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TEXTOS ELECTRÓNICOS / ELECTRONIC TEXTS

Obras de Cervantes. Association for Hispanic Classical Theater, Inc.

Obras de Cervantes / Los baños de Argel / versos 2660-3093

Electronic text by Vern G.Williamsen and J T Abraham

LOS BAÑOS DE ARGEL, Part 9 of 9

Sale ZA[HA]RA
¿Vesla, don Lope, a dó asoma? Mira si es bien que a Mahoma este tesoro quitemos. D. LOPE: ¡Oh extremo de los extremos de amor que la almas doma! ¡Salud de mi enfermedad, arrimo de mi caída, de mi prisión libertad, de mi muerte alegre vida, crédito de mi verdad, archivo donde se encierra toda la paz de mi guerra, sol que alumbra mis sentidos, luz que a míseros perdidos los encamina a su tierra, vesme aquí a tus pies postrado, más tu esclavo y más rendido que cuando estaba aherrojado; por ti ganado y perdido, preso y libre en un estado; dame tus pies sobrehumanos y tus alejandras manos, donde mis labios se pongan! ZAHARA: No es bien que se descompongan con moras labios cristianos. Por mil señales has visto cómo yo toda soy tuya, no por ti, sino por Cristo, y así, en fe de que soy suya, estas caricias resisto; para otro tiempo las guarda, que ahora, que se acobarda el alma con mil temores, comedimientos y amores mal los atiende y aguarda. ¿Cuándo te partes a España, y cuándo piensas volver por quien queda y te acompaña? ¿Cuándo fin has de poner a tan glorïosa hazaña? ¿Cuando volverán tus ojos a ver los moros despojos que ser cristianos desean? ¿Cuándo en verte harás que vean fin mis temores y enojos? D. LOPE: Mañana me partiré; dentro de ocho días, creo, señora, que volveré; que a la cuenta del deseo, que han de ser siglos bien sé. En el jardín estarás del tu padre, a do verás mi fe y palabra cumplida, si me costase la vida que con tu vista me das. Y no te asalte el recelo que te he de faltar en esto, pues no ha de querer el cielo, para caso tan honesto, negar su ayuda en el suelo. Cristiano y español soy, y caballero, y te doy mi fe y palabra de nuevo de hacer lo que en esto debo. ZAHARA: Asaz satisfecha estoy; pero, si me quieres bien, porque quede más segura, júrame por Marién. D. LOPE: ¡Juro por la Virgen pura, y por su Hijo también, de no olvidarte jamás y de hacer lo que verás en mi gusto y tu provecho! ZAHARA: ¡Grande juramento has hecho! Basta; no me jures más. VIVANCO: ¿Qué es lo que tu padre dice desto de tu casamiento con Muley Maluco? ZAHARA: Hice esta noche un sentimiento, con que la boda deshice. Hoy me mandó aderezar para haberme de llevar esta noche a ser esposa; vino, y hallóme llorosa; fuese sin quererme hablar, y por toda la ciudad se suena que me desposo esta noche. VIVANCO: Así es verdad. D. LOPE: ¡Éste es caso milagroso! No la apuréis más; callad. Dame tus manos, señora, hasta que llegue la hora que con abrazos las des. ZAHARA: No, sino dame tus pies, que eres cristiano y yo mora. Vete en paz, que yo, entre tanto que vas y vuelves, haré plegarias al cielo santo con las voces de mi fe y lágrimas de mi llanto, rogándole que tranquile el mar, que viento asutile próspero y largo en tus velas, que te libre de cautelas, que en su fe mi ingenio afile. Y, adiós, que no puedo más, y mañana iré al jardín, donde te espero. VIVANCO: Verás deste principio buen fin. ZAHARA: ¿Que me dejas y te vas? D. LOPE: No puedo hacer otra cosa. ZAHARA: ¿Llegará la venturosa hora de volver a verte?
Vase ZA[HA]RA
D. LOPE: Sí llegará, si la muerte no es, cual suele, rigurosa. No será el irme cordura, hasta ver el fin que tiene aquesta boda en figura. VIVANCO: El misterio que contiene, mi buen suceso asegura.
