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TEXTOS ELECTRÓNICOS / ELECTRONIC TEXTS

Obras de Cervantes. Association for Hispanic Classical Theater, Inc.

Obras de Cervantes / El rufian dichoso / parte 3ª

Electronic text by J T Abraham and Vern G.Williamsen

 

TELLO:            Más sé que hay de un mandamiento
               para prenderte en la plaza.
LUGO:          Sí; mas ninguno amenaza
               a que dé coces al viento:
                  que todas son liviandades
               de mozo las que me culpan,
               y a mí mismo me disculpan,
               pues no llegan a maldades.
                  Ellas son cortar la cara
               a un valentón arrogante,
               una matraca picante,
               aguda, graciosa y rara;
                  calcorrear diez pasteles
               o cajas de diacitrón;
               sustanciar una quistión
               entre dos jaques noveles;
                  el tener en la dehesa
               dos vacas, y a veces tres,
               pero sin el interés
               que en el trato se profesa;
                  procurar que ningún rufo
               se entone do yo estuviere,
               y que estime, sea quien fuere,
               la suela de mi pantufo.
                  Estas y otras cosas tales
               hago por mi pasatiempo,
               demás que rezo algún tiempo
               los psalmos penitenciales;
                  y, aunque peco de ordinario,
               pienso, y ello será ansí,
               dar buena cuenta de mí
               por las de aqueste rosario.
TELLO:            Dime, simple: ¿y tú no ves
               que desa tu plata y cobre,
               es dar en limosna al pobre
               del puerco hurtado los pies?
                  Haces a Dios mil ofensas,
               como dices, de ordinario,
               ¿y con rezar un rosario,
               sin más, ir al cielo piensas?
                  Entra por un libro allí,
               que está sobre aquella mesa.
               Dime: ¿qué manera es ésa
               de andar, que jamás la vi?
                  ¿Hacia atrás? ¿Eres cangrejo?
               Vuélvete. ¿Qué novedad
               es ésa?
LUGO:                   Es curiosidad
               y cortesano consejo
                  que no vuelva el buen crïado
               las espaldas al señor.
TELLO:         Crïanza de tal tenor,
               en ninguno la he notado.
                  Vuelve, digo.
LUGO:                           Ya me vuelvo:
               que por esto el paso atrás
               daba.
TELLO:               En que eres Satanás
               desde agora me resuelvo.
                  ¿Armado en casa? ¿Por suerte
               tienes en ella enemigos?
               Sí tendrás, cual son testigos
               los ministros de la muerte
                  que penden de tu pretina,
               y en ellos has confirmado
               que el mozo descaminado,
               como tú, hacia atrás camina.
                  ¡Bien iré a la Nueva España
               cargado de ti, malino;
               bien a hacer este camino
               tu ingenio y virtud se amaña!
                  Si, en lugar de libros, llevas
               estas joyas que veo aquí,
               por cierto que das de ti
               grandes e ingeniosas pruebas.
                  ¡Bien responde la esperanza
               en que engañado he vivido
               al cuidado que he tenido
               de tu estudio y tu crïanza!
                  ¡Bien me pagas, bien procuras
               que tu humilde nacimiento
               en ti cobre nuevo asiento,
               menos bríos y venturas!
                  En balde será avisarte,
               por ejemplos que te den,
               que nunca se avienen bien
               Aristóteles y Marte,
                  y que está en los aranceles
               de la discreción mejor
               que no guardan un tenor
               las súmulas y broqueles.
                  Espera, que quiero darte
               un testigo de quién eres,
               si es que hacen las mujeres
               alguna fe en esta parte.
                  Salid, señora, y hablad
               a vuestro duro diamante,
               honesto, pero matante,
               valiente, pero rufián.

