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TEXTOS ELECTRÓNICOS / ELECTRONIC TEXTS

Obras de Cervantes. Association for Hispanic Classical Theater, Inc.

Obras de Cervantes / El vizcaíno fingido / parte 2ª

Electronic text by J T Abraham and Vern G.Williamsen


Vase SOLÓRZANO
BRÍGIDA
Ya le dije, amiga, que trujese quien me regalase a mí, y dijo que sí haría, andando el tiempo.
CRISTINA
Andando el tiempo en nosotras, no hay quien nos regale; amiga, los pocos años traen la mucha ganancia, y los muchos la mucha pérdida.
BRÍGIDA
También le dije cómo vas muy limpia, muy linda y muy agraciada; y que toda eras ámbar, almizcle y algalia entre algodones.
CRISTINA
Ya yo sé, amiga, que tienes muy buenas ausencias.
BRÍGIDA
[Aparte] Mirad quién tiene amartelados; que vale más la suela de mi botín que las arandelas de su cuello; otra vez vuelvo a decir: la ventura de las feas...
[Salen] QUIÑONES y SOLÓRZANO
QUIÑONES
Vizcaíno, manos bésame vuesa merced, que mándeme.
SOLÓRZANO
Dice el señor vizcaíno que besa las manos de vuesa merced y que le mande.
BRÍGIDA
¡Ay, qué linda lengua! Yo no la entiendo a lo menos, pero paréceme muy linda.
CRISTINA
Yo beso las del mi señor vizcaíno, y más adelante.
[QUIÑONES]
Pareces buena, hermosa; también noche esta cenamos; cadena que das, duermas nunca, basta que doyla.
SOLÓRZANO
Dice mi compañero que vuesa merced le parece buena y hermosa; que se apareje la cena; que él da la cadena, aunque no duerma acá, que basta que una vez la haya dado.
BRÍGIDA
¿Hay tal Alejandro en el mundo? ¡Venturón, venturón, y cien mil veces venturón!
SOLÓRZANO
Si hay algún poco de conserva, y algún traguito del devoto para el señor vizcaíno, yo sé que nos valdrá por uno ciento.
CRISTINA
¡Y cómo si lo hay! Y yo entraré por ello, y se lo daré mejor que al Preste Juan de las Indias.
[Vase] CRISTINA
[QUIÑONES]
Dama que quedaste, tan buena como entraste.
BRÍGIDA
¿Qué ha dicho, señor Solórzano?
SOLÓRZANO
Que la dama que se queda, que es vuesa merced, es tan buena como la que se ha entrado.
BRÍGIDA
¡Y cómo que está en lo cierto el señor vizcaíno! A fe que en este parecer que no es nada burro.
QUIÑONES]
Burro el diablo; vizcaíno ingenio queréis cuando tenerlo.
BRÍGIDA
Ya le entiendo: que dice que el diablo es el burro, y que los vizcaínos, cuando quieren tener ingenio, le tienen.
SOLÓRZANO
Así es, sin faltar un punto.
Vuelve a salir CRISTINA con un criado o criada, que traen una caja de conserva, una garrafa con vino, su cuchillo y servilleta
CRISTINA
Bien puede comer el señor vizcaíno, y sin asco; que todo cuanto hay en esta casa es la quintaesencia de la limpieza.
QUIÑONES
Dulce conmigo, vino y agua llamas bueno; santo le muestras, ésta le bebo y otra también.
BRÍGIDA
¡Ay, Dios, y con qué donaire lo dice el buen señor, aunque no le entiendo!
SOLÓRZANO
Dice que, con lo dulce, también bebe vino como agua; y que este vino es de San Martín, y que beberá otra vez.
CRISTINA
Y aun otras ciento: su boca puede ser medida.
SOLÓRZANO
No le den más, que le hace mal, y ya se le va echando de ver; que le he yo dicho al señor Azcaray que no beba vino en ningún modo, y no aprovecha.
QUIÑONES
Vamos, que vino que subes y bajas, lengua es grillos y corma es pies; tarde vuelvo, señora, Dios que te guárdate.
SOLÓRZANO
¡Miren lo que dice, y verán si tengo yo razón!
CRISTINA
¿Qué es lo que ha dicho, señor Solórzano?
SOLÓRZANO
Que el vino es grillo de su lengua y corma de sus pies; que vendrá esta tarde, y que vuesas mercedes se queden con Dios.
BRÍGIDA
