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TEXTOS ELECTRÓNICOS / ELECTRONIC TEXTS

OBRAS COMPLETAS de Miguel de Cervantes.Ediciones publicadas por Florencio Sevilla Arroyo y Antonio Rey Hazas CENTRO DE ESTUDIOS CERVANTINOS. 1993-1995

Ocho comedias y ocho entremeses / La gran sultana

COMEDIA FAMOSA
INTITULADA
LA GRAN SULTANA
DOÑA CATALINA DE OVIEDO

Los que hablan en ella son los siguientes:


SALEC, turco renegado.

ROBERTO, renegado.

Un ALÁRABE.

El GRAN TURCO.

Un PAJE, vestido a lo turquesco, y otros tres GARZONES.

MAMÍ y RUSTÁN, eunucos.

DOÑA CATALINA DE OVIEDO, gran sultana.

Su PADRE.

MADRIGAL, cautivo.

ANDREA, espía.

Dos JUDÍOS.

Un EMBAJADOR de Persia.

Dos MOROS.

El GRAN CADÍ.

Cuatro BAJAES ancianos.

CLARA, llamada ZAIDA.

ZELINDA, que es LAMBERTO.

Un CAUTIVO anciano.

Dos MÚSICOS.

JORNADA PRIMERA



Sale Salec, turco, y Roberto, vestido a lo griego, y, detrás dellos, un alárabe, vestido de un alquicel; trai en una lanza muchas estopas, y en una varilla de membrillo, en la punta, un papel como billete, y una velilla de cera encendida en la mano; este tal alárabe se pone al lado del teatro, sin hablar palabra, y luego dice Roberto:

Roberto La pompa y majestad deste tirano,

sin duda alguna, sube y se engrandece

sobre las fuerzas del poder humano.

Mas, ¿qué fantasma es esta que se ofrece,

coronada de estopas media lanza? 5

Alárabe en el traje me parece.

Salec Tienen aquí los pobres esta usanza

cuando alguno a pedir justicia viene

(que sólo el interés es quien la alcanza):

de una caña y de estopas se previene, 10

y cuando el Turco pasa enciende fuego,

a cuyo resplandor él se detiene;

pide justicia a voces, dale luego

lugar la guarda, y el pobre, como jara,

arremete turbado y sin sosiego, 15

y en la punta y remate de una vara

al Gran Señor su memorial presenta,

que para aquel efecto el paso para.

Luego, a un bello garzón, que tiene cuenta

con estos memoriales, se le entrega, 20

que, en relación, después, dellos da cuenta;

pero jamás el término se llega

del buen despacho destos miserables,

que el interés le turba y se le niega.

Roberto Cosas he visto aquí que de admirables 25

pueden al más gallardo entendimiento

suspender.

Salec Verás otras más notables.

Ya está a pie el Gran Señor; puedes atento

verle a tu gusto, que el cristiano puede

mirarle rostro a rostro a su contento. 30

A ningún moro o turco se concede

que levante los ojos a miralle,

y en esto a toda majestad excede.

Entra a este instante el Gran Turco con mucho acompañamiento; delante de sí lleva un paje vestido a lo turquesco, con una flecha en la mano, levantada en alto, y detrás del Turco van otros dos garzones con dos bolsas de terciopelo verde, donde ponen los papeles que el Turco les da.

Roberto Por cierto, él es mancebo de buen talle,

y que, de gravedad y bizarría, 35

la fama, con razón, puede loalle.

Salec Hoy hace la zalá en Santa Sofía,

ese templo que ves, que en la grandeza

excede a cuantos tiene la Turquía.

Roberto A encender y a gritar el moro empieza; 40

el Turco se detiene mesurado,

señal de pïedad como de alteza.

El moro llega; un memorial le ha dado;

el Gran Señor le toma y se le entrega

a un bel garzón que casi trai al lado. 45

En tanto que esto dice Roberto y el Turco pasa, tiene Salec doblado el cuerpo y inclinada la cabeza, sin miralle al rostro.

Salec Esta audiencia al que es pobre no se niega.

¿Podré alzar la cabeza?

Roberto Alza y mira,

que ya el Señor a la mezquita llega,

cuya grandeza desde aquí me admira.

Éntrase el Gran Señor, y queda en el teatro Salec y Roberto.

Salec ¿Qué te parece Roberto, 50

de la pompa y majestad

que aquí se te ha descubierto?

Roberto Que no creo a la verdad,

y pongo duda en lo cierto.

Salec De a pie y de a caballo, van 55

seis mil soldados.

Roberto Sí irán.

Salec No hay dudar, que seis mil son.

Roberto Juntamente, admiración

y gusto y asombro dan.

Salec Cuando sale a la zalá 60

sale con este decoro;

y es el día del xumá,

que así al viernes llama el moro.

Roberto ¡Bien acompañado va!

Pero, pues nos da lugar 65

el tiempo, quiero acabar

de contarte lo que ayer

comencé a darte a entender.

Salec Vuelve, amigo, a comenzar.

Roberto «Aquel mancebo que dije 70

vengo a buscar: que le quiero

más que al alma por quien vivo,

más que a los ojos que tengo.

Desde su pequeña edad,

fui su ayo y su maestro, 75

y del templo de la fama

le enseñé el camino estrecho;

encaminéle los pasos

por el angosto sendero

de la virtud; tuve a raya 80

sus juveniles deseos;

pero no fueron bastantes

mis bien mirados consejos,

mis persecuciones cristianas,

del bien y mal mil ejemplos, 85

para que, en mitad del curso

de su más florido tiempo,

amor no le saltease,

monfí de los años tiernos.

Enamoróse de Clara, 90

la hija de aquel Lamberto

que tú en Praga conociste,

teutónico caballero.

