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TEXTOS ELECTRÓNICOS / ELECTRONIC TEXTS

Obras de Cervantes. Association for Hispanic Classical Theater, Inc.

Obras de Cervantes / El gallardo español / parte 3ª

Electronic text by J T Abraham and Vern G.Williamsen

Vanse, y sale[n] ARLAXA y OROPESA, su cautivo
ARLAXA: ¡Mucho tarda Alimuzel! Cristiano, no sé qué sea. OROPESA: Fuiste, señora, con él otra segunda Medea, famosa por ser crüel. A una empresa le enviaste que parece que mostraste que te era en odio su vida. ARLAXA: Yo fui parte en su partida, tú el todo, pues la causaste. Las alabanzas estrañas que aplicaste a aquel Fernando, contándome sus hazañas, se me fueron estampando en medio de las entrañas; y de allí nació un deseo no lascivo, torpe o feo, aunque vano por curioso, de ver a un hombre famoso más de los que siempre veo. Más que discreta, curiosa, ordené que Alimuzel fuese a la empresa dudosa; no por mostrarme con él ingrata ni rigurosa. Y muéstrame su tardanza que me engañó la esperanza, y que es premio merecido del deseo mal nacido tenelle quien no le alcanza. Yo tengo un alma bizarra y varonil, de tal suerte, que gusto del que desgarra y más allá de la muerte tira atrevido la barra. Huélgome de ver a un hombre de tal valor y tal nombre, que con los dientes tarace, con las manos despedace y con los ojos asombre. OROPESA: Pues si viene Alimuzel, y a don Fernando trae preso, no verás, señora, en él ninguna cosa en exceso de las que te he dicho dél. Tendrásme por hablador, y será más el valor de Alimuzel conocido, pues la fama del vencido se pasa en el vencedor. Pero si acaso da el cielo a don Fernando vitoria, cierto está tu desconsuelo, pues su fama en tu memoria alzará más alto el vuelo, y de no poderle ver, vendrá el deseo a crecer de velle. ARLAXA: Tienes razón: parienta es la confusión del discurso de mujer.
[Salen] ALIMUZEL y NACOR
ALIMUZEL: Dadle la mano, señora, o los pies a aqueste esclavo, que con el alma os adora. ARLAXA: ¿Cómo en corazón tan bravo tanta humildad, señor, mora? Alzaos, no estéis dese modo. ALIMUZEL: A tu gusto me acomodo. ARLAXA: ¿Sois vencido, o vencedor? ALIMUZEL: Todo lo dirá Nacor, que se halló presente a todo. NACOR: No quiso el desafïado acudir al desafío, aunque bien se ha disculpado. ARLAXA: ¿ése es soldado de brío, tan temido y alabado? ¿Cómo pudo dar disculpa buena de tan fea culpa? NACOR: Su general le detuvo, que él ninguna culpa tuvo, aunque Alimuzel le culpa; que él saliera al campo abierto, a esperarle un día más, según quedó en el concierto. ALIMUZEL: Nacor, endiablado estás; no sé cómo no te he muerto. NACOR: Mal haces de amenazarme, ni, soberbio, ocasión darme para que contigo rife, pues sabes que soy jarife, y que pecas en tocarme. ARLAXA: Paso, mi señor valiente, que entiendo deste contraste, sin que ninguno le cuente, que ni él salió, ni esperaste. NACOR: Es así. ALIMUZEL: ¡Un jarife miente! ¡Por Alá, que es gran maldad! NACOR: ¿No se muestra la verdad en que te vienes sin él? ALIMUZEL: ¿Pude yo verme con él, encerrado en la ciudad? ¿No sabes lo que pasó, y la embajada que trajo quien por él me respondió? NACOR: Sé que a esperar se redujo el trance, y más no sé yo. ALIMUZEL: ¿Por consejo no me diste que me volviese? NACOR: Hiciste mal; yo bien, porque pensaba que a un cobarde aconsejaba. ALIMUZEL: ¡El diablo se me reviste! ¡Incita a hacerte pedazos! NACOR: Jarife soy; no me toques con los dientes ni los brazos, ni a que te dé me provoques duros y fuertes abrazos; que ya sabes que Mahoma por suya la causa toma del jarife, y le defiende, y al soberbio que le ofende a sus pies le humilla y doma.
[Salen] dos MOROS y traen cautivo a Don FERNANDO, en cuerpo y sin espada
