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TEXTOS ELECTRÓNICOS / ELECTRONIC TEXTS

Obras de Cervantes. Association for Hispanic Classical Theater, Inc.

Obras de Cervantes / Los baños de Argel / versos 2021-2388

Electronic text by Vern G.Williamsen and J T Abraham

LOS BAÑOS DE ARGEL, Part 8 of 9

Vase el [VIEJO] padre
[CRISTIANO] 2: ¿Éste es su padre, señores? D. [FERNANDO]: Su padre es este mezquino, hidalgo y muy buen cristiano, y somos de un pueblo mismo. Acábense nuestras fiestas, cesen nuestros regocijos, que siempre en tragedia acaban las comedias de cautivos.
[Vanse] todos. Salen ZAHARA, HALIMA y COSTANZA
HALIMA: Tu padre me rogó, amiga, que viniese en un momento a componerte. ZAHARA: ¡Su intento todo el cielo le maldiga! HALIMA: ¿Pues cásaste con un rey y muéstraste desabrida? Y más, que es cosa sabida que es gentilhombre Muley. Sin duda que estás prendada en otra parte. ZAHARA: No hay prenda que me halague ni me ofenda, porque de amor no sé nada. HALIMA: Pues esta noche sabrás, en la escuela de tu esposo, que es amor dulce y sabroso. ZAHARA: ¡Amargas nuevas me das! HALIMA: ¡Qué melindrosa señora! ZAHARA: No es melindre, sino enfado: que había determinado no casarme por ahora, hasta que el cielo me diese con otro compás mi suerte. HALIMA: Calla, que reina has de verte. ZAHARA: No aspiro a tanto interese. Con otro estado menor, con mayor gusto estarí HALIMA: Yo juro por vida mía, Zara, que tenéis amor. Ahora bien, mostrad las perlas que tenéis, que quiero ver cuántos lazos podré hacer. ZAHARA: Allí dentro podrás verlas. Éntrate, y déjame un poco, que quiero hablar con Costanza. HALIMA: ¡Vos gustaréis de la danza antes de mucho y no poco!
[Vase] HALIMA
COSTANZA: Dime, señora, qué es esto. ¿Tanto te enfada el casarte, y con un rey? ZAHARA: No hay contarte tantas cosas y tan presto. COSTANZA: ¿De dónde el enfado mana que muestras tan importuno? ZAHARA: Pasito, no escuche alguno. ¡Soy cristiana, soy cristiana! COSTANZA: ¡Válame Santa María! ZAHARA: Esa Señora es aquella que ha de ser mi luz y estrella en el mar de mi agonía. COSTANZA: ¿Quién te enseñó nuestra ley? ZAHARA: No hay lugar en que lo diga. Cristiana soy; mira, amiga, qué me sirve el moro rey. Di: ¿conoces, por ventura, a un cautivo rescatado que es caballero y soldado? COSTANZA: ¿Cómo ha nombre? ZAHARA: Mal segura estoy aquí, y con temor de algún desgraciado encuentro. COSTANZA: Pues entrémonos adentro. ZAHARA: Sin duda, será mejor.
[Vanse]. Salen el rey [HAZÁN], el CADÍ, [y] el GUARDIÁN Bají
CADÍ: ¡Extraño caso ha sido! [HAZÁN]: Y tan extraño que no sé si jamas le ha visto el mundo. CADÍ: Ya se han visto en el aire muchas veces formados escuadrones espantables de fantásticas sombras, y encontrarse con todo el artificio y maestría que en la mitad de una campaña rasa se suelen embestir los verdaderos; las nubes han llovido sangre y malla, y pedazos de alfanjes y de escudos. [HAZÁN]: Esos llaman prodigios los cristianos, que suelen parecer algunas veces; pero que acaso, y sin misterio alguno, del sol los rayos, que en las nubes topan, hayan formado así tan grande armada, nunca lo oí jamás. GUARDIÁN: Yo así lo digo; pues a fe que te cuesta la burleta más de treinta cristianos. [HAZÁN]: No hace al caso; mas que pasaran a cuchillo todos. CADÍ: Quitóme el sobresalto de las manos el corbacho y la furia. [HAZÁN]: ¿Qué hacías? CADÍ: Azotaba a un cristiano... [HAZÁN]: ¿Por qué causa? CADÍ: Es de pequeña edad, y no es posible que regalos, promesas ni amenazas le puedan volver moro. [HAZÁN]: ¿Es, por ventura, el muchacho español del otro día? CADÍ: Aquese mismo es. [HAZÁN]: Pues no te canses, que es español, y no podrán tus mañas, tus iras, tus castigos, tus promesas, a hacerle torcer de su propósito. ¡Qué mal conoces la canalla terca, porfiada, feroz, fiera, arrogante, pertinaz, indomable y atrevida! Antes que moro, le verás sin vida.