[Vanse]. Descúbrese un tálamo donde ha de estar HALIMA, cubierta el rostro con el velo; danzan la danza de la morisca; haya hachas; esténlo mirando don LOPE y VIVANCO, y, en acabando la danza, entran dos MOROS
MORO 1: La fiesta cese, y a su casa vuelva la bella Zara, que Muley lo ordena, con prudencia admirable, desta suerte. MORO 2: ¿Pues no pasa adelante el casamiento? MORO 1: Sí pasa; pero quiere que entre tanto que él va a cobrar su reino de Marruecos, Zara se quede en casa de su padre, entera y sin tocar; que deste modo quedará más segura, y él espera gozarla con sosiego allá en su reino, a cuya empresa aún bien no habrá salido el sol cuando se parta; que esta priesa le dan dos mil jenízaros que lleva en su campo, que ya sabes que marcha. MORO 2: Si esto pensaba hacer, ¿para qué quiso que el paseo de Zara se hiciese? ¿Qué dirá el pueblo? Pensará, sin duda, que no quiere casarse ya con ella. MORO 1: Diga lo que dijere, éste es su gusto, y no hay sino callar y obedecelle; y más, que Agimorato gusta dello. [MORO] 2: ¿Ha de volver con pompa? [MORO] 1: ¡Ni por pienso! [MORO] 2: Vamos, pues, a volvella. VIVANCO: ¡Oh Dios inmenso!
[Vanse] todos y ciérrase la cortina del tálamo; quedan en el teatro don LOPE y VIVANCO
¡Grandes son tus misterios! Ya seguro puedes partir, pues ves cuán fácilmente esta fantasma y sombra se ha deshecho. D. LOPE: Premisas son de nuestro buen suceso. Yo me voy a embarcar; tened cuidado de acudir al lugar donde os he dicho, y de hacer nuevas señas cada noche como pasen seis días, en los cuales pienso poder volver, como deseo; y procurad con maña y con aviso, sin descubrir jamás vuestro designio, que el padre de aquel mártir se recoja en el jardín con otro algún amigo; que si toca a Mallorca este navío en que parto, bien será posible que dentro de seis días vuelva a veros. VIVANCO: Partid con Dios, que yo haré de suerte que más de dos la libertad alcancen. Las señas no se olviden. Abrazadme, y ánimo, y diligencia, y Dios os guíe. D. LOPE: De nadie este secreto se confíe.
[Vanse]. Sale[n] OSORIO y el SACRISTÁN
OSORIO: El cuento es más gracioso que por jamás se ha oído: que los judíos mismos de su misma hacienda os rescatasen. SACRISTÁN: Así como os lo cuento ha sucedido el caso: ellos me han rescatado y dado libertad graciosamente. Dicen que desta suerte aseguran sus niños, sus trastos y cazuelas, y, finalmente, su hacienda toda. Yo he dado mi palabra de no hurtarles cosa mientras me fuere a España, y por Dios que no sé si he de cumplirla.
[Sale] un CRISTIANO
CRISTIANO: La limosna ha llegado a Bujía, cristianos. OSORIO: ¡Buenas nuevas son éstas! ¿Quién viene? CRISTIANO: La Merced. OSORIO: ¡Dios nos las haga! ¿Y quién la trae a cargo? CRISTIANO: Dícenme que un prudente varón, y que se llama fray Jorge de Olivar. SACRISTÁN: ¡Venga en buen hora! OSORIO: Un fray Rodrigo de Arce ha estado aquí otras veces, y es desa mesma Orden, de condición real, de ánimo noble. SACRISTÁN: Por lo menos, me ahorro reverencias y ruegos, gracias a Sedequías y al rabí Netalim, que dio el dinero. Si la esperanza es buena, la posesión no es mala. Muy bien está lo hecho; venga cuando quisiere la limosna. ¡Oh campanas de España!, ¿cuándo entre aquestas manos tendré vuestros badajos? ¿Cuándo haré el tic y toc o el grave empino? ¿Cuándo de los bodigos que por los pobres muertos ofrecen ricas viudas veré mi arcaz colmado? ¿Cuándo, cuándo? CRISTIANO: ¿Adónde vais agora? OSORIO: Pidióle Agimorato al Cadí que nos fuésemos a su jardín por tres o cuatro días; que con su hija Zara y con la bella Halima, de Cauralí consorte, piensa pasar allí todo el verano. CRISTIANO: Podrá ser que algún día yo vaya a entretenerme con vosotros un rato. OSORIO: Serás bien recebido. CRISTIANO: ¡Adiós, amigos!
Vase
SACRISTÁN: También, pues estoy libre, iré yo, Osorio, a veros. OSORIO: Pues lleva la guitarra, y, si es posible, vente luego. SACRISTÁN: Harélo.