ALIMUZEL: ¿Qué es aquesto? PRIMER[O]: A este cristiano cautivó tu escuadra ayer junto a Orán. D. FERNANDO: ¡Miente el villano! Yo me entregué, sin poner pies a huir ni a espada mano. Si no quisiera entregarme, no pudieran cautivarme tres escuadras, ni aun trecientas. ALIMUZEL: Estás cautivo y revientas de bravo. D. FERNANDO: Puedo alabarme. ARLAXA: ¿Quién eres? D. FERNANDO: Soy un soldado que me he venido a entregar a vuestra prisión de grado, por no poder tolerar ser valiente y mal pagado. ARLAXA: Luego, ¿quieres ser cautivo? D. FERNANDO: De serlo gusto recibo; dadme patrón que me mande. ARLAXA: ¡Qué disparate tan grande! D. FERNANDO: Yo de disparates vivo. OROPESA: Éste es don Fernando, cierto, el que yo tanto alabé, y ni viene preso o muerto, ni cómo viene no sé, ni atino su desconcierto. El callar será acertado, hasta hablalle en apartado, que me admira su venida. ALIMUZEL: ¿Seréis, Arlaxa, servida de que os sirva este soldado? Que si ayer fue el primer día que salió de Orán, dirá si hice lo que debía; que yo entiendo que sabrá mi valor o cobardía. Dime: ¿oíste un desafío que hizo un moro vacío de ventura y de fe lleno? D. FERNANDO: Y fue tenido por bueno, bien crïado y de gran brío. El retado no salió, que lo estorbó el general por cierta ley que halló; pero después, por su mal, que vino al campo sé yo, pensando de hallar allí al valeroso Alí, porque salimos los dos: él a combatir con vos, yo para venir aquí, que ya os conozco en el talle. ALIMUZEL: Pues esto es verdad, señora, bien será que Nacor calle. OROPESA: ¡Oh! Si llegase la hora en que pudiese hablalle, ¡qué de cosas le diría! [NACOR]: ¿No se ve tu cobardía, si el cristiano salió a verte, y tú quisiste volverte sin esperar más de un día? ALIMUZEL: Si tú no hicieras alarde de tu ingenio caviloso, yo volviera nunca o tarde. NACOR: Consejos de religioso presto los toma el cobarde. ALIMUZEL: Arlaxa, yo volveré, y a tu presencia traeré, o muerto o preso, al cristiano. NACOR: Ya tu vuelta será en vano. ARLAXA: No le quiero, déjale; que, pues a la voz primera no saltó de la muralla y empuñó la espada fiera, la fama que en él se halla no debe ser verdadera; y así, ya no quiero velle, aunque, si puedes traelle sin tu daño, darme has gusto. D. FERNANDO: Es don Fernando robusto y habrá qué hacer en prendelle. Conózcole como a mí, y sé que es de condición que sabrá volver por sí, y aun buscará la ocasión para responder a Alí. ARLAXA: ¿Es valiente? D. FERNANDO: Como yo. ARLAXA: ¿De buen rostro? D. FERNANDO: Aqueso no, porque me parece mucho. ALIMUZEL: ¡Todo esto con rabia escucho! ARLAXA: ¿Tiene amor? D. FERNANDO: Ya le dejó. ARLAXA: ¿Luego túvole? D. FERNANDO: Sí creo. ARLAXA: ¿Será mudable? D. FERNANDO: No es fuerza que sea eterno un deseo. ARLAXA: ¿Tiene brío? D. FERNANDO: Y tiene fuerza. ARLAXA: ¿Es galán? D. FERNANDO: De buen aseo. ARLAXA: ¿Raja y hiende? D. FERNANDO: Tronca y parte. ARLAXA: ¿Es diestro? D. FERNANDO: Como otro Marte. ARLAXA: ¿Atrevido? D. FERNANDO: Es un león. ARLAXA: (Partes todas éstas son, Aparte cristiano, para adorar[t]e, a ser moro). ALIMUZEL: Calla, Arlaxa, pues tienes aquí delante quien por tu gusto trabaja. ARLAXA: Gusto yo de un arrogante que bravea, hiende y raja. que te doy mi fe y mi mano, si le traes, de ser tu esposa. D. FERNANDO: Tú le mandas una cosa donde ha de sudar en vano. NACOR: ¡Soberbios sois los cristianos! D. FERNANDO: Eslo, al menos, quien se alaba. ALIMUZEL: Aquí hay quien con ufano[s] bríos quitará la clava a Hércules de las manos; ....................[ -aba] aquí hay quien, a pesar de quien lo quiera estorbar, Arlaxa, hará lo que mandas. D. FERNANDO: A veces se mandan mandas que nunca se piensan dar, y a las veces las promete quien no las quiere cumplir ni puede. NACOR: ¿Quién te mete a ti en eso? D. FERNANDO: Sé decir que en parte a mí me compete; que es don Fermando mi amigo, y soy cierto y buen testigo del mucho valor que encierra. ALIMUZEL: Traen los casos de la guerra diversos fines consigo. El valiente y fanfarrón tal vez se ha visto vencido del flaco de corazón; que Alá da ayuda al partido que defiende la razón. D. FERNANDO: Pues, ¿qué razón lleva en éste Alí? OROPESA: Tú harás que te cueste la vida tu lengua necia. ALIMUZEL: Si al que ama el Amor precia, su santo favor me preste; que, sin razón y con él, a don Fernando el valiente vencerá el flaco Muzel. ARLAXA: ¡Qué plática impertinente! ALIMUZEL: ¡Qué corazón tan crüel! ARLAXA: Quede el cristiano conmigo; Alá vaya, Alí, contigo y con Nacor. NACOR: Él te guarde. ARLAXA: Volvedme a ver esta tarde.
[Vanse] todos, sino Don FERNANDO y OROPESA