[Sale] un MORO asido de un [CRISTIANO] cautivo
¿Que ha hecho este cristiano? MORO: En este punto, en una extraña y nunca vista barca, casi una legua al mar, en este punto le acabé de coger. [HAZÁN]: Pues, ¿de qué modo era la barca extraña? MORO: Era una balsa hecha de canalejas, sustentada sobre grandes y muchas calabazas, y él, puesto en medio en pie, de árbol servía, y sus brazos, de entena, en cuyas manos servía de vela una camisa rota. [HAZÁN]: ¿Cuándo entraste en la barca? CRISTIANO: A media noche. [HAZÁN]: Pues, ¿cómo en tanto tiempo no pudiste alejarte de tierra más espacio? CRISTIANO: Sultán, no me servía de otra cosa sino de no anegarme, y sólo iba confïado en el cielo y en el viento que, próspero y furioso arrebatado, la mal formada barca la aportase en cualquiera ribera de cristianos; que ningún remo o vela fuera parte a hacerla tomar curso ligero. [HAZÁN]: ¡En fin, español eres! CRISTIANO: No lo niego. [HAZÁN]: Pues desto que no niegas yo reniego.
[Sale] el SACRISTÁN con un niño en las mantillas, fingido, y tras él el JUDÍO de la cazuela
¿Es aquésta otra barca? JUDÍO: Este cristiano me acaba de robar a este mi hijo. CADÍ: ¿Para qué quiere el niño? SACRISTÁN: ¿No está bueno? Para que le rescaten, si no quieren que le críe y enseñe el Padrenuestro. ¿Qué decís vos, Raquel o Sedequías, Fares, Sadoc, o Zabulón o diablo? JUDÍO: Este español, señor, es la rüina de nuestra judería; no hay en ella cosa alguna segura de sus uñas. [HAZÁN]: Di: ¿no eres español? SACRISTÁN: ¿Ya no lo sabes? [HAZÁN]: ¿Quién es tu amo? SACRISTÁN: El dabají Morato. [HAZÁN]: Tocadle, por mi vida. CADÍ: Por la mía, que tienes gran razón en lo que has dicho de la canalla bárbara española.
[Sale] otro MORO con otro CRISTIANO, muy roto y llagadas las piernas
[HAZÁN]: ¿Quién es éste? MORO: Español que se ha hüido tantas veces por tierra, que con ésta son veinte y una vez las de su fuga. [HAZÁN]: Si diésemos audiencia cuatro días, serían de españoles todos cuantos se entrasen a quejar. CADÍ: ¡Extraño caso! [HAZÁN]: Pápaz, vuélvele el niño a este judío, y no le hagan mal a este cristiano, que, pues a tal peligro entregó el cuerpo, en grande cuita debe estar su alma. Y tú, ¿eres español? CRISTIANO: Y de Valencia. [HAZÁN]: Vuélvete, pues, a hüir, que si te vuelven, yo te pondré en un palo. SACRISTÁN: Señor, haga que este puto judío dé siquiera el jornal que he perdido por andarme tras él para robarle este hideputa. CADÍ: Bien dice; desembolse cuarenta ásperos y délos al pápaz, que los merece. SACRISTÁN: ¿Oye, amigo judío? JUDÍO: Muy bien oigo; mas no los tengo aquí. SACRISTÁN: Vamos a casa. CADÍ: Con españoles, esto y más se pasa.
[Vanse] todos, [quedando] el [VIEJO] padre solo
[VIEJO]: ¿Si osaré entrar allá dentro? ¡Oh temor impertinente! ¡Vamos; que no teme encuentro piedra que naturalmente va presurosa a su centro!
Córrese una cortina; descúbrese FRANCISQUITO, atado a una coluna en la forma que pueda mover a más piedad