¡Ay, pecadora de mí, y cómo que se le turban los ojos y se trastraba la lengua! ¡Jesús, que ya va dando traspiés! ¡Pues monta que ha bebido mucho! La mayor lástima es ésta que he visto en mi vida; ¡miren qué mocedad y qué borrachera!
SOLÓRZANO
Ya venía él refrendado de casa. Vuesa merced, señora Cristina, haga aderezar la cena, que yo le quiero llevar a dormir el vino, y seremos temprano esta tarde.
[Vanse] el vizcaíno [QUIÑONES] y SOLÓRZANO
CRISTINA
Todo estará como de molde; vayan vuesas mercedes en hora buena.
BRÍGIDA
Amiga Cristina, muéstrame esa cadena, y déjame dar con ella dos filos al deseo. ¡Ay, qué linda, qué nueva, qué reluciente y qué barata! Digo, Cristina, que, sin saber cómo ni cómo no, llueven los bienes sobre ti, y se te entra la ventura por las puertas, sin solicitalla. En efeto, eres venturosa sobre las venturosas; pero todo lo merece tu desenfado, tu limpieza y tu magnífico término: hechizos bastantes a rendir las más descuidadas y esentas voluntades; y no como yo, que no soy para dar migas a un gato. Toma tu cadena, hermana, que estoy para reventar en lágrimas, y no de envidia que a ti te tengo, sino de lástima que me tengo a mí.
Vuelve a [salir] SOLÓRZANO
SOLÓRZANO
¡ La mayor desgracia nos ha sucedido del mundo!
BRÍGIDA
¡Jesús! ¿Desgracia? ¿Y qué es, señor Solórzano?
SOLÓRZANO
A la vuelta desta calle, yendo a la casa, encontramos con un criado del padre de nuestro vizcaíno, el cual trae cartas y nuevas de que su padre queda a punto de expirar, y le manda que al momento se parta, si quiere hallarle vivo. Trae dinero para la partida, que sin duda ha de ser luego; yo le he tomado diez escudos para vuesa merced, y velos aquí, con los diez que vuesa merced me dio denantes, y vuélvaseme la cadena; que, si el padre vive, el hijo volverá a darla, o yo no seré don Esteban de Solórzano.
CRISTINA
En verdad, que a mí me pesa; y no por mi interés, sino por la desgracia del mancebo, que ya le había tomado afición.
BRÍGIDA
Buenos son diez escudos ganados tan holgando; tómalos, amiga, y vuelve la cadena al señor Solórzano.
CRISTINA
Vela aquí, y venga el dinero; que en verdad que pensaba gastar más de treinta en la cena.
SOLÓRZANO
Señora Cristina, al perro viejo nunca tus tus; estas tretas, con los de las galleruzas, y con este perro a otro hueso.
CRISTINA
¿Para qué son tantos refranes, señor Solórzano?
SOLÓRZANO
Para que entienda vuesa merced que la codicia rompe el saco. ¿Tan presto se desconfió de mi palabra, que quiso vuesa merced curarse en salud, y salir al lobo al camino, como la gansa de Cantipalos? Señora Cristina, señora Cristina, lo bien ganado se pierde, y lo malo, ello y su dueño. Venga mi cadena verdadera, y tómese vuesa merced su falsa, que no ha de haber conmigo transformaciones de Ovidio en tan pequeño espacio. ¡Oh hideputa, y qué bien que la amoldaron, y qué presto!
CRISTINA
¿Qué dice vuesa merced, señor mío, que no le entiendo?
SOLÓRZANO
Digo que no es ésta la cadena que yo dejé a vuesa merced, aunque le parece: que ésta es de alquimia, y la otra es de oro de a veinte y dos quilates.
BRÍGIDA
En mi ánima, que así lo dijo el vecino, que es platero.
CRISTINA
¿Aun el diablo sería eso?
SOLÓRZANO
El diablo o la diabla, mi cadena venga, y dejémonos de voces, y excúsense juramentos y maldiciones.
CRISTINA
El diablo me lleve, lo cual querría que no me llevase, si no es ésa la cadena que vuesa merced me dejó, y que no he tenido otra en mis manos. ¡Justicia de Dios, si tal testimonio se me levantase!
SOLÓRZANO
Que no hay para qué dar gritos; y más, estando ahí el señor Corregidor, que guarda su derecho a cada uno.
CRISTINA
