DE ARGEL, Part 6 of 9
SACRISTÁN: Rescátame esta cazuela, y en dártela no haré poco, porque el olor me consuela. JUDÍO: No puedo en mucho ni en poco contratar. SACRISTÁN: Pues llevaréla. JUDÍO: No la lleves; ves aquí lo que costó. SACRISTÁN: Sea ansí, que a los dos es de provecho. ¿Dó el dinero? JUDÍO: Aquí, en el pecho lo tengo, ¡amargo de mí! SACRISTÁN: Pues venga. JUDÍO: Sácalo tú, que mi ley no me concede el sacarlo. SACRISTÁN: ¡Bercebú así te lleve cual puede, decendiente de Abacú! Aquí tienes quince reales justos de plata y cabales. JUDÍO: No contrates tú conmigo; conciértalo allá contigo. SACRISTÁN: Di, cazuela: ¿cuánto vales? "Paréceme a mí que valgo cinco reales, y no más." ¡Mentís, a fe de hidalgo! JUDÍO: ¡Qué sobresaltos me das, cristiano! SACRISTÁN: Pues hable el galgo. ¿Que no quieres alargarte? Mas quiero crédito darte: tomadla, y andad con Dios. JUDÍO: ¿Los diez? SACRISTÁN: Son por otras dos cazuelas que pienso hurtarte. JUDÍO: ¿Y pagaste adelantado? SACRISTÁN: Y, aun si bien hago la cuenta, creo que voy engañado. JUDÍO: ¿Que hay Cielo que tal consienta? SACRISTÁN: ¿Que hay tan gustoso guisado? No es carne de landrecillas, ni de la que a las costillas se pega el bayo que es trefe. JUDÍO: ¡Haced, cielos, que me deje este ladrón de cosillas.[Vase] el JUDÍO SACRISTÁN: ¿De cosillas? ¡Vive Dios, que os tengo de hurtar un niño antes de los meses dos; y aun si las uñas aliño...! ¡Dios me entiende! ¡Vámonos![Vase]. Salen Don FERNANDO y COSTANZA D. FERNANDO: Subí, cual digo, aquella peña, adonde las fustas vi que ya a la mar se hacían. Voces comencé a dar; mas no responde ninguno, aunque muy bien todos me oían. Eco, que en un peñasco allí se esconde, donde las olas su furor rompían, teniendo compasión de mi tormento, respuesta daba a mi postrero acento. Las voces reforcé; hice las señas que el brazo y un pañuelo me ofrecía; Eco tornaba, y de las mismas peñas los amargos acentos repetía. Mas, ¿qué remedio, Amor, hay que no enseñas para el dolor que causa tu agonía? Uno sé me enseñaste, de tal suerte, que hallé la vida do busqué la muerte. El corazón, que su dolor desagua por los ojos en lágrimas corrientes, humor que hace en la amorosa fragua que las ascuas se muestren más ardientes; el cuerpo hizo que arrojase al agua sin peligros mirar ni inconvenientes, juzgando que alcanzaba honrosa palma si llegaba a juntarse con su alma. Arrojando las armas, arrojéme al mar, en amoroso fuego ardiendo, y otro Leandro con más luz tornéme, pues iba aquella de tu luz siguiendo. Cansábanse los brazos, y esforcéme, por medio de la muerte y mar rompiendo, porque vi que una fusta a mí volvía por su interese y por ventura mía. Un corvo hierro un turco echó, y asióme, inútil presa, y con muy gran fatiga al bajel enemigo al fin subióme, y de mi historia no sé más qué diga. Entre los suyos Cauralí contóme; su mujer me persigue y mi enemiga, él te persigue a ti. ¡Mira si es cuento digno de admiración y sentimiento! COSTANZA: Si tú a los ruegos de Halima estás fuerte, cual espero, yo me mostraré a la lima de Cauralí duro acero, impenetrable y de estima. Aunque será menester, para que nos dejen ver, alivio de nuestro mal, darles alguna señal de amoroso proceder. Rogóte a ti Cauralí que me hablases, y Halima me pidió que hablase a ti. D. FERNANDO: Otra cosa me lastima más que su pena. COSTANZA: Y a mí. D. FERNANDO: Pues rompan estos abrazos sus designios en pedazos; que, mientras esto se alcance, no hay temer desvelo o trance, pues tengo al cielo en mis brazos.