imprimir

TEXTOS ELECTRÓNICOS / ELECTRONIC TEXTS

Obras de Cervantes. Association for Hispanic Classical Theater, Inc.

Obras de Cervantes / El gallardo español / parte 5ª

Electronic text by J T Abraham and Vern G.Williamsen

D. MARTÍN:           No os enfadéis, galán, que deste modo
                   se pide la limosna en esta tierra;
                   todo es aquí braveza, es aquí todo
                   rigor y duros términos de guerra.
BUITRAGO:          Y yo, que a lo de Marte me acomodo,
                   y a lo de Dios es Cristo, doy por tierra
                   con todo el bodegón, si con floreos
                   responden a mis gustos y deseos.

D. MARTÍN: En fin, ¿que aqueste galán es de Jerez? VOZMEDIANO: Y de nombre, de los buenos que allí están, y hijo, señor, de un hombre que en Francia fue capitán. Quedó rico y con hacienda; dejómele a mí por prenda mi hermana, que fue su madre, y yo quise que del padre siguiese la honrada senda. Supe el cerco que se espera, y con su gusto le truje, que sin él no le trajera, y a esta dura le reduje de su vida placentera; que, en los grados de alabanza, aunque pervierta la usanza el adulador liviano, no alcanza un gran cortesano lo que un buen soldado alcanza. D. ALONSO: Así es verdad, y agradezco venida de tales dos, y a servírosla me ofrezco. BUITRAGO: ¡Que no me darán por Dios lo que por mí no merezco! ¡Voto a Cristóbal del Pino, que si una vez me amohíno, que han de ver quién es Callejas! Busquen alivio a sus quejas, almas, por otro camino. Buscaréle yo también para mi hambre insolente, o me den, o no me den; que nunca muere un valiente de hambre. D. MARTÍN: Dices muy bien. BUITRAGO: No digo sino muy mal. ¿Es eso por excusarse de no sacar un real? D. ALONSO: Vamos, que ya de enojarse Buitrago nos da señal, y no quiero que lo esté.