Sus padres y su hermosura

nombre de Clara la dieron; 95

pero quizá sus desdichas

en escuridad la han puesto.

Demandóla por esposa,

y no salió con su intento;

no porque no fuese igual 100

y acertado el casamiento,

sino porque las desgracias

traen su corriente de lejos,

y no hay diligencia humana

que prevenga su remedio. 105

Finalmente, él la sacó:

que voluntades que han puesto

la mira en cumplir su gusto,

pierden respetos y miedos.

Solos y a pie, en una noche 110

de las frías del invierno,

iban los pobres amantes,

sin saber adónde, huyendo;

y, al tiempo que ya yo había

echado a Lamberto menos 115

(que éste [es] el nombre del triste

que he dicho que a buscar vengo),

con aliento desmayado,

de un frío sudor cubierto

el rostro, y todo turbado, 120

ante mis ojos le veo.

Arrojóseme a los pies,

la color como de un muerto,

y, con voz interrumpida

de sollozos, dijo: ``Muero, 125

padre y señor, que estos nombres

a tus obras se los debo.

A Clara llevan cautiva

los turcos de Rocaferro.

Yo, cobarde; yo, mezquino 130

y un traidor, que no lo niego,

hela dejado en sus manos,

por tener los pies ligeros.

Esta noche la llevaba

no sé adónde, aunque sé cierto 135

que, si fortuna quisiera,

fuéramos los dos al cielo''.

A la nueva triste y nueva,

en un confuso silencio

quedé, sin osar decirle: 140

``Hijo mío, ¿cómo es esto?''

De aquesta perplejidad

me sacó el marcial estruendo

del rebato a que tocaron

las campanas en el pueblo. 145

Púseme luego a caballo,

salió conmigo Lamberto

en otro, y salió una tropa

de caballos herreruelos.

Con la escuridad, perdimos 150

el rastro de los que hicieron

el robo de Clara, y otros

que con el día se vieron.

Temerosos de celada,

no nos apartamos lejos 155

del lugar, al cual volvimos

cansados y sin Lamberto.»

Salec Pues, ¿cómo? ¿Quedóse aposta?

Roberto «Aposta, a lo que sospecho,

porque nunca ha parecido 160

desde entonces, vivo o muerto.

Su padre ofreció por Clara

gran cantidad de dinero,

pero no le fue posible

cobrarla por ningún precio. 165

Díjose por cosa cierta

que el turco que fue su dueño

la presentó al Gran Señor

por ser hermosa en estremo.»

Por saber si esto es verdad, 170

y por saber de Lamberto,

he venido como has visto

aquí en hábito de griego.

Sé hablar la lengua de modo

que pasar por griego entiendo. 175

Salec Puesto que nunca la sepas,

no tienes de qué haber miedo:

aquí todo es confusión,

y todos nos entendemos

con una lengua mezclada 180

que ignoramos y sabemos.

De mí no te escaparás,

pues cuando te vi, al momento

te conocí.

Roberto ¡Gran memoria!

Salec Siempre la tuve en estremo. 185

Roberto Pues, ¿cómo te has olvidado

de quién eres?

Salec No hablemos

en eso agora: otro día

de mis cosas trataremos;

que, si va a decir verdad, 190

yo ninguna cosa creo.

Roberto Fino ateísta te muestras.

Salec Yo no sé lo que me muestro;

sólo sé que he de mostrarte,

con obras al descubierto, 195

que soy tu amigo, a la traza

como lo fui en algún tiempo;

y, para saber de Clara,

un eunuco del gobierno

del serrallo del Gran Turco 200

podrá hacerme satisfecho,

que es mi amigo. Y, entre tanto,

puedes mirar por Lamberto:

quizá, como tuvo el alma,

también tendrá preso el cuerpo. 205

Éntranse.

Salen Mamí y Rustán, eunucos.

Mamí Ten, Rustán, la lengua muda,

y conmigo no autorices

tu fee, de verdad desnuda,

pues mientes en cuanto dices,

y eres cristiano, sin duda: 210

que el tener ansí encerrada

tanto tiempo y tan guardada

a la cautiva española,

es señal bastante y sola

que tu intención es dañada. 215

Has quitado al Gran Señor

de gozar la hermosura

que tiene el mundo mayor,

siendo mal darle madura

fruta, que verde es mejor. 220

Seis años ha que la celas

y la encubres con cautelas

que ya no pueden durar,

y agora por desvelar

esta verdad te desvelas. 225

Pero, ¡espera, perro, aguarda,

y verás de qué manera

la fe al Gran Señor se guarda!

Rustán ¡Mamí amigo, espera, espera!

Mamí Llega el castigo, aunque tarda; 230

y el que sabe una traición,

y se está sin descubrilla

algún tiempo, da ocasión

de pensar si en consentilla

tuvo parte la intención. 235

La tuya he sabido hoy,

y así, al Gran Señor me voy

a contarle tu maldad.

Éntrase Mamí.

Rustán No hay negalle esta verdad;

por empalado me doy. 240

Sale Doña Catalina de Oviedo, Gran Sultana, vestida a la turquesca.

Sultana Rustán, ¿qué hay?

Rustán Mi señora,

de nuestra temprana muerte

es ya llegada la hora:

que así el alma me lo advierte,

pues en mi costancia llora; 245

que, aunque parezco mujer,

nunca suelo yo verter

lágrimas que den señal

de grande bien o gran mal,

como suele acontecer. 250

Mamí, señora, ha notado,

con astucia y con maldad,

el tiempo que te he guardado,

y ha juzgado mi lealtad

por traición y por pecado. 255

Al Gran Señor va derecho

a contar por malo el hecho

que yo he tenido por bueno,

de malicia y rabia lleno

el siempre maligno pecho. 260

Sultana ¿Qué hemos de hacer?