FRANCISQUITO: ¿No me quieran desatar, para que pueda, siquiera, como es costumbre expirar? [VIEJO]: No, que de aquesa manera más a Cristo has de imitar. Si vas caminando al cielo, no has de sentarte en el suelo; más ligero vas ansí. FRANCISQUITO: ¡Oh padre, lléguese a mí, que el velle me da consuelo! ¡Ya la muerte helada y fría a dejaros me provoca con su mortal agonía! [VIEJO]: ¡Echa tu alma en mi boca, para que ensarte la mía! ¡Ay, que expira! FRANCISQUITO: ¡Adiós, que expiro! [VIEJO]: ¡Dios, a quien tu intento aspira, nos junte adonde yo aspiro! ¡Qué poco a poco respira, ya dio el último suspiro! ¡Vete en paz, alma hermosa, y al que te hizo dichosa, pues ya le ves, pídele que nos sustente en su fe pura, santa, alegre, honrosa! ¡Quién supiese el muladar adonde te han de enterrar, reliquia pequeña y santa, para que pueda mi planta con mis lágrimas regar!
[Vase]. Aquí ha de salir la boda desta manera: HALIMA con un velo delante del rostro, en lugar de ZAHARA. Llévanla en unas andas en hombros, con música y hachas encendidas, guitarras y voces y grande regocijo, cantando los cantares que yo daré. Salen detrás de todos VIVANCO y don LOPE, y entre los moros de la música va OSORIO, el cautivo. Como acaban de pasar, pregunta don LOPE a OSORIO
D. LOPE: ¿Quién es esta novia! OSORIO: Zara, la hija de Agimorato. D. LOPE: ¡No es posible! OSORIO: ¡Cosa es clara! VIVANCO: Su rostro y el aparato de la boda lo declara. OSORIO: Por Dios, señores, que es ella, y que es la mora más bella y rica de Berbería! D. LOPE: Por el velo que traía no podimos conocella. OSORIO: Muley Maluco es su esposo, el que pretende ser rey de Fez, moro muy famoso, y en su secta y mala ley es versado y muy curioso; sabe la lengua turquesca, la española y la tudesca, italïana y francesa; duerme en alto, come en mesa, sentado a la cristianesca; sobre todo, es gran soldado, liberal, sabio, compuesto, de mil gracias adornado. D. LOPE: ¿Qué dices, amigo, desto? VIVANCO: Que habemos bien negociado, pues, siendo una caña vara, y otro nuevo Moisén Zara deste Egipto disoluto, pasamos el mar enjuto a gozar la patria cara. OSORIO: Gasta en Pascuas el judío su hacienda; en bodas, el moro; el cristiano a su albedrío, sigue en esto otro decoro, de todo gusto vacío,
[Sale] ZAHARA a la ventana
porque en pleitos le da cabo. ZAHARA: ¡Ce, hola, cristiano esclavo! OSORIO: ¡Adiós, señores, que quiero, hasta el término postrero ver esto! D. LOPE: Tu gusto alabo. ZAHARA: ¡Cristiano o moro enemigo! VIVANCO: ¿Quién nos llama? ZAHARA: Quien merece que le oyáis. D. LOPE: ¡Por Dios, amigo, que esta Zara me parece en la voz! VIVANCO: Yo ansí lo digo, ZAHARA: Decidme qué cosa es ésta deste regocijo y fiesta. D. LOPE: Con Zara, la desta casa, Muley Maluco se casa. ZAHARA: Desvarïada respuesta. D. LOPE: Y allí va sobre unas andas con música y vocería. Mira si otra cosa mandas. ZAHARA: Ya veo, Lela María, cómo en mis remedios andas. D. LOPE: ¿Eres Zara? ZAHARA: Zara soy. Tú, ¿quién eres? D. LOPE: ¡Loco estoy! ZAHARA: ¿Qué dices? D. LOPE: Que soy, señora, un tu esclavo que te adora. Soy don Lope. ZAHARA: A abrirte voy.
Quítase de la ventana y baja a abrir
VIVANCO: De misterio no carece estar Zara aquí y allí. D. LOPE: Este bien su fe merece, y el estar tan sola aquí la admiración en mí crece; adonde hay tanto criado, tal soledad se ha hallado; todo es milagro y ventura. VIVANCO: El regocijo y holgura de la boda lo ha causado. Quien le hace parecer en lugares diferentes muy más que esto puede hacer, por quitar inconvenientes al bien que ha de suceder.