imprimir

TEXTOS ELECTRÓNICOS / ELECTRONIC TEXTS

Obras de Cervantes. Association for Hispanic Classical Theater, Inc.

Obras de Cervantes / El viejo celoso/ parte 1ª

Electronic text by J T Abraham and Vern G.Williamsen

Entremés del
VIEJO CELOSO

 

Personas que hablan en él:

Salen Doña LORENZA y CRISTINA, su criada, y HORTIGOSA, su vecina
LORENZA
Milagro ha sido éste, señora Hortigosa, el no haber dado la vuelta a la llave mi duelo, mi yugo y mi desesperación. éste es el primero día, después que me casé con él, que hablo con persona de fuera de casa; que fuera le vea yo desta vida a él y a quien con él me casó.
HORTIGOSA
Ande, mi señora doña Lorenza, no se queje tanto; que con una caldera vieja se compra otra nueva.
LORENZA
Y aun con esos y otros semejantes villancicos o refranes me engañaron a mí; que malditos sean sus dineros, fuera de las cruces; malditas sus joyas, malditas sus galas, y maldito todo cuanto me da y promete. ¿De qué me sirve a mí todo aquesto, si en mitad de la riqueza estoy pobre, y en medio de la abundancia con hambre?
CRISTINA
En verdad, señora tía, que tienes razón; que más quisiera yo andar con un trapo atrás y otro adelante, y tener un marido mozo, que verme casada y enlodada con ese viejo podrido que tomaste por esposo.
LORENZA
¿Yo le tomé, sobrina? A la fe, diómele quien pudo; y yo, como muchacha, fui más presta al obedecer que al contradecir; pero, si yo tuviera tanta experiencia destas cosas, antes me tarazara la lengua con los dientes que pronunciar aquel sí, que se pronuncia con dos letras y da que llorar dos mil años; pero yo imagino que no fue otra cosa sino que había de ser ésta, y que, las que han de suceder forzosamente, no hay prevención ni diligencia humana que las prevenga.
CRISTINA
¡Jesús y del mal viejo! Toda la noche: "Daca el orinal, toma el orinal; levántate, Cristinica, y caliéntame unos paños, que me muero de la ijada; dame aquellos juncos, que me fatiga la piedra." Con más ungüentos y medicinas en el aposento que si fuera una botica; y yo, que apenas sé vestirme, tengo de servirle de enfermera. ¡Pux, pux, pux, viejo clueco, tan potroso como celoso, y el más celoso del mundo!
LORENZA
Dice la verdad mi sobrina.
CRISTINA
¡Pluguiera a Dios que nunca yo la dijera en esto!
HORTIGOSA
Ahora bien, señora doña Lorenza, vuesa merced haga lo que le tengo aconsejado, y verá cómo se halla muy bien con mi consejo. El mozo es como un ginjo verde; quiere bien, sabe callar y agradecer lo que por él se hace; y, pues los celos y el recato del viejo no nos dan lugar a demandas ni a respuestas, resolución y buen ánimo: que, por la orden que hemos dado, yo le pondré al galán en su aposento de vuesa merced y le sacaré, si bien tuviese el viejo más ojos que Argos y viese más que un zahorí, que dicen que vee siete estados debajo de la tierra.
LORENZA
Como soy primeriza, estoy temerosa, y no querría, a trueco del gusto, poner a riesgo la honra.
CRISTINA
Eso me parece, señora tía, a lo del cantar de Gómez Arias: "Señor Gómez Arias, doleos de mí; soy niña y muchacha, nunca en tal me vi."
LORENZA
Algún espíritu malo debe de hablar en ti, sobrina, según las cosas que dices.
CRISTINA
Yo no sé quién habla; pero yo sé que haría todo aquello que la señora Hortigosa ha dicho, sin faltar punto.
LORENZA
¿Y la honra, sobrina?
CRISTINA
¿Y el holgarnos, tía?