Sale ANTONIA
LUGO: Demonio, ¿quién te ha traído aquí? ¿Por qué me persigues, si ningún fruto consigues de tu intento malnacido?
[Sale] LAGARTIJA, asustado
TELLO: Mancebo, ¿qué buscáis vos? ¡Con sobresalto venís! ¿Qué respondéis? ¿Qué decís? LAGARTIJA: Digo que me valga Dios; digo que al so Lugo busco. TELLO: Veisle ahí: dadle el recado. LAGARTIJA: De cansado y de turbado, en las palabras me ofusco. LUGO: Sosiégate, Lagartija, y dime lo que me quieres. LAGARTIJA: Considerando quién eres, mi alma se regocija y espera de tu valor que saldrás con cualquier cosa. LUGO: Bien; ¿qué hay? LAGARTIJA: ¡A Carrascosa le llevan preso, señor! LUGO: ¿Al padre? LAGARTIJA: Al mismo. LUGO: ¿Por dónde le llevan? ¡Dímelo, acaba! LAGARTIJA: Poquito habrá que llegaba junto a la puerta del conde del Castellar. LUGO: ¿Quién le lleva, y por qué, si lo has sabido? LAGARTIJA: Por pendencia, a lo que he oído; y el alguacil Villanueva, con dos corchetes, en peso le llevan, como a un ladrón. ¡Quebrárate el corazón si le vieras! LUGO: ¡Bueno es eso! Camina y guía, y espera buen suceso deste caso, si los alcanza mi paso. LAGARTIJA: ¡Muera Villanueva! LUGO: ¡Muera!
Va[n]se LAGARTIJA y LUGO, alborotados
TELLO: ¿Qué padre es éste? ¿Por dicha, llevan a algún fraile preso? ANTONIA: No, señor, no es nada deso: que éste es padre de desdicha, puesto que en su oficio gana más que dos padres, y aun tres. TELLO: Decidme de qué Orden es. ANTONIA: De los de la casa llana. Es alcaide, con perdón, señor, de la mancebía, a quien llaman padre hoy día las de nuestra profesión; su tenencia es casa llana, porque se allanan en ella cuantas viven dentro della. TELLO: Bien el nombre se profana en eso de alcaide y padre, nombres honrados y buenos. ANTONIA: Quien vive en ella, a lo menos, no estará sin padre y madre jamás. TELLO: Ahora bien: señora, id con Dios, que a este mancebo yo os le pondré como nuevo. ANTONIA: Tras él voy. TELLO: Id en buen hora.
[Vanse TELLO y ANTONIA, cada uno por su puerta]. Sale el ALGUACIL que suele, con dos CORCHETES, que traen preso a Carrascosa, PADRE de la mancebía
PADRE: Soy de los Carrascosas de Antequera, y tengo oficio honrado en la república, y háseme de tratar de otra manera. Solíanme hablar a mí por súplica, y es mal hecho y mal caso que se atreva hacerme un alguacil afrenta pública. Si a un personaje como yo se lleva de aqueste modo, ¿qué hará a un mal hombre? Por Dios, que anda muy mal, sor Villanueva; mire que da ocasión a que se asombre el que viere tratarme desta suerte. ALGUACIL: Calle, y la calle con más prisa escombre, porque le irá mejor, si en ello advierte.
[Sale] a este instante LUGO, puesta la mano en la daga y el broquel; viene con él LAGARTIJA y LOBILLO
LUGO: Todo viviente se tenga, y suelten a Carrascosa para que conmigo venga, y no se haga otra cosa, aunque a su oficio convenga. Ea, señor Villanueva, dé de contentarme prueba, como otras veces lo hace. ALGUACIL: Señor Lugo, que me place. CORCHETE [1]: ¡Juro a mí que se le lleva! LUGO: Padre Carrascosa, vaya y éntrese en San Salvador, y a su temor ponga raya. LAGARTIJA: Este Cid Campeador mil años viva y bien haya. ALGUACIL: Cristóbal, eche de ver que no me quiero perder y que le sirvo. LUGO: Está bien; yo lo miraré muy bien cuando fuere menester. ALGUACIL: ¡Agradézcalo al padrino, señor padre! LOBILLO: No haya más, y siga en paz su camino. CORCHETE [1]: ¿Este mozo es Barrabás, o es Orlando el Paladino? ¡No hay hacer baza con él!
[Vanse] el ALGUACIL y los CORCHETES
PADRE: Nuevo español bravonel, con tus bravatas bizarras me has librado de las garras de aquel tacaño Luzbel. Yo me voy a retraer, por sí o por no. ¡Queda en paz, honor de la hampa y ser! LUGO: Dices bien, y aqueso haz, que yo después te iré a ver.

¡Bien se ha negociado! LOBILLO: Bien; sin sangre, sin hierro o fuego. LUGO: De cólera venía ciego, y enfadado. LOBILLO: Y yo también. Vamos a cortarla aquí con un polvo de lo caro. LUGO: En otras cosas reparo que me importan más a mí.

Ir quiero agora a jugar con Gilberto, un estudiante que siempre ha sido mi azar, hombre que ha de ser bastante a hacerme desesperar. Cuanto tengo me ha ganado; solamente me han quedado unas súmulas, y a fe que, si las pierdo, que sé cómo esquitarme al doblado. LOBILLO: Yo te daré una baraja hecha, con que le despojes sin que le dejes alhaja. LUGO: ¡Largo medio es el que escoges! Otro sé por do se ataja. Juro a Dios omnipotente que, si las pierdo al presente, me he de hacer salteador. LOBILLO: ¡Resolución de valor y traza de hombre prudente! Si pierdes, ¡ojalá pierdas!, yo mostraré en tu ejercicio que estas manos no son lerdas. LAGARTIJA: Siempre fue usado este oficio de personas que son cuerdas, industriosas y valientes, por los casos diferentes que se ofrecen de contino. LOBILLO: De seguirte determino. LAGARTIJA: Por tuyo es bien que me cuentes. Ya ves que mi voluntad es de alquimia, que se aplica al bien como a la maldad. LUGO: Esa verdad testifica tu fácil habilidad. No te dejaré jamás; y adiós. LOBILLO: Lugo, ¿qué, te vas? LUGO: Luego seré con vosotros. LAGARTIJA: Pues, ¡sus!, vámonos nosotros a la ermita del Compás.