Rustán Esperar

la muerte con la entereza

que se puede imaginar,

aunque sé que a tu belleza

sultán ha de respetar. 265

No te matará sultán;

quien muera será Rustán,

como deste caso autor.

Sultana ¿Es crüel el Gran Señor?

Rustán Nombre de blando le dan; 270

pero, en efecto, es tirano.

Sultana Con todo, confío en Dios,

que su poderosa mano

ha de librar a los dos

deste temor, que no es vano; 275

y si estuvieren cerrados

los cielos por mis pecados,

por no oír mi petición,

dispondré mi corazón

a casos más desastrados. 280

No triunfará el inhumano

del alma; del cuerpo, sí,

caduco, frágil y vano.

Rustán Este suceso temí

de mi proceder cristiano. 285

Mas no estoy arrepentido;

antes, estoy prevenido

de paciencia y sufrimiento

para cualquiera tormento.

Sultana Con mi intención has venido. 290

Dispuesta estoy a tener

por regalo cualquier pena

que me pueda suceder.

Rustán Nunca a muerte se condena

tan gallardo parecer. 295

Hallarás en tu hermosura,

no pena, sino ventura;

yo, por el contrario estremo,

hallaré, como lo temo,

en el fuego sepultura. 300

Sultana Bien podrá ofrecerme el mundo

cuantos tesoros encierra

la tierra y el mar profundo;

podrá bien hacerme guerra

el contrario sin segundo 305

con una y otra legión

de su infernal escuadrón;

pero no podrán, Dios mío,

como yo de vos confío,

mudar mi buena intención. 310

En mi tierna edad perdí,

Dios mío, la libertad,

que aun apenas conocí;

trújome aquí la beldad,

Señor, que pusiste en mí; 315

si ella ha de ser instrumento

de perderme, yo consiento,

petición cristiana y cuerda,

que mi belleza se pierda

por milagro en un momento; 320

esta rosada color

que tengo, según se muestra

en mi espejo adulador,

marchítala con tu diestra;

vuélveme fea, Señor; 325

que no es bien que lleve palma

de la hermosura del alma

la del cuerpo.

Rustán Dices bien.

Mas no es bien que aquí se estén

nuestros sentidos en calma, 330

sin que demos traza o medio

de buscar a nuestra culpa

o ya disculpa, o remedio.

Sultana Del remedio a la disculpa

hay grandes montes en medio. 335

Vámonos a apercebir,

amigo, para morir

cristianos.

Rustán Remedio es ése

del más subido interese

que al Cielo puedes pedir. 340

Éntranse.

Salen Mamí, el eunuco, y el Gran Turco.

Mamí Morato Arráez, Gran Señor,

te la presentó, y es ella

la primera y la mejor

que del título de bella

puede llevarse el honor. 345

De tus ojos escondido

este gran tesoro ha sido

por industria de Rustán

seis años, y a siete van,

según la cuenta he tenido. 350

Turco ¿Y del modo que has contado

es hermosa?

Mamí Es tan hermosa

como en el jardín cerrado

la entreabierta y fresca rosa

a quien el sol no ha tocado; 355

o como el alba serena,

de aljófar y perlas llena,

al salir del claro Oriente;

o como sol al Poniente,

con los reflejos que ordena. 360

Robó la naturaleza

lo mejor de cada cosa

para formar esta pieza,

y así, la sacó hermosa

sobre la humana belleza. 365

Quitó al cielo dos estrellas,

que puso en las luces bellas

de sus bellísimos ojos,

con que de amor los despojos

se aumentan, pues vive en ellas. 370

El todo y sus partes son

correspondientes de modo,

que me muestra la razón

que en las partes y en el todo

asiste la perfección. 375

Y con esto se conforma

el color, que hace la forma

hermosa en un grado inmenso.

Turco Este loco, a lo que pienso,

de alguna diosa me informa. 380

Mamí A su belleza, que es tanta

que pasa al imaginar,

su discreción se adelanta.

Turco Tú me la harás adorar

por cosa divina y santa. 385

Mamí Tal jamás la ha visto el sol,

ni otra fundió en su crisol

el cielo que la compuso;

y, sobre todo, le puso

el desenfado español. 390

Digo, señor, que es divina

la beldad desta cautiva,

en el mundo peregrina.

Turco De verla el deseo se aviva.

¿Y llámase?

Mamí Catalina, 395

y es de Oviedo el sobrenombre.

Turco ¿Cómo no ha mudado el nombre,

siendo ya turca?

Mamí No sé;

como no ha mudado fe,

no apetece otro renombre. 400

Turco ¿Luego, es cristiana?

Mamí Yo hallo

por mi cuenta que lo es.

Turco ¿Cristiana, y en mi serrallo?

Mamí Más deben de estar de tres;

mas, ¿quién podrá averiguallo? 405

Si otra cosa yo supiera,

como aquésta, la dijera,

sin encubrir un momento

dicho o hecho o pensamiento

que contra ti se ofreciera. 410

Turco Descuido es vuestro y maldad.

Mamí Yo sé decir que te adoro

y sirvo con la lealtad

y con el justo decoro

que debo a tu majestad. 415

Turco Al serrallo iré esta tarde

a ver si yela o si arde

la belleza única y sola

de tu alabada española.

Mamí Mahoma, señor, te guarde. 420

Éntranse estos dos.

Salen Madrigal, cautivo, y Andrés, en hábito de griego.

Madrigal ¡Vive Roque, canalla barretina,

que no habéis de gozar de la cazuela,

llena de boronía y caldo prieto!