Vanse el conde [don ALONSO] y don MARTÍN
BUITRAGO: Con aqueso comeré. ¡No fuera yo motilón, o mozo de bodegón, y no soldado! MARGARITA: ¿Por qué? BUITRAGO: Yo me entiendo, so galán; vaya y guarde su dinero. ¡Adiós, mi señor Guzmán! [GUZMÁN]: Guzmán No, no; convidaros quiero; ¡por vida del capitán!, venid, Buitrago, conmigo. BUITRAGO: En seguirte sé que sigo a un Alejandro y a un Marte.
Vanse el capitán [GUZMÁN y BUITRAGO
MARGARITA: Señor, llégate a esta parte, que tengo que hablar contigo. Resuelta estoy. VOZMEDIANO: En tu daño. MARGARITA: No me atajes; déjame relatar mi mal estraño. VOZMEDIANO: ¿Ya no sabes que lo sé, por mi mal más ha de un año? MARGARITA: Dime, señor: ¿tú no sientes que con nuevos acidentes cada día amor me embiste? VOZMEDIANO: Y sé que no los resiste tu alma, pues los consientes. MARGARITA: Déjate de aconsejarme, y dame ayuda, si quieres; que lo demás es matarme. VOZMEDIANO: Por quien soy y por quien eres, siempre te oiré sin cansarme, y siempre te ayudaré, porque a ello me obligué cuando de venir contigo como ayo y como amigo te di la palabra y fe. Di, en fin, ¿qué piensas hacer? MARGARITA: Yo, por soldado a esta empresa, con extraño parecer, pues procuraré ser presa, puesto que vaya a prender. Procuraré ser cautiva; que de la dura y esquiva tormenta que siente el alma, el sosiego, gusto y palma, en disparates estriba. Sabré [ser] cautiva de quien me cautivó sin sabello, pensando de hacerme bien; daré al moro perro el cuello porque a mi alma me den. Que no es posible sea moro quien guardó tanto el decoro de cristiano caballero; y si fuere esclavo, quiero dar por él mil montes de oro. De que los halle no dude nadie: que el cielo al deseo del aflicto siempre acude. VOZMEDIANO: El gran Dios dese deseo impertinente te mude. MARGARITA: ¿Habrá más de rescatarme, dando tiempo al informarme de lo que voy a saber? Que en el mal de irme a perder consiste el bien de ganarme. Venid, señor Vozmediano; negociaréis mi salida con el escuadrón cristiano. VOZMEDIANO: ¿Dónde quieres ir, perdida? MARGARITA: Aconsejarme es en vano. VOZMEDIANO: Yo haré con su señoría que se oponga a tu partida. MARGARITA: Si esto me impedís, señor, haré otro yerro mayor, con que lloréis más de un día. Echada está ya la suerte; yo he de seguir mi destino, aunque me lleve a la muerte. VOZMEDIANO: Del amor el desatino cualquier bien en mal convierte. ¡En mal punto me encargué de ti! ¡En mal punto dejé la patria por tus antojos! MARGARITA: Tal vez, tras nubes de enojos, de esperanza el sol se ve.
Vanse, y salen ARLAXA, ALIMUZEL, OROPESA y Don FERNANDO.
ARLAXA: ¿Adónde está Alimuzel? Oropesa, ¿dó te has ido? Y mi Lozano, ¿qué es dél? ¡Cielo, escucha mi gemido; no te me muestres crüel! ALIMUZEL: Bella Arlaxa, aquí me tienes. ARLAXA: Amigo, a buen tiempo vienes. OROPESA: ¿Qué es lo que mandas, señora? ARLAXA: Vengas, amigo, en buen hora. Lozano, ¿en qué te detienes? D. FERNANDO: Aquí estoy, señora mía. ¿Qué me mandas? Dilo, acaba. ARLAXA: ¡Desdichada dicha mía! ALIMUZEL: ¿Qué has, Arlaxa? ARLAXA: Yo soñaba que esta noche, al alba fría, daban sobre este aduar cristianos, y, a mi pesar, Nacor me llevaba presa, y desperté con la presa del asalto y del gritar; y he venido a socorrerme de vosotros con el miedo que el sueño pudo ponerme, y, aunque os veo, apenas puedo sosegarme ni valerme. Tengo a Nacor por traidor, y no me deja el temor fiar de vuestra lealtad. ALIMUZEL: No son los sueños verdad; no tengas miedo, mi amor; y si lo son, juzga y piensa que a tu lado hallarás quien no consienta tu ofensa. ARLAXA: Contra el hado es por demás que valga humana defensa. D. FERNANDO: No te congojes, señora, que si llegare la hora de verte en aquese aprieto, librarte dél te prometo por el Dios que mi alma adora. Si no quedase cristiano en Orán, y aquí viniese tan arrojado y ufano que la vitoria tuviese tan cierta como en la mano, será esta mía bastante para que el más arrogante vuelva humilde y sin despojos. Tiemple aquesto tus enojos, no pase el miedo adelante, que haré más de lo que digo; y de que prometo poco, mis obras serán testigo. OROPESA: O está don Fernando loco, o es ya de Cristo enemigo. Pelear contra cristianos promete. Venid, hermanos, que yo, con mejor conciencia, pasaré la diligencia a los pies, y no a las manos. D. FERNANDO: Alí, dame tú una espada y un turbante, con que pueda la cabeza estar guardada. OROPESA: Señora, ¿dónde se queda tu condición arrojada? Agora verás hender, herir, matar y romper. Deja venir al cristiano. ARLAXA: Es accidental y vano tal deseo en la mujer, y fácilmente se trueca; y, antes que la espada, agora tomaría ver la rueca. ALIMUZEL: El que te ofende, señora, contra todo el mundo peca. Ven, cristiano, a tomar armas. OROPESA: Mira contra quién te armas, Lozano. D. FERNANDO: ¡Calla, Oropesa! OROPESA: En armarte a tal empresa, de tu valor te desarmas.
[Vanse] todos. Salen NACOR, atadas las manos atrás con un cordel, y tráenle BUITRAGO, el capitán GUZMÁN:, MARGARITA y otros soldados con sus arcabuces
NACOR: Valeroso Guzmán, éste es, sin duda, el vendido aduar, el paraíso do está la gloria que mi alma busca. Con la caballería, como es uso, le puedes coronar a la redonda, porque apenas se escape un solo moro. GUZMÁN: No tengo tanta gente para tanto. NACOR: Cerca, pues, por lo menos, esta parte, que responde derecha a una montaña que está cerca de aquí, donde, sin duda, harán designio de acogerse cuantos sobresaltados fueren esta noche. GUZMÁN: Dices muy bien. NACOR: Pues manda que me suelten, porque vaya a buscar el grande premio que pide la amorosa traición mía. BUITRAGO: Eso no, ¡vive Dios!, hasta que vea cómo se entabla el juego, ¡so Mahoma! Estése atraillado como galgo, porque hasta ver las li[e]bres no le suelto. NACOR: Señor Guzmán, agravio se me hace. GUZMÁN: Buitrago, suéltale, y a Dios; y embiste. BUITRAGO: Contra mi voluntad le suelto. Vaya. NACOR: Venid, que yo pondré la gente en orden, de modo que no haya algún desorden.
Vanse, y queda sola MARGARITA
MARGARITA: ¡Pobre de mí! ¿Dónde quedo? ¿Adónde me trae la suerte, confusa y llena de miedo? ¿Qué cosa haré con que acierte, si ninguna cosa puedo? ¡Oh amoroso desvarío, que ciegas el albedrío y la razón tienes presa! ¿Qué sacaré desta empresa, de quién temo y de quién fío? Soy mariposa inocente que, despreciando el sosiego, simple y presurosamente me voy entregando al fuego de la llama más ardiente. Estos pasos son testigos que huyo de los amigos, y, llena de ceguedad, de mi propria voluntad me entrego a los enemigos.
Suena dentro: "¡Arma, arma! ¡Santiago, cierra, cierra España, España!" Salga al teatro NACOR abrazado con ARLAXA, y, a su encuentro, BUITRAGO
BUITRAGO: ¡Por aqueste portillo se desagua el aduar! ¡Soldados, aquí, amigos! ¡Tente, perro cargado; tente, galgo! NACOR: Amigo soy, señor. BUITRAGO: ¡No es éste tiempo para estas amistades! ¡Tente, perro! NACOR: ¡Muerto soy, por Alá! BUITRAGO: ¡Por San Benito, que he pasado a Nacor de parte a parte, y que ésta debe ser su amada ingrata! ARLAXA: Cristiano, yo me rindo; no ensangrientes tu espada en mujeril sangre mezquina. Llévame do quisieres.
Sale ALI[MUZEL]
ALIMUZEL: La voz oigo de Arlaxa bella, que socorro pide. ¡Ah perro, suelta! .......... BUITRAGO: ¡Suéltala tú, podenco sin provecho! ¿No hay quien me ayude aquí? ARLAXA: Mientras pelean aquestos dos, podrá ser escaparme, si acaso acierto de tomar la parte que lleva a la montaña. MARGARITA: Si me guías, seré tu esclavo, tu defensa y guarda hasta ponerte en ella. Ven, señora.
Va[n]se ARLAXA y MARGARITA. Sale[n] Don FERNANDO y GUZMÁN
BUITRAGO: ¡ánimas de purgatorio, favorecedme, señoras, que mi peligro es notorio, si ya no estáis a estas horas durmiendo en el dormitorio! De vuestro divino aliento con mayor fuerza me siento. ¡Perro, el huir no te cale! ¡Ahora verán si vale Buitrago, por más de ciento!
[Vanse] ALI[MUZEL], y BUITRAGO tras él
GUZMÁN: ¡O eres diablo, o no eres hombre! ¿Quién te dio tal fuerza, perro? D. FERNANDO: No os admire ni os asombre, Guzmán, que haga este yerro quien respeta vuestro nombre. GUZMÁN: ¿Sois, a dicha, don Fernando? D. FERNANDO: El mismo que estáis mirando, aunque no me veis, amigo. GUZMÁN: ¿Sois ya de Cristo enemigo? D. FERNANDO: Ni de veras, ni burlando. GUZMÁN: Pues, ¿cómo sacas la espada contra él? D. FERNANDO: Vendrá sazón más llana y acomodada, en que te dé relación de mi pretensión honrada. Cristiano soy, no lo dudes. GUZMÁN: ¿Por qué a defender acudes este aduar? D. FERNANDO: Porque encierra la paz que causa esta guerra, la salud de mis saludes. Dos prendas has de dejar, y carga, amigo, con todo cuanto hay en este aduar. GUZMÁN: A tu gusto me acomodo, no quiero más preguntar; pero, porque no se diga que tengo contigo liga, tú, pues bastas, lo defiende.
Vase GUZMÁN, y vuelven BUITRAGO y ALIMUZEL
BUITRAGO: En vano, moro, pretende tu miedo que no te siga, que tengo para ofenderte dos manos y dos mil almas, que a mis pies han de ponerte. D. FERNANDO: Otros despojos y palmas puedes, amigo, ofrecerte, que éste no. ALIMUZEL: Deja, Lozano, que este valiente cristiano en grande aprieto me ha puesto. D. FERNANDO: Ve tú a socorrer el resto, y éste déjale en mi mano, que yo daré cuenta dél. ARLAXA: ¡Lozano, que voy cautiva! Dentro ¡Que voy cautiva, Muzel! ALIMUZEL: ¡Fortuna, a mi suerte esquiva, cielo envidioso y crüel, ejecutad vuestra rabia en mi vida, si os agravia; dejad libre la de aquélla, que os podéis honrar con ella por hermosa, honesta y sabia!