[Vanse] todos, y sale PERALTA, estudiante, y ANTONIA
ANTONIA: Si ha de ser hallarle acaso, mis desdichas son mayores. PERALTA: ¿Son celos, o son amores los que aquí os guían el paso, señora Antonia? ANTONIA: No sé, si no es rabia, lo que sea. PERALTA: Por cierto, muy mal se emplea en tal sujeto tal fe. ANTONIA: No hay parte tan escondida, do no se sepa mi historia. PERALTA: Hácela a todos notoria el veros andar perdida buscando siempre a este hombre. ANTONIA: ¿Hombre? Si él lo fuera, fuera descanso mi angustia fiera. Mas no tiene más del nombre; conmigo, a lo menos. PERALTA: ¿Cómo? ANTONIA: Esto, sin duda, es así; que Amor le hirió para mí con las saetas de plomo. No hay yelo que se le iguale. PERALTA: Pues, ¿por qué le queréis tanto? ANTONIA: Porque me alegro y me espanto de lo que con hombres vale. ¿Hay más que ver que le dan parias los más arrogantes, de la heria los matantes, los bravos de San Román? ¿Y hay más que vivir segura, la que fuere su respeto, de verse en ningún aprieto de los de nuestra soltura? Quien tiene nombre de suya, vive alegre y respetada; a razón enamorada, no hay ninguna que la arguya.
Vase ANTONIA
PERALTA: Estas señoras del trato precian más, en conclusión, un socarra valentón que un Medoro gallinato. En efecto, gran lisión es la desta moza loca. Ya la campanilla toca; entrémonos a lición.
[Vase] PERALTA, y salen GILBERTO, estudiante, y LUGO
GILBERTO: Ya irás contento, y ya puedes dejar de gruñir un rato, y ya puedes dar barato tal, que parezcan mercedes. Más me has ganado este día, que yo en ciento te he ganado. LUGO: Así es verdad. GILBERTO: Que buen grado le venga a mi cortesía. ¿Yo tus súmulas? ¡Estaba loco, sin duda ninguna! LUGO: Sucesos son de fortuna. GILBERTO Ya yo los adivinaba; porque al tahúr no le dura mucho tiempo el alegría, y el que de naipes se fía, tiene al quitar la ventura. Hoy de cualquiera quistión has de salir vitorioso; y adiós, señor ganancioso, que yo me vuelvo a lición.
[Vase] GILBERTO y sale el MARIDO de la mujer que salió primero
MARIDO Señor Lugo, a gran ventura tengo este encuentro. LUGO: Señor, ¿qué hay de nuevo? MARIDO: Aquel temor de ser ofendido aún dura. Tengo a mi consorte amada retirada en una aldea, y para que el sol la vea, apenas halla la entrada. Con aquel recato vivo que me mandasteis tener, y muérome por saber de quién tanto mal recibo. LUGO: Ya aquél que pudo poneros en cuidado está de suerte que llegará al de la muerte, y no al punto de ofenderos. Quietad con este seguro el celoso ansiado pecho. MARIDO: Con eso voy satisfecho, y de serviros lo juro. Hacer podéis de mi hacienda, Lugo, a vuestra voluntad. LUGO: Pasó mi necesidad, no hay ninguna que me ofenda; y así, sólo en recompensa recibo vuestro deseo. MARIDO: No aquel estilo en vos veo que el vulgo, engañado, piensa. Adiós, señor Lugo.
Vase
LUGO: Adiós.
[Sale] LAGARTIJA
Pues, Lagartija, ¿a qué vienes? LAGARTIJA: ¡Qué gentil remanso tienes! ¿No ves que dará las dos,
Reza LUGO
y te está esperando toda la chirinola hampesca? Ven, que la tarde hace fresca y a los tragos se acomoda. ¿Cuando te están esperando tus amigos con más gusto, andas, cual si fueras justo, avemarías tragando? O sé rufián, o sé santo; mira lo que más te agrada. Voime, porque ya me enfada tanta Gloria y Patri tanto.
Vase LAGARTIJA
LUGO: Solo quedo, y quiero entrar en cuentas conmigo a solas, aunque lo impidan las olas donde temo naufragar. Yo hice voto, si hoy perdía, de irme a ser salteador: claro y manifiesto error de una ciega fantasía. Locura y atrevimiento fue el peor que se pensó, puesto que nunca obligó mal voto a su cumplimiento. Pero, ¿dejaré por esto de haber hecho una maldad, adonde mi voluntad echó de codicia el resto? No, por cierto. Mas, pues sé que contrario con contrario se cura muy de ordinario, contrario voto haré, y así, le hago de ser religioso. Ea, Señor; veis aquí a este salteador de contrario parecer. Virgen, que Madre de Dios fuiste por los pecadores, ya os llaman salteadores; oídlos, Señora, vos. Ángel de mi guarda, ahora es menester que acudáis, y el temor fortalezcáis que en mi alma amarga mora. Ánimas de purgatorio, de quien continua memoria he tenido, séaos notoria mi angustia, y mi mal notorio; y, pues que la caridad entre esas llamas no os deja, pedid a Dios que su oreja preste a mi necesidad. Psalmos de David benditos, cuyos misterios son tantos que sobreceden a cuantos renglones tenéis escritos, vuestros conceptos me animen, que he advertido veces tantas, a que yo ponga mis plantas donde al alma no lastimen: no en los montes salteando con mal cristiano decoro, sino en los claustros y el coro desnudas, y yo rezando. ¡Ea, demonios: por mil modos a todos os desafío, y en mi Dios bueno confío que os he de vencer a todos!
[Vase], y suenan a este instante las chirimías; descúbrese una gloria o, por lo menos, un ÁNGEL, que, en cesando la música, diga
[ÁNGEL]: Cuando un pecador se vuelve a Dios con humilde celo, se hacen fiestas en el cielo. .......................[ - elve].

FIN DE LA PRIMERA JORNADA