OROPESA: ¡Hola, soldado! ¿A quién digo? ¿Qué noramala, señor, os ha traído a este puesto tan contrario a vuestro honor? D. FERNANDO: En buena te diré presto de mi fortuna el rigor: No quiso el general mío que saliese al desafío que me hizo aqueste moro. Yo, por guardar el decoro que corresponde a mi brío, me descolgué por el muro, y, cuando pensé hallar lo que aun agora procuro, un escuadrón vino a dar conmigo, estando seguro. Era la noche cerrada, y, como vi defraudada mi esperanza tan del todo, con el tiempo me acomodo. Mentí; rendiles la espada; díjeles que mi intención era venir a ponerme de grado en su sujeción, y que quisiesen traerme a reconocer patrón. Dijéronme que este Alí era su señor, y así, vine sin fuerza y forzado. De todo cuenta te he dado; no hay más que saber de mí. Calla mi nombre, que veo que aquesta mora hermosa tiene de verme deseo. OROPESA: De tu fama valerosa que está enamorada creo. No te des a conocer, que deseos de mujer se mudan a cada paso. D. FERNANDO: Vuelve Muzel; habla paso. OROPESA: No sé qué pueda querer.
[Sale] ALIMUZEL
ALIMUZEL: Oropesa, escucha y calla, y guárdame aquel secreto que en tu discreción se halla, que a tu bondad le prometo con la mía de premialla. Yo te daré libertad, y a ti, si tu voluntad fuere de volverte a Orán, mis designios te darán honrosa comodidad. Sólo os pido, en cambio desto, que me descubráis un modo tan honroso y tan compuesto que en las partes y en el todo eche de hidalguía el resto, el cual me vaya mostrando en qué parte, cómo o cuándo, ya en el campo o estacada, pueda yo medir mi espada con la del bravo Fernando. Quizá está en su vencimiento, como Arlaxa significa, de mi bien el cumplimiento, si ya mi esperanza rica no la empobrece su intento; que debe de ser doblado, pues de lo que me ha mandado todo se puede temer, y no hay bien que venga a ser seguro en el desdichado. D. FERNANDO: Yo te daré a tu enemigo a toda tu voluntad, como estoy aquí contigo, sin usar de deslealtad, que nunca albergó conmigo. ALIMUZEL: No es enemigo el cristiano; contrario, sí; que el lozano deseo de Arlaxa bella presta para esta querella la voz, el intento y mano. D. FERNANDO: Presto te pondré con él, y fía aquesto de mí, comedido Alimuzel; y aun pienso hacer por ti lo que un amigo fiel, porque la ley que divide nuestra amistad no me impide de mostrar hidalgo el pecho; antes, con lo que es bien hecho se acomoda, ajusta y mide. Ve en paz, que yo pensaré el tiempo que más convenga para hacer lo que haré. ALIMUZEL: Mahoma sobre ti venga, y lo que puede te dé.
Vase [ALIMUZEL]
D. FERNANDO: ¡Gentil carga! OROPESA: Y gentil presa. D. FERNANDO: ¿Pesa mucho? OROPESA: Poco pesa, que está en fuego convertida. D. FERNANDO: Mira que importa [a] la vida tener secreto, Oropesa.
Vanse, y salen riñendo el capitán GUZMÁN con el alférez ROBLEDO
GUZMÁN: Señor alférez Robledo, póngase luego entredicho a esa plática. ROBLEDO: No puedo; que, lo que sin miedo he dicho, no lo desdigo por miedo. O él se fue a renegar, o hizo mal en dejar su presidio en tiempos tales. GUZMÁN De los hombres principales no se debe así hablar. El renegar no es posible, y si en ello os afirmáis, mentís.
Meten mano
ROBLEDO: ¡Oh trance terrible! GUZMÁN Agora sí que os halláis en más dudoso imposible si queréis satisfaceros.
[Sale don ALONSO, el conde de Alcaudete y Don MARTÍN de Córdoba, acompañados
D. ALONSO: ¡Paso! ¡Teneos, caballeros! ¿Por qué ha sido la pendencia? Guzmán ¡Más agudo es de conciencia este hidalgo que de aceros! Ha afirmado que se es ido a renegar don Fernando, y, ¡vive Dios!, que ha mentido, y mentirá cada y cuando lo diga D. ALONSO: ¡Descomedido! Llévenle luego a una torre. GUZMÁN: Ni me afrenta ni me corre este agravio, porque nace de la justicia que hace al que su amigo socorre. D. ALONSO: Vaya el alférez, también, y mientras que el cerco pasa hagan treguas. ROBLEDO: Hazme un bien: que sea la torre mi casa. D. MARTÍN: Sí, porque juntos no estén.
Llevan al alférez, [ROBLEDO]
UNO: Señor, la guarda ha descubierto agora un bajel por la banda de Poniente. D. MARTÍN: ¿Qué vela trae? UNO: Entiendo que latina. D. ALONSO: Vamos a recebirle a la marina.

FIN DE LA PRIMERA JORNADA