Andrea ¿Con quién las has, cristiano?

Madrigal No con naide.

¿No escucháis la bolina y la algazara 425

que suena dentro desta casa?

Dice dentro un judío:

Judío ¡Ah perro!

¡El Dío te maldiga y te confunda!

¡[J]amás la libertad amada alcances!

Andrea Di: ¿por qué te maldicen estos tristes?

Madrigal Entré sin que me viesen en su casa, 430

y en una gran cazuela que tenían

de un guisado que llaman boronía,

les eché de tocino un gran pedazo.

Andrea Pues, ¿quién te lo dio a ti?

Madrigal Ciertos jenízaros

mataron en el monte el otro día 435

un puerco jabalí, que le vendieron

a los cristianos de Mamud Arráez,

de los cuales compré de la papada

lo que está en la cazuela sepultado

para dar sepultura a estos malditos, 440

con quien tengo rencor y mal talante;

a quien el diablo pape, engulla y sorba.

Pónese un judío a la ventana.

Judío ¡Mueras de hambre, bárbaro insolente;

el cuotidiano pan te niegue el Dío;

andes de puerta en puerta mendigando; 445

échente de la tierra como a gafo,

agraz de nuestros ojos, espantajo,

de nuestra sinagoga asombro y miedo,

de nuestras criaturas enemigo

el mayor que tenemos en el mundo! 450

Madrigal ¡Agáchate, judío!

Judío ¡Ay, sin ventura,

que entrambas sienes me ha quebrado! ¡Ay triste!

Andrea Sí, que no le tiraste.

Madrigal ¡Ni por pienso!

Andrea Pues, ¿de qué se lamenta el hideputa?

Dice dentro otro judío:

Judío Quítate, Zabulón, de la ventana, 455

que ese perro español es un demonio,

y te hará pedazos la cabeza

con sólo que te escupa y que te acierte.

¡Guayas, y qué comida que tenemos!

¡Guayas, y qué cazuela que se pierde! 460

Madrigal ¿Los plantos de Ramá volvéis al mundo,

canalla miserable? ¿Otra vez vuelves,

perro?

Judío ¡Qué!, ¿aún no te has ido? ¿Por ventura

quieres atosigarnos el aliento?

Madrigal ¡Recógeme este prisco!

Dicen dentro:

¿No aprovecha 465

decirte, Zabulón, que no te asomes?

Déjale ya en mal hora; éntrate, hijo.

Andrea ¡Oh gente aniquilada! ¡Oh infame, oh sucia

raza, y a qué miseria os ha traído

vuestro vano esperar, vuestra locura 470

y vuestra incomparable pertinacia,

a quien llamáis firmeza y fee inmudable

contra toda verdad y buen discurso!

Ya parece que callan; ya en silencio

pasan su burla y hambre los mezquinos. 475

Español, ¿conocéisme?

Madrigal Juraría

[q]ue en mi vida os he visto.

Andrea Soy Andrea,

la espía.

Madrigal ¿Vos, Andrea?

Andrea Sí, sin duda.

Madrigal ¿El que llevó a Castillo y Palomares,

mis camaradas?

Andrea Y el que llevó a Meléndez, 480

a Arguijo y Santisteban, todos juntos,

y en Nápoles los dejó a sus anchuras,

de la agradable libertad gozando.

Madrigal ¿Cómo me conocistes?

Andrea La memoria

tenéis dada a adobar, a lo que entiendo, 485

o reducida a voluntad no buena.

¿No os acordáis que os vi y hablé la noche

que recogí a los cinco, y vos quisistes

quedaros por no más de vuestro gusto,

poniendo por escusa que os tenía 490

amor rendida el alma, y que una alárabe,

con nuevo cautiverio y nuevas leyes,

os la tenía encadenada y presa?

Madrigal Verdad; y aun todavía tengo el yugo

al cuello, todavía estoy cautivo, 495

todavía la fuerza poderosa

de amor tiene sujeto a mi albedrío.

Andrea Luego, ¿en balde será tratar yo agora

de que os vengáis conmigo?

Madrigal En balde, cierto.

Andrea ¡Desdichado de vos!

Madrigal Quizá dichoso. 500

Andrea ¿Cómo puede ser esto?

Madrigal Son las leyes

del gusto poderosas sobremodo.

Andrea Una resolución gallarda puede

romperlas.

Madrigal Yo lo creo; mas no es tiempo

de ponerme a los brazos con sus fuerzas. 505

Andrea ¿No sois vos español?

Madrigal ¿Por qué? ¿Por esto?

Pues, por las once mil de malla juro,

y por el alto, dulce, omnipotente

deseo que se encierra bajo el hopo

de cuatro acomodados porcionistas, 510

que he de romper por montes de diamantes

y por dificultades indecibles,

y he de llevar mi libertad en peso

sobre los propios hombros de mi gusto,

y entrar triunfando en Nápoles la bella 515

con dos o tres galeras levantadas

por mi industria y valor, y Dios delante,

y dando a la Anunciada los dos bucos,

quedaré con el uno rico y próspero;

y no ponerme ahora a andar por trena, 520

cargado de temor y de miseria.

Andrea ¡Español sois, sin duda!

Madrigal Y soylo, y soylo,

lo he sido y lo seré mientras que viva,

y aun después de ser muerto ochenta siglos.

Andrea ¿Habrá quién quiera libertad huyendo? 525

Madrigal Cuatro bravos soldados os esperan,

y son gente de pluma y bien nacidos.

Andrea ¿Son los que dijo Arguijo?

Madrigal Aquellos mismos.

Andrea Yo los tengo escondidos y a recaudo.