[Salen] CAURALÍ y HALIMA, y venlos abrazados Aprieta, querida esposa, que, en tanto que en este cielo mi afligida alma reposa, no hay mal que me dé en el suelo la Fortuna rigurosa. CAURALÍ: ¡Oh perro! ¿Tú con mi esclava? ¿Cómo el cielo no te acaba? HALIMA: ¡Perra! ¿Tú con mi cautivo? ¿Cómo sin matarte vivo? ¡Esto es lo que yo esperaba, perra! CAURALÍ: ¡Perro! HALIMA: ¡Perra! CAURALÍ: ¡Perro! HALIMA: Desta perra es la maldad; que no nació dél el yerro. CAURALÍ: Dél nació, y esto es verdad, y sé bien que no me yerro. ¡Yo os sacaré el corazón, perro! HALIMA: ¡Perra, esta traición me pagarás con la vida! D. [FERNANDO]: ¡Oh, cuán mal está entendida, señores, nuestra intención! Aquel abrazo que viste, Costanza a ti le enviaba. CAURALÍ: ¿Qué dices? D. [FERNANDO]: Lo que oyes, triste. COSTANZA: En tu nombre se fraguaba el favor que interrumpiste. ¡Colérica eres, a fe! D. [FERNANDO]: Esto entiende y esto cree. HALIMA: ¿Qué dices, amiga mía? COSTANZA: Si éste se perdió, otro día otros cuatro cobraré. CAURALÍ: ¿Es lo que has dicho verdad? D. [FERNANDO]: Pues, ¿a qué te he de mentir? CAURALÍ: Ten cierta tu libertad. HALIMA: Más os pudiera reñir este amor o liviandad; pero déjolo hasta ver si proseguís en hacer esto que he visto y no creo. CAURALÍ: Halima, en mil cosas veo que eres prudente mujer, y más en esto; que pienso que éstos, cual nuevos cristianos, dieron a su gusto el censo; que a cautivos y paisanos, les da el verse gusto inmenso; y, como solos se hallaron, sus penas comunicaron. HALIMA: Y aun las ajenas también. CAURALÍ: Esto no me suena bien. COSTANZA: Entrambos adivinaron. CAURALÍ: ¿Por ventura sabe Halima cosa desto? HALIMA: ¿Por ventura a Cauralí le lastima tu amor? COSTANZA: ¡Aqueso es locura! D. [FERNANDO]: Tal sospecha no te oprima, que no ha caído en la cuenta. COSTANZA: Señora, vive contenta y sin sospecha en tu daño. CAURALÍ: Fácil se cae en un engaño. COSTANZA: Y tarde se alza una afrenta. CAURALÍ: Haz cuanto puedes y sabes. HALIMA: No te descuides en nada. CAURALÍ: Bien es tu cólera acabes. HALIMA: Tenla ya por acabada. Entra y dame aquellas llaves.[Vanse] HALIMA y COSTANZA CAURALÍ: Tú vente al Zoco conmigo. D. [FERNANDO]: ¡Amor, puesto que te sigo con el alma y con los pasos, tus enredos y tus pasos bendigo en parte y maldigo![Vanse. Salen] JUANICO y FRANCISQUITO, trompando con un trompo FRANCISQUITO: Tú, que turbas mi quietud, porque los sollozos rompo que nacen de tu virtud, ¿has visto más lindo trompo, ansí Dios te dé salud? JUANICO: Deja de echar esos lazos, que otros de más embarazos esperan nuestras gargantas. FRANCISQUITO: ¿Pues desto, hermano, te espantas? Yo los haré mil pedazos. No pienses que he de ser moro, por más que aqueste inhumano me prometa plata y oro, que soy español cristiano. JUANICO: Eso temo y eso lloro. FRANCISQUITO: Como tengo pocos días, de mi valor desconfías. JUANICO: Ansí es. FRANCISQUITO: Pues imagina que tengo fuerza divina contra humanas tiranías. No sé yo quién me aconseja con voz callada en el pecho, que no la siento en la oreja, y de morir satisfecho y con gran gusto me deja; dícenme, y yo dello gusto, que he de ser un nuevo Justo y tú otro nuevo Pastor. JUANICO: Hazlo ansí, divino amor, que con tu querer me ajusto. Deja aquesta niñería del trompo, ¡por vida mía!, y repasemos los dos las oraciones de Dios. FRANCISQUITO: Bástame el Avemaría. JUANICO: ¿Y el Padrenuestro? FRANCISQUITO: También. JUANICO: ¿Y el Credo? FRANCISQUITO: Séle de coro. JUANICO: ¿Y la Salve? FRANCISQUITO: ¡Aunque me den dos trompos, no seré moro! JUANICO: ¡Qué niñería! FRANCISQUITO: Pues bien: ¿Piensa[s] que me estoy burlando? JUANICO: Estamos cosas tratando como si fuésemos hombres, ¿y es bien que el trompo aquí nombres? FRANCISQUITO: ¿[He de] estar siempre llorando? Mi fe, hermano, tened cuenta con vos, y mirad no os hunda de Mahoma la tormenta; que yo encubro en esta funda un alma de Dios sedienta; y ni el trompo, ni el cordel, ni las fuentes que en Argel y en sus contornos están, mi sed divina hartarán, ni se ha de hartar sino en él. Y así, os digo, hermano mío; que, por ver mis niñerías, no penséis que estoy sin brío, porque en las entrañas mías no hay lugar de Dios vacío. Tened cuidado de vos, y encomendaos bien a Dios en la afrenta que amenaza; si no, yo saldré a la plaza a pelear por los dos. Tengo yo el Ave María clavada en el corazón, y es la estrella que me guía en este mar de aflicción al puerto del alegría. JUANICO: Dios en tu lengua se mira, y por eso no me admira el ver que hables tan alto. FRANCISQUITO: No os turbará sobresalto si en ella ponéis la mira. JUANICO: ¡Ay de nosotros, que viene el Cadí con su porfía! Mostrar ánimo conviene. FRANCISQUITO: Acude al Ave María; verás qué fuerzas que tiene.[Sale] el CADÍ y el CARAHOJA, amo del desorejado CADÍ: Pues, hijos, ¿en qué entendéis? JUANICO: En trompear, como veis, mi hermano, señor, entiende. CARAHOJA: Es niño y, en fin, atiende a su edad. CADÍ: Y vos, ¿qué hacéis? JUANICO: Rezando estaba. CADÍ: ¿Por quién? JUANICO: Por mí, que soy pecador. CADÍ: Todo aqueso esta muy bien. ¿Qué rezábades? JUANICO: Señor, lo que sé. FRANCISQUITO: Respondió bien. Rezaba el Ave María.Trompa FRANCIS[QUIT]O CADÍ: Dejar el trompo podría delante de mí, Bairán. FRANCISQUITO: ¡Buen nombre puesto me han! CARAHOJA: Todo aquello es niñería. CADÍ: Este rapaz me da pena. Deja, Bairán, la porfía, que a gran daño te condena. ¿Qué dices? FRANCISQUITO: Ave María. CADÍ: ¿Qué respondes? FRANCISQUITO: Gracia plena. CARAHOJA: Este mayor es maestro del menor. JUANICO: Yo no le muestro: que él, por sí, habilidad tiene. FRANCISQUITO: ¡Oh, cuán de molde que viene decir aquí el Padrenuestro! JUANICO: Pues faltan los de la tierra, bien es acudir al cielo. ¿Dó nuestro padre se encierra? FRANCISQUITO: A su tiempo llamarélo. JUANICO: Ya se comienza la guerra. FRANCISQUITO: Porque todo al justo cuadre, lo postrero que mi madre me enseñó quiero decir, que es bueno para el morir. CADÍ: ¿Qué has de decir? FRANCISQUITO: Creo en Dios Padre. CADÍ: ¡Por Alá, que a su rüina me dispongo! FRANCISQUITO: ¿Ya os turbáis? Pues si es que aquesto os indina, ¿qué hará cuando me oyáis decir la Salve Regina? Para vuestras confusiones, todas las cuatro oraciones sé, y sé bien que son escudos a tus alfanjes agudos y a tus torpes invenciones. CARAHOJA: Con no más de alzar el dedo y decir: "Ilá, ilalá", te librarás deste miedo. FRANCISQUITO: En la cartilla no está eso, que decir no puedo. JUANICO: Ni quiero, has de añadir. FRANCISQUITO: Ya yo lo iba a decir. CADÍ: ¡Esto es cansarnos en balde! Éste, a mi instancia llevadle, y estotro, que han de morir.Arroja el trompo y desnúdase [FRANCISQUITO] FRANCISQUITO: ¡Ea!, vaya el trompo afuera, y este vestido grosero, que me vuelve el alma fiera, y es bien que vaya ligero quien se atreve a esta carrera. ¡Ea!, hermano, sed pastor con esfuerzo y con valor, que tras vos irá con gusto un pecadorcito justo por la gracia del Señor! ¡Ea!, tiranos feroces, mostrad vuestras manos listas, y bien agudas las hoces, para segar las aristas destas gargantas y voces; que en esta estraña porfía, adonde la tiranía toda su rabia convoca, no sacaréis de mi boca sino... JUANICO: ¿Qué? FRANCISQUITO: Un Avemaría. CARAHOJA: Entremos, que ya el regalo les hará mudar de intento más que el azote y el palo. CADÍ: Por cien mil señales siento que va mi partido malo; que el mayor es en extremo callado y sagaz. ¡Blasfemo seré del mismo Mahoma, si estos rapaces no doma! FRANCISQUITO: ¿No le temes? JUANICO: No le temo.FIN DE LA SEGUNDA JORNADA