[Vanse]. Salen HALIMA, ZA[HA]RA, COSTANZA, y al entrar se le cae a ZA[HA]RA un rosario, que lo alza HALIMA
HALIMA: ¿Cómo es esto, Zara amiga? ¿Cruz en tus cuentas? COSTANZA: M[í]as son. HALIMA: Si aquésta no es devoción, no sé qué piense o qué diga. ZAHARA: ¿Qué cosa es cruz? HALIMA: Este palo que sobre estotro atraviesa. ZAHARA: Pues bien: ¿qué señal es ésa? HALIMA: ¡No está el disimulo malo! Es la señal que el cristiano reverencia como a Alá. COSTANZA: Señora, déjamela, que es mía. HALIMA: Tu intento es vano, que a Zara se le cayó, y yo lo vi por mis ojos. ZAHARA: Eso no te cause enojos, que Costanza me la dio cuando estaba el otro día en tu casa, y yo no sé lo que es cruz. COSTANZA: Ello ansí fue, y fue inadvertencia mía no quitalle esa señal. Pero, ¿qué importa al decoro de vuestro rezado moro? ZAHARA: Gualá que no dice mal. HALIMA: Con todo, quítala, hermana; que si algún moro la ve, dirá que guardas la fe, en secreto, de cristiana.
[Salen] VIVANCO y don FERNANDO
VIVANCO: He fïado este secreto de vos por ser caballero. D. FERNANDO: Ser agradecido espero al peso de ser secreto. Éstas son Halima y Zara, que yo las conozco bien. VIVANCO: Nuestro negocio va bien. HALIMA: Repara, amiga, repara, que viene allí mi cristiano, y en él viene un mi enemigo a quien adoro y maldigo. ZAHARA: ¿Qué dices? HALIMA: No está en mi mano disimular más. COSTANZA: ¡Ay triste! ¿Si se quiere declarar con él? HALIMA: Quiérole hablar. COSTANZA: En vano a amor se resiste. ZAHARA: ¿Quiéresle bien? HALIMA: La vergüenza me perdone: adórole, y él lo sabe, y yo no sé cómo a su dureza venza. ZAHARA: ¿Y no se humana contigo? HALIMA: Costanza dice que sí; pero yo siempre en él vi asperezas de enemigo. Llégate; dime, cristiano: ¿sabes que eres mi cautivo? D. FERNANDO: Señora, sí, y sé que vivo por ti. HALIMA: ¿Pues cómo, inhumano? ¿Nunca te han dicho mis ojos y la lengua de Costanza que tienes de mi esperanza en tu poder los despojos? ¿Has aguardado a que haga de tanta gente en presencia esta costosa experiencia, descubriéndote mi llaga? Mira qué fe desdichada, que esto que llaman amor ya es incendio, ya es furor, cuando no repara en nada; mira bien que podría ser, si desprecias lo que digo, hicieses, hombre, enemigo de tan amiga mujer. D. FERNANDO: Tres días pido no más de plazo, señora mía, para dar a tu porfía el dulce fin que verás. Vete con Dios al jardín de Zara y allí me espera: verás de tu pena fiera, como he dicho, un dulce fin. HALIMA: ¡Soy contenta! ZAHARA: Y yo la mano doy por él que ansí lo hará. COSTANZA: ¡Muy bien negociado está! HALIMA: Si has de venir, ve temprano. ZAHARA: ¿Qué viento es éste que corre, cristiano? VIVANCO: Norte parece, y en él la ventura ofrece el que nos guía y socorre. ZAHARA: ¿Fuese ya tu compañero a España? VIVANCO: Ya habrá seis días. ZAHARA: ¿Solo sin él quedarías? VIVANCO: Sí quedé; mas verle espero con brevedad. ZAHARA: ¿Qué tan presto? VIVANCO: Partiríame mañana, si hubiese bajel. HALIMA: Cristiana, alza el rostro. ¿Qué es aquesto? Muy melancólica estás. ¿Qué tienes? ¿Qué sientes? Di. COSTANZA: Vámonos, señora, de aquí, aunque he de morir do vas, porque me da el corazón saltos que me rompe el pecho. ZAHARA: El madrugar lo habrá hecho. COSTANZA: Y haber visto una visión que, si no es cosa fingida, y en buen discurso trazada, el fin de aquesta jornada ha de ser el de mi vida. D. [FERNANDO]: Todas son fantasmas vanas; Constanza, no hay qué temer. COSTANZA: Presto lo echaré de ver. ZAHARA: ¡Medrosas son las cristianas! COSTANZA: No mucho, puesto que hay tal que se espanta de los cielos, iba a decir de los celos, y no dijera muy mal. HALIMA: Queda con Alá, mi Hernando, y mira que vengas luego; que te lo mando y lo ruego. COSTANZA: Basta decir te lo mando.