Madrigal ¿Qué turba es ésta? ¿Qué ruïdo es éste? 530

Andrea Es el embajador de los persianos,

que viene a tratar paces con el Turco.

Haceos a aquesta parte mientras pasa.

Entra un embajador, vestido como los que andan aquí, y acompáñanle jenízaros; va como turco.

Madrigal ¡Bizarro va y gallardo por estremo!

Andrea Los más de los persianos son gallardos, 535

y muy grandes de cuerpo, y grandes hombres

de a caballo.

Madrigal Y son, según se dice,

los caballos el nervio de sus fuerzas.

¡Plega a Dios que las paces no se hagan!

¿Queréis venir, Andrea?

Andrea Guía adonde 540

fuere más de tu gusto.

Madrigal Al baño guío

del Uchalí.

Andrea Al de Morato guía,

que he de juntarme allí con otra espía.

Éntranse.

Entra el Gran Turco, Rustán y Mamí.

Turco Flaca disculpa me das

de la traición que me has hecho, 545

mayor que se vio jamás.

Rustán Si bien estás en el hecho,

señor, no me culparás.

Cuando vino a mi poder,

no vino de parecer 550

que pudiese darte gusto,

y fue el reservarla justo

a más tomo y mejor ser;

muchos años, Gran Señor,

profundas melancolías 555

la tuvieron sin color.

Turco ¿Quién la curó?

Rustán Sedequías,

el judío, tu doctor.

Turco Testigos muertos presentas

en tu causa; a fe que intentas 560

escaparte por buen modo.

Rustán Yo digo verdad en todo.

Turco Razón será que no mientas.

Rustán No ha tres días que el sereno

cielo de su rostro hermoso 565

mostró de hermosura lleno;

no ha tres días que un ansioso

dolor salió de su seno.

En efecto: no ha tres días

que de sus melancolías 570

está libre esta española,

que es en la belleza sola.

Turco Tú mientes o desvarías.

Rustán Ni miento ni desvarío.

Puedes hacer la experiencia 575

cuando gustes, señor mío.

Haz que venga a tu presencia:

verás su donaire y brío;

verás andar en el suelo,

con pies humanos, al cielo, 580

cifrado en su gentileza.

Turco De un temor otro se empieza,

de un recelo, otro recelo.

Mucho temo, mucho espero,

mucho puede la alabanza 585

en lengua de lisonjero;

mas la lisonja no alcanza

parte aquí. Rustán, yo quiero

ver esa cautiva luego;

¡ve por ella, y por el dios ciego, 590

que me tïene asombrado,

que a no ser cual la has pintado,

que te he de entregar al fuego!

Éntrase Rustán.

Mamí Si no está en más la ventura

de Rustán, que en ser hermosa 595

la cautiva, y de hermosura

rara, su suerte es dichosa;

libre está de desventura.

Desde ahora muy bien puedes

hacerle, señor, mercedes, 600

porque verás, de aquí a poco,

aquí todo el cielo.

Turco Loco,

a todo hipérbole excedes.

Deja, que es justo, a los ojos

algo que puedan hallar 605

en tan divinos despojos.

Mamí ¿Qué vista podrá mirar

de Apolo los rayos rojos

que no quede deslumbrada?

Turco Tanta alabanza me enfada. 610

Mamí Remítome a la experiencia

que has de hacer con la presencia

désta, en mi lengua, agraviada.

Entran Rustán y la Sultana.

Rustán Háblale mansa y süave,

que importa, señora mía, 615

porque con todos no acabe.

Sultana Daré de la lengua mía

al santo cielo la llave;

arrojaréme a sus pies;

diré que su esclava es 620

la que tiene a gran ventura

besárselos.

Rustán Es cordura

que en ese artificio des.

Sultana Las rodillas en la tierra

y mis ojos en tus ojos, 625

te doy, señor, los despojos

que mi humilde ser encierra;

y si es soberbia el mirarte,

ya los abajo e inclino

por ir por aquel camino 630

que suele más agradarte.

Turco ¡Gente indiscreta, ignorante,

locos, sin duda, de atar,

a quien no se puede hallar,

en ser simples, semejante; 635

robadores de la fama

debida a tan gran sujeto;

mentirosos, en efecto,

que es la traición que os infama!

¡Por cierto que bien se emplea 640

cualquier castigo en vosotros!

Mamí ¡Desdichados de nosotros

si le ha parecido fea!

Turco ¡Cuán a lo humano hablasteis

de una hermosura divina, 645

y esta beldad peregrina

cuán vulgarmente pintastes!

¿No fuera mejor ponella

al par de Alá en sus asientos,

hollando los elementos 650

y una y otra clara estrella,

dando leyes desde allá,

que con reverencia y celo

guardaremos los del suelo,

como Mahoma las da? 655

Mamí ¿No te dije que era rosa

en el huerto a medio abrir?

¿Qué más pudiera decir

la lengua más ingeniosa?

¿No te la pinté discreta 660

cual nunca se vio jamás?

¿Pudiera decirte más

un mentiroso poeta?

Rustán Cielo te la hice yo,

con pies humanos, señor. 665

Turco A hacerla su Hacedor

acertaras.

Rustán Eso no:

que esos grandes atributos

cuadran solamente a Dios.

Turco En su alabanza los dos 670

anduvistes resolutos

y cortos en demasía,

por lo cual, sin replicar,

os he de hacer empalar

antes que pase este día. 675

Mayor pena merecías,

traidor Rustán, por ser cierto

que me has tenido encubierto

tan gran tesoro tres días.

Tres días has detenido 680

el curso de mi ventura;

tres días en mal segura

vida y penosa he vivido;

tres días me has defraudado

del mayor bien que se encierra 685

en el cerco de la tierra

y en cuanto vee el sol dorado.