LORENZA
¿Y si se sabe?
CRISTINA
¿Y si no se sabe?
LORENZA
¿Y quién me asegurará a mí que no se sepa?
HORTIGOSA
¿Quién? La buena diligencia, la sagacidad, la industria; y, sobre todo, el buen ánimo y mis trazas.
CRISTINA
Mire, señora Hortigosa, tráyanosle galán, limpio, desenvuelto, un poco atrevido, y, sobre todo, mozo.
HORTIGOSA
Todas esas partes tiene el que he propuesto, y otras dos más: que es rico y liberal.
LORENZA
Que no quiero riquezas, señora Hortigosa; que me sobran las joyas, y me ponen en confusión las diferencias de colores de mis muchos vestidos; hasta eso no tengo que desear, que Dios le dé salud a Cañizares: más vestida me tiene que un palmito, y con más joyas que la vedriera de un platero rico. No me clavara él las ventanas, cerrara las puertas, visitara a todas horas la casa, desterrara della los gatos y los perros, solamente porque tienen nombre de varón; que, a trueco de que no hiciera esto, y otras cosas no vistas en materia de recato, yo le perdonara sus dádivas y mercedes.
HORTIGOSA
¿Que tan celoso es?
LORENZA
Digo que le vendían el otro día una tapicería a bonísimo precio, y por ser de figuras no la quiso, y compró otra de verduras por mayor precio, aunque no era tan buena. Siete puertas hay antes que se llegue a mi aposento, fuera de la puerta de la calle, y todas se cierran con llave; y las llaves no me ha sido posible averiguar dónde las esconde de noche.
CRISTINA
Tía, la llave de loba creo que se la pone entre las faldas de la camisa.
LORENZA
No lo creas, sobrina; que yo duermo con él, y jamás le he visto ni sentido que tenga llave alguna.
CRISTINA
Y más, que toda la noche anda como trasgo por toda la casa; y si acaso dan alguna música en la calle, les tira de pedradas porque se vayan: es un malo, es un brujo; es un viejo, que no tengo más que decir.
LORENZA
Señora Hortigosa, váyase, no venga el gruñidor y la halle conmigo, que sería echarlo a perder todo; y lo que ha de hacer, hágalo luego; que estoy tan aburrida, que no me falta sino echarme una soga al cuello, por salir de tan mala vida.
HORTIGOSA
Quizá con esta que ahora se comenzará, se le quitará toda esa mala gana y le vendrá otra más saludable y que más la contente.
CRISTINA
Así suceda, aunque me costase a mí un dedo de la mano: que quiero mucho a mi señora tía, y me muero de verla tan pensativa y angustiada en poder deste viejo y reviejo, y más que viejo; y no me puedo hartar de decille viejo.
LORENZA
Pues en verdad que te quiere bien, Cristina.
CRISTINA
¿Deja por eso de ser viejo? Cuanto más, que yo he oído decir que siempre los viejos son amigos de niñas.
HORTIGOSA
Así es la verdad, Cristina, y adiós, que, en acabando de comer, doy la vuelta. Vuesa merced esté muy en lo que dejamos concertado, y verá cómo salimos y entramos bien en ello.
CRISTINA
Señora Hortigosa, hágame merced de traerme a mí un frailecico pequeñito, con quien yo me huelgue.
HORTIGOSA
Yo se le traeré a la niña pintado.
CRISTINA
¡Que no le quiero pintado, sino vivo, vivo, chiquito como unas perlas!
LORENZA
¿Y si lo ve tío?
CRISTINA
Diréle yo que es un duende, y tendrá dél miedo, y holgaréme yo.
HORTIGOSA
Digo que yo le trairé, y adiós.
Vase HORTIGOSA
CRISTINA
Mire tía si Hortigosa trae al galán y a mi frailecico, y si señor los viere, no tenemos más que hacer sino cogerle entre todos y ahogarle, y echarle en el pozo o enterrarle en la caballeriza.