Si a las manos del Corregidor llega este negocio, yo me doy por condenada; que tiene de mí tan mal concepto, que ha de tener mi verdad por mentira y mi virtud por vicio. Señor mío, si yo he tenido otra cadena en mis manos, sino aquesta, de cáncer las vea yo comidas.
[Sale] un ALGUACIL
ALAGUACIL
¿Qué voces son éstas, qué gritos, qué lágrimas y qué maldiciones?
SOLÓRZANO
Vuesa merced, señor alguacil, ha venido aquí como de molde. A esta señora del rumbo sevillano le empeñé una cadena, habrá una hora, en diez ducados, para cierto efecto; vuelvo agora a desempeñarla, y, en lugar de una que le di, que pesaba ciento y cincuenta ducados de oro de veinte y dos quilates, me vuelve ésta de alquimia, que no vale dos ducados; y quiere poner mi justicia a la venta de la Zarza, a voces y a gritos, sabiendo que será testigo desta verdad esta misma señora, ante quien ha pasado todo.
BRÍGIDA
Y ¡cómo si ha pasado!, y aun repasado; y, en Dios y en mi ánima, que estoy por decir que este señor tiene razón; aunque no puedo imaginar dónde se pueda haber hecho el trueco, porque la cadena no ha salido de aquesta sala.
SOLÓRZANO
La merced que el señor alguacil me ha de hacer es llevar a la señora al Corregidor; que allá nos averiguaremos.
CRISTINA
Otra vez torno a decir que, si ante el Corregidor me lleva, me doy por condenada.
BRÍGIDA
Sí, porque no estoy bien con sus huesos.
CRISTINA
Desta vez me ahorco. Desta vez me desespero. Desta vez me chupan brujas.
SOLÓRZANO
Ahora bien; yo quiero hacer una cosa por vuesa merced, señora Cristina, siquiera porque no la chupen brujas, o, por lo menos, se ahorque. Esta cadena se parece mucho a la fina del vizcaíno; él es mentecapto y algo borrachuelo; yo se la quiero llevar, y darle a entender que es la suya, y vuesa merced contente aquí al señor alguacil; y gaste la cena desta noche, y sosiegue su espíritu, pues la pérdida no es mucha.
CRISTINA
Págueselo a vuesa merced todo el cielo; al señor alguacil daré media docena de escudos, y en la cena gastaré uno, y quedaré por esclava perpetua del señor Solórzano.
BRÍGIDA
Y yo me haré rajas bailando en la fiesta.
ALGUACIL
Vuesa merced ha hecho como liberal y buen caballero, cuyo oficio ha de ser servir a las mujeres.
SOLÓRZANO
Vengan los diez escudos que di demasiados.
CRISTINA
Helos aquí, y más los seis para el señor alguacil.
[Salen] dos MÚSICOS, y QUIÑONES, el vizcaíno
MÚSICO
Todo lo hemos oído, y acá estamos.
[QUIÑONES]
Ahora sí que puede decir a mi señora Cristina: mamóla una y cien mil veces.
BRÍGIDA
¿Han visto qué claro que habla el vizcaíno?
QUIÑONES]
Nunca hablo yo turbio, si no es cuando quiero.
CRISTINA
¡Que me maten si no me la han dado a tragar estos bellacos!
QUIÑONES
Señores músicos, el romance que les di y que saben, ¿para qué se hizo?
MÚSICOS
"La mujer más avisada, o sabe poco, o no nada. La mujer que más presume de cortar como navaja los vocablos repulgados, entre las godeñas pláticas; la que sabe de memoria, a [L]ofraso y a Diana, y al Caballero del Febo con Olivante de Laura; la que seis veces al mes al gran Don Quijote pasa, aunque más sepa de aquesto, o sabe poco, o no nada. La que se fía en su ingenio, lleno de fingidas trazas, fundadas en interés, y en voluntades tiranas; la que no sabe guardarse, cual dicen, del agua mansa, y se arroja a las corrientes que ligeramente pasan; la que piensa que ella sola es el colmo de la nata en esto del trato alegre, o sabe poco, o no nada."
CRISTINA
Ahora bien, yo quedo burlada, y, con todo esto, convido a vuesas mercedes para esta noche.
QUIÑONES
Aceptamos el convite, y todo saldrá en la colada.

FIN DEL ENTREMÉS