Morirás, sin duda alguna,

hoy, en este mismo día:

que, a do comienza la mía, 690

ha de acabar tu fortuna.

Sultana Si ha hallado esta cautiva

alguna gracia ante ti,

vivan Rustán y Mamí.

Turco Rustán muera; Mamí viva. 695

Pero maldigo la lengua

que tal cosa pronunció;

vos pedís; no otorgo yo.

Recompensaré esta mengua

con haceros juramento, 700

por mi valor todo junto,

de no discrepar un punto

de hacer vuestro mandamiento.

No sólo viva Rustán;

pero, si vos lo queréis, 705

los cautivos soltaréis,

que en las mazmorras están;

porque a vuestra voluntad

tan sujeta está la mía,

como está a la luz del día 710

sujeta la escuridad.

Sultana No tengo capacidad

para tanto bien, señor.

Turco Sabe igualar el amor

el vos y la majestad. 715

De los reinos que poseo,

que casi infinitos son,

toda su juridición

rendida a la tuya veo;

ya mis grandes señoríos, 720

que grande señor me han hecho,

por justicia y por derecho,

son ya tuyos más que míos;

y, en pensar no te demandes

esto soy, aquello fui; 725

que, pues me mandas a mí,

no es mucho que al mundo mandes.

Que seas turca o seas cristiana,

a mí no me importa cosa;

esta belleza es mi esposa, 730

y es de hoy más la Gran Sultana.

Sultana Cristiana soy, y de suerte,

que de la fe que profeso

no me ha de mudar exceso

de promesas ni aun de muerte. 735

Y mira que no es cordura

que entre los tuyos se hable

de un caso que, por notable,

se ha de juzgar por locura.

¿Dónde, señor, se habrá visto 740

que asistan dos en un lecho,

que el uno tenga en el pecho

a Mahoma, el otro a Cristo?

Mal tus deseos se miden

con tu supremo valor, 745

pues no junta bien Amor

dos que las leyes dividen.

Allá te avén con tu alteza,

con tus ritos y tu secta,

que no es bien que se entremeta 750

con mi ley y mi bajeza.

Turco En estos discursos entro,

pues Amor me da licencia;

yo soy tu circunferencia,

y tú, señora, mi centro; 755

de mí a ti han de ser iguales

las cosas que se trataren,

sin que en otro punto paren

que las haga desiguales.

La majestad y el Amor 760

nunca bien se convinieron,

y en la igualdad le pusieron,

los que hablaron del mejor.

Deste modo se adereza

lo que tú ves despüés: 765

que, humillándome a tus pies,

te levanto a mi cabeza.

Iguales estamos ya.

Sultana Levanta, señor, levanta,

que tanta humildad espanta. 770

Mamí Rindióse; vencido está.

Sultana Una merced te suplico,

y me la has de conceder.

Turco A cuanto quieras querer

obedezco y no replico. 775

Suelta, condena, rescata,

absuelve, quita, haz mercedes,

que esto y más, señora, puedes:

que Amor tu imperio dilata.

Pídeme los imposibles 780

que te ofreciere el deseo,

que, en fe de ser tuyo, creo

que los he de hacer posibles.

No vengas a contentarte

con pocas cosas, mi amor; 785

que haré, siendo pecador,

milagros por agradarte.

Sultana Sólo te pido tres días,

Gran Señor, para pensar...

Turco Tres días me han de acabar. 790

Sultana ...en no sé qué dudas mías,

que escrupulosa me han hecho,

y, éstos cumplidos, vendrás,

y claramente verás

lo que tienes en mi pecho. 795

Turco Soy contento. Queda en paz,

guerra de mi pensamiento,

de mis placeres aumento,

de mis angustias solaz.

Vosotros, atribulados 800

y alegres en un instante,

llevaréis de aquí adelante

vuestros gajes seisdoblados.

Entra, Rustán; da las nuevas

a esas cautivas todas 805

de mis esperadas bodas.

Mamí ¡Gentil recado les llevas!

Turco Y como a cosa divina,

y esto también les dirás,

sirvan y adoren de hoy más, 810

a mi hermosa Catalina.

Éntranse el Turco, Mamí y Rustán, y queda en el teatro sola la Sultana.

Sultana ¡A ti me vuelvo, Gran Señor, que alzaste,

a costa de tu sangre y de tu vida,

la mísera de Adán primer caída,

y, adonde él nos perdió, Tú nos cobraste. 815

A Ti, Pastor bendito, que buscaste

de las cien ovejuelas la perdida,

y, hallándola del lobo perseguida,

sobre tus hombros santos te la echaste;

a Ti me vuelvo en mi af[l]ición amarga, 820

y a Ti toca, Señor, el darme ayuda:

que soy cordera de tu aprisco ausente,

y temo que, a carrera corta o larga,

cuando a mi daño tu favor no acuda,

me ha de alcanzar esta infernal serpiente! 825



Fin de la primera jornada










JORNADA SEGUNDA




Traen dos moros atado a Madrigal, las manos atrás, y sale con ellos el gran cadí, que es el juez obispo de los turcos.

Moro 1 Como te habemos contado,

por aviso que tuvimos,

en fragante le cogimos

cometiendo el gran pecado.

La alárabe queda presa, 830

y, como se vee con culpa

que car[e]ce de disculpa,

toda su maldad confiesa.

Cadí Dad con ellos en la mar,

de pies y manos atados, 835

y de peso acomodados,

que no los dejen nadar;

pero si moro se vuelve,

casaldos, y libres queden.

Madrigal Hermanos, atarme pueden. 840

Cadí ¿En qué el perro se resuelve:

en casarse, o en morir?