LORENZA
Tal eres tú, que creo lo harías mejor que lo dices.
CRISTINA
Pues no sea el viejo celoso, y déjenos vivir en paz, pues no le hacemos mal alguno, y vivimos como unas santas.
[Vanse. Salen] CAÑIZARES, viejo, y un COMPADRE suyo
CAÑIZARES
Señor compadre, señor compadre: el setentón que se casa con quince, o carece de entendimiento, o tiene gana de visitar el otro mundo lo más presto que le sea posible. Apenas me casé con doña Lorencica, pensando tener en ella compañía y regalo, y persona que se hallase en mi cabecera, y me cerrase los ojos al tiempo de mi muerte, cuando me embistieron una turbamulta de trabajos y desasosiegos; tenía casa, y busqué casar; estaba posado, y desposéme.
COMPADRE
Compadre, error fue, pero no muy grande; porque, según el dicho del Apóstol, mejor es casarse que abrasarse.
CAÑIZARES
¡Que no había que abrasar en mí, señor compadre, que con la menor llamarada quedara hecho ceniza! Compañía quise, compañía busqué, compañía hallé, pero Dios lo remedie, por quién él es.
COMPADRE
¿Tiene celos, señor compadre?
CAÑIZARES
Del sol que mira a Lorencita, del aire que le toca, de las faldas que la vapulan.
COMPADRE
¿Dale ocasión?
CAÑIZARES
Ni por pienso, ni tiene por qué, ni cómo, ni cuándo, ni adónde: las ventanas, amén de estar con llave, las guarnecen rejas y celosías; las puertas jamás se abren; vecina no atraviesa mis umbrales, ni los atravesará mientras Dios me diere vida. Mirad, compadre: no les vienen los malos aires a las mujeres de ir a lo[s] jubileos ni a las procesiones, ni a todos los actos de regocijos públicos; donde ellas se mancan, donde ellas se estropean y adonde ellas se dañan, es en casa de las vecinas y de las amigas; más maldades encubre una mala amiga, que la capa de la noche; más conciertos se hacen en su casa y más se concluyen, que en una semblea.
COMPADRE
Yo así lo creo; pero si la señora doña LORENZA no sale de casa, ni nadie entra en la suya, ¿de qué vive descontento mi compadre?
CAÑIZARES
De que no pasará mucho tiempo en que no caya Lorencica en lo que le falta; que será un mal caso, y tan malo, que en sólo pensallo le temo, y de temerle me desespero, y de desesperarme vivo con disgusto.
COMPADRE
Y con razón se puede tener ese temer, porque las mujeres querrían gozar enteros los frutos del matrimonio.
CAÑIZARES
La mía los goza doblados.
COMPADRE
Ahí está el daño, señor [com]padre.
CAÑIZARES
No, no, ni por pienso; porque es más simple Lorencica que una paloma, y hasta agora no entiende nada desas filaterías; y adiós, señor compadre, que me quiero entrar en casa.
COMPADRE
Yo quiero entrar allá, y ver a mi señora doña Lorenza.
CAÑIZARES
Habéis de saber, compadre, que los antiguos latinos usaban de un refrán, que decía: Amicus usque ad aras, que quiere decir: "El amigo, hasta el altar"; infiriendo que el amigo ha de hacer por su amigo todo aquello que no fuere contra Dios; y yo digo que mi amigo, usque ad portam, hasta la puerta; que ninguno ha de pasar mis quicios; y adiós, señor compadre, y perdóneme.
[Vase] CAÑIZARES
COMPADRE
En mi vida he visto hombre más recatado, ni más celoso, ni más impertinente; pero éste es de aquellos que traen la soga arrastrando, y de los que siempre vienen a morir del mal que temen.
[Vase el COMPADRE. Salen Doña LORENZA y CRISTINA
CRISTINA
Tía, mucho tarda tío, y más tarda Hortigosa.