[Vanse] las tres
VIVANCO: Vamos; quizá la ventura habrá tan próspera sido, que don Lope sea venido, y no hay perder coyuntura.
[Vanse] VIVANCO y don FERNANDO. Sale el padre [VIEJO] con un paño blanco ensangrentado, como que lleva en él los huesos de FRANCISQUITO
[VIEJO]: Osorio haré que los guarde. Temo que esta escuridad, o me turbe, o lleve tarde. ¡Oh, cuán propio es de mi edad ser temeroso y cobarde! Mas estas reliquias santas encaminarán mis plantas al jardín de Agimorato. Menester es gran recato donde hay asechanzas tantas.
[Vase]. Sale[n] Don FERNANDO y VIVANCO
VIVANCO: En la mar está, sin duda: que haber a tierra llegado muestra este plato quebrado. A nuestra señal se acuda: hiere, amigo, el pedernal, porque saques dé[l] la lumbre que traiga, guíe y alumbre todo el bien de nuestro mal. D. FERNANDO: ¿No ves cómo otras centellas corresponden a las nuestras? VIVANCO: Llama a tan alegres muestras, no centellas, sino estrellas. Sosiega y escucha el son manso de los santos remos. D. FERNANDO: Más a la orilla lleguemos. No hay que dudar, ellos son.
[Salen] don LOPE y el PATRÓN de la barca
D. LOPE: ¿Es Vivanco? VIVANCO: El mismo soy. D. LOPE: ¿Está Zara en el jardín? VIVANCO: Sí, amigo. D. LOPE: ¡Felice fin da el cielo a mis males hoy! VIVANCO: ¡Abrázame! D. LOPE: No hay lugar de cumplimientos agora. Ve por ella. VIVANCO: Sea en buen hora. Poco podrás esperar. D. [FERNANDO]: ¿Quieres que vaya contigo, amigo? VIVANCO: No hay para qué: que yo solo las traeré en un instante conmigo; que todos están a punto, sin dormir, esto esperando. D. LOPE: Pues parte, amigo, volando. PATRÓN: ¿Están lejos? VIVANCO: Aquí junto.
[Vase] VIVANCO
PATRÓN: ¡Oh, si no tardasen mucho, que es el viento favorable! D. LOPE: Sosegaos, ninguno hable, que cierto rumor escucho. PATRÓN: A la barca nos volvemos hasta ver lo que es, señor. D. LOPE: Quedito, no hagáis rumor, que aquí seguros est[e]mos.
[Salen] VIVANCO, HALIMA, ZA[HA]RA, COSTANZA, el padre, con un paño blanco, dando muestra que lleva los huesos de FRANCISQUITO; OSORIO, el SACRISTÁN y otros CRISTIANOS que pudieren salir
VIVANCO: Estaban alerta, y vieron las señales en la mar, y, sin poderme esperar, a la marina corrieron. Ahorráronme el camino. OSORIO: ¡Ésta es suerte milagrosa! D. LOPE: ¿Dó está mi estrella hermosa? HALIMA: ¿Dó está mi norte divino? PATRÓN: No es tiempo de cumplimientos; a embarcar, que el viento carga. ¡Oh liviana y santa carga, haced propicios lo vientos! SACRISTÁN: Ya yo estaba rescatado; pero, con todo, me iré. PATRÓN: ¿Hay más cristianos? D. FERNANDO: No sé. VIVANCO: Los que he podido he juntado. COSTANZA: ¡Vamos, no despierte Halima! D. FERNANDO: ¿Quieres que por ella vuelva? PATRÓN: Todo el mundo se resuelva de embarcarse. COSTANZA: ¿Te lastima dejar tu ama? D. FERNANDO: Y mi amo quisiera que aquí se hallara. D. LOPE: Vamos, Zara. ZAHARA: Ya no Zara, sino María me llamo. D. LOPE: No de la imaginación este trato se sacó, que la verdad lo fraguó bien lejos de la ficción. Dura en Argel este cuento de amor y dulce memoria, y es bien que verdad y historia alegre al entendimiento. Y aún hoy se hallarán en él la ventana y el jardín. Y aquí da este trato fin, que no le tiene el de Argel.

FIN DE LA COMEDIA