Madrigal Todo es muerte, y todo es pena;

ninguna cosa hallo buena

en casarme ni en vivir. 845

Como la ley no dejara

en la cual pienso salvarme,

la vida, con el casarme,

aunque es muerte, dilatara;

pero casarme y ser moro 850

son dos muertes, de tal suerte,

que atado corro a la muerte

y suelto mi ley adoro.

Mas yo sé que desta vez

no he de morir, señor bueno. 855

Cadí ¿Cómo, si yo te condeno,

y soy supremo jüez?

De las sentencias que doy

no hay apelación alguna.

Madrigal Con todo, de mi fortuna, 860

aunque mala, alegre estoy.

La piedra tendré ya puesta

al cuello, y has de pensar

que no me pienso anegar;

y desto haré buena puesta. 865

Y, porque no estés suspenso,

haz salir estos dos fuera:

diréte de la manera

que ha de ser, según yo pienso.

Cadí Idos, y dejalde atado, 870

que quiero ver de la suerte

cómo escapa de la muerte,

a quien está condenado.

Vanse los dos moros.

Madrigal Si de bien tendrás memoria,

porque no es posible menos, 875

de aquel sabio cuyo nombre

fue Apolonio Tianeo,

el cual, según que lo sabes,

o fuese favor del cielo,

o fuese ciencia adquirida 880

con el trabajo y el tiempo,

supo entender de las aves

el canto tan por estremo,

que en oyéndolas decía:

``Esto dicen''. Y esto es cierto. 885

Ora cantase el canario,

ora trinase el jilguero,

ora gimiese la tórtola,

ora graznasen los cuervos,

desde el pardal malicioso 890

hasta el águila de imperio,

de sus cantos entendía

los escondidos secretos.

Éste fue, según es fama,

abuelo de mis abuelos, 895

a quien dejó de su gracia

por únicos herederos.

Uno la supo de todos

los que en aquel tiempo fueron,

y no la hereda más de uno 900

de sus más cercanos deudos.

De deudo a deudo ha venido,

con el valor de los tiempos,

a encerrarse esta ventura

en mi desdichado pecho. 905

A esta mañana, que iba

al pecado, porque vengo

a tener cercada el alma

de esperanzas y de miedos,

oí en casa de un judío 910

a un ruiseñor pequeñuelo,

que, con divina armonía,

aquesto estaba diciendo:

``¿Adónde vas, miserable?

Tuerce el paso, y hurta el cuerpo 915

a la ocasión que te llama

y lleva a tu fin postrero.

Cogeránte en el garlito,

ya cumplido tu deseo;

morirás, sin duda alguna, 920

si te falta este remedio.

Dile al jüez de tu causa

que han decretado los cielos

que muera de aquí a seis días

y baje al estigio reino; 925

pero que si hiciere emienda

de tres grandes desafueros

que a dos moros y una viuda

no ha muchos años que ha hecho;

y si hiciere la zalá, 930

lavando el cuerpo primero

con tal agua (y dijo el agua,

que yo decirte no quiero),

tendrá salud en el alma,

tendrá salud en el cuerpo, 935

y será del Gran Señor

favorecido en estremo''.

Con esta gracia admirable,

otra más subida tengo:

que hago hablar a las bestias 940

dentro de muy poco tiempo.

Y aquel valiente elefante

del Gran Señor, yo me ofrezco

de hacerle hablar en diez años

distintamente turquesco; 945

y cuando desto faltare,

que me empalen, que en el fuego

me abrasen, que desmenucen

brizna a brizna estos mis miembros.

Cadí El agua me has de decir, 950

que importa.

Madrigal Su tiempo espero,

porque ha de ser distilada

de ciertas yerbas y yezgos.

Tú no la conocerás;

yo sí, y al cielo sereno 955

se han de coger en tres noches.

Desátale.

Cadí En tu libertad te vuelvo.

Pero una cosa me tiene

confuso, amigo, y perplejo:

que no sé cuál viuda sea, 960

ni cuáles moros sean éstos

a quien he de hacer la enmienda:

que veo que son sin cuento

los moros de mí ofendidos,

y viudas pasan de ciento. 965

Madrigal Iré a oír al ruiseñor

otra vez, y yo sé cierto

que él me dirá en su cántico

quién son los que no sabemos.

Cadí A estos moros les diré 970

la causa por que te suelto,

que será que al elefante

has de hacer hablar turquesco.

Pero dime: ¿acaso sabes

hablar turco?

Madrigal ¡Ni por pienso! 975

Cadí Pues, ¿cómo de lo que ignoras

quieres mostrarte maestro?

Madrigal Aprenderé cada día

lo que mostrarle pretendo,

pues habrá tiempo en diez años 980

de aprender el turco y griego.

Cadí Dices verdad. Mira, amigo,

que mi vida te encomiendo:

que será desto la paga

tu libertad, por lo menos. 985

Madrigal ¡Penitencia, gran cadí;

penitencia y buen deseo

de no hacer de aquí adelante

tantos tuertos a derechos!

Cadí No se te olviden las yerbas, 990

que es la importancia del hecho

memorable que me has dicho,

y sin duda alguna creo:

que ya sé que fue en el mundo

Apolonio Tianeo, 995

que entendía de las aves

el canto, y también entiendo

que hay arte que hace hablar

a los mudos.

Madrigal ¡Bueno es eso!

Al elefante os aguardo, 1000

y las yerbas os espero.

Éntranse.