LORENZA
Mas, que nunca él acá viniese, ni ella tampoco; porque él me enfada y ella me tiene confusa.
CRISTINA
Todo es probar, señora tía; y, cuando no saliere bien, darle del codo.
LORENZA
¡Ay, sobrina! Que estas cosas, o yo sé poco o sé que todo el daño está en probarlas.
CRISTINA
A fe, señora tía, que tiene poco ánimo, y que, si yo fuera de su edad, que no me espantaran hombres armados.
LORENZA
Otra vez torno a decir, y diré cien mil veces, que Satanás habla en tu boca; mas ¡ay! ¿Cómo se ha entrado señor?
CRISTINA
Debe de haber abierto con la llave maestra.
LORENZA
Encomiendo yo al diablo sus maestrías y sus llaves.
[Sale] CAÑIZARES
CAÑIZARES
¿Con quién hablábades, doña Lorenza?
LORENZA
Con Cristinica hablaba.
CAÑIZARES
Miradlo bien, doña Lorenza.
LORENZA
Digo que hablaba con Cristinica: ¿con quién había de hablar? ¿Tengo yo, por ventura, con quién?
CAÑIZARES
No querría que tuviésedes algún soliloquio con vos misma, que redundase en mi perjuicio.
LORENZA
Ni entiendo esos circunloquios que decís, ni aun los quiero entender; y tengamos la fiesta en paz.
CAÑIZARES
Ni aun las vísperas no querría yo tener en guerra con vos; pero, ¿quién llama a aquella puerta con tanta priesa? Mira, Cristinica, quien es, y, si es pobre, dale limosna y despídele.
CRISTINA
¿Quién está ahí?
HORTIGOSA
La vecina Hortigosa es, señora Cristina.
CAÑIZARES
¿Hortigosa y vecina? Dios sea conmigo. Pregúntale, Cristina, lo que quiere, y dáselo, con condición que no atraviese esos umbrales.
CRISTINA
¿Y qué quiere, señora vecina?
CAÑIZARES
El nombre de vecina me turba y sobresalta; llámala por su proprio nombre, Cristina.
CRISTINA
Responda: y ¿qué quiere, señora Hortigosa?
HORTIGOSA
Al señor Cañizares quiero suplicar un poco, en que me va la honra, la vida y el alma.
CAÑIZARES
Decidle, sobrina, a esa señora, que a mí me va todo eso y más en que no entre acá dentro.
LORENZA
¡Jesús, y qué condición tan extravagante! ¿Aquí no estoy delante de vos? ¿Hanme de comer de ojo? ¿Hanme de llevar por los aires?
CAÑIZARES
¡Entre con cien mil Bercebuyes, pues vos lo queréis!
CRISTINA
Entre, señora vecina.
CAÑIZARES
¡Nombre fatal para mí es el de vecina!
[Sale] HORTIGOSA, y trae un guadamecí y en las pieles de las cuatro esquinas han de venir pintados Rodamonte, Mandricardo, Rugero y Gradaso; y Rodamonte venga pintado como arrebozado
HORTIGOSA
Señor mío de mi alma, movida y incitada de la buena fama de vuesa merced, de su gran caridad y de sus muchas limosnas, me he atrevido de venir a suplicar a vuesa merced me haga tanta merced, caridad y limosna y buena obra de comprarme este guadamecí, porque tengo un hijo preso por unas heridas que dio a un tundidor, y ha mandado la justicia que declare el cirujano, y no tengo con qué pagalle, y corre peligro no le echen otros embargos, que podrían ser muchos, a causa que es muy travieso mi hijo; y querría echarle hoy o mañana, si fuese posible, de la cárcel. La obra es buena, el guadamecí nuevo, y, con todo eso, le daré por lo que vuesa merced quisiere darme por él, que en más está la monta, y como esas cosas he perdido yo en esta vida. Tenga vuesa merced desa punta, señora mía, y descojámosle, porque no vea el señor Cañizares que hay engaño en mis palabras; alce más, señora mía, y mire cómo es bueno de caída, y las pinturas de los cuadros parece que están vivas.