Parece el Gran Turco detrás de unas cortinas de tafetán verde; salen cuatro bajaes ancianos; siéntanse sobre alfombras y almohadas; entra el embajador de Persia, y al entrar le echan encima una ropa de brocado; llévanle dos turcos de brazo, habiéndole mirado primero si trae armas encubiertas; llévanle a asentar en una almohada de terciopelo; descúbrese la cortina; parece el Gran Turco. (Mientras esto se hace puede[n] sonar chirimías). Sentados todos, dice el embajador:

Embajador Prospere Alá tu poderoso Estado,

señor universal casi del suelo;

sea por luengos siglos dilatado,

por suerte amiga y por querer del cielo. 1005

La embajada de aquél que me ha enviado,

con preámbulos cortos, como suelo,

diré, si es que me das de hablar licencia;

que sin ella enmudezco en tu presencia.

Bajá 1 Di con la brevedad que has prometido, 1010

que si es con la que sueles, será parte

a darte el Gran Señor atento oído,

puesto que le forzamos a escucharte.

Por muchas persuasiones ha venido

a darte audiencia y a respuesta darte; 1015

que pocas veces oye al enemigo.

Di, pues; que ya eres largo.

Embajador Pues ya digo.

Dice el Soldán, señor, que, si tú gustas

de paz, que él te la pide, y que se haga

con leyes tan honestas y tan justas, 1020

que el tiempo o el rencor no las deshaga;

si a la suya, que es buena, tu alma ajustas,

dar el cielo a los dos será la paga.

Bajá 2 No aconsejes; propón, di tu emb[a]jada.

Embajador Toda en pedir la paz está cifrada. 1025

Bajá 1 Ese cabeza roja, ese maldito,

que de las ceremonias de Mahoma,

con depravado y bárbaro apetito,

unas cosas despide y otras toma,

bien debe de pensar que el infinito 1030

poder, que al mundo espanta, estrecha y doma,

del Gran Señor, el cielo tal le tenga,

que hacer paces infames le convenga.

Su mendiguez sabemos y sus mañas,

por quien con él de nuevo me enemisto, 1035

viendo que el grande rey de las Españas

muchos persianos en su Corte ha visto.

Éstas son de tu dueño las hazañas;

pedir favor a quien adora en Cristo;

y como ve que el ayudarle niega, 1040

por paz cobarde en ruego humilde ruega.

Embajador Aquella majestad que tiene al mundo

admirado y suspenso; el verdadero

retrato de Filipo, aquel Segundo,

que sólo pudo darse a sí tercero; 1045

aquel cuyo valor alto y profundo

no es posible alabarle como quiero;

aquel, en fin, que el sol, en su camino,

mirando va sus reinos de contino;

llevado en vuelo de la buena fama 1050

su nombre y su virtud a los oídos

del Soldán, mi señor, así le inflama

el deseo de verle los sentidos,

que a mí me insiste, solicita y llama

y manda que por pasos no entendidos, 1055

por mares y por reinos diferentes,

vaya a ver al gran rey.

Bajá 1 ¿Esto consientes?

Echadle fuera. Adulador, camina;

embajador cristiano. Echadle fuera;

que, de los que profesan su dotrina, 1060

algún buen fruto por jamás se espera.

El cuerpo dobla; la cabeza inclina.

Echadle, digo.

Bajá 2 ¿No es mejor que muera?

Bajá 1 Goce de embajador la preeminencia,

que es la que no ejecuta esa sentencia. 1065

Échanle a empujones al embajador.

No es mucho, Gran Señor, que me desmande

a alzar la voz, de cólera encendido:

que no ha sido pequeña, sino grande,

la desvergüenza deste fementido.

Vea tu majestad ahora, y mande 1070

la respuesta que más fuere servido

que se le dé a este can.

Turco Comunicadme

y, cual el caso pide, aconsejadme.

Mirad bien si la paz es conveniente

y honrosa.

Bajá 2 A lo que yo descubro y veo, 1075

que sosegar las armas del Oriente,

no te puede pedir más el deseo,

con tanto que el persiano no alce frente

contra ti. Triste historia es la que leo;

que a nosotros la Persia así nos daña, 1080

que es lo mismo que Flandes para España.

Conviene hacer la paz, por las razones

que en este pergamino van escritas.

Turco Presto a la paz ociosa te dispones;

presto el regalo blando solicitas. 1085

Tú, Braín valeroso, ¿no te opones

a Mustafá? ¿Por dicha, solicitas

también la paz?

Bajá 1 La guerra facilito,

y daré las razones por escrito.

Turco Veréla y veré lo que contiene, 1090

y de mi parecer os daré parte.

Bajá 1 Alá, que el mundo entre los dedos tiene,

te entregue dél la rica y mayor parte.

Baja 2 Mahoma así la paz dichosa ordene,

que se oiga el son del belicoso Marte, 1095

no en Persia, sino en Roma, y tus galeras

corran del mar de España las riberas.

Éntranse.

Sale la Sultana y Rustán.

Rustán Como de su alhaja, puede

gozar de ti a su contento.

Sultana La viva fe de mi intento 1100

a toda su fuerza excede:

resuelta estoy de morir,

primero que darle gusto.

Rustán Contra intento que es tan justo

no tengo qué te decir; 1105

pero mira que una fuerza

tal puede mucho, señora;

y mira bien que a ser mora

no te induce ni te fuerza.

Sultana ¿No es grandísimo pecado 1110

el juntarme a un infïel?

Rustán Si pudieras huir dél,

te lo hubiera aconsejado;

mas cuando la fuerza va

contra razón y derecho, 1115

no está el pecado en el hecho,

si en la voluntad no está;

condénanos la intención

o nos salva en cuanto hacemos.

Sultana Eso es andar por estremos. 1120

Rustán Sí; mas puestos en razón:

que el alma no es bien peligre

cuando por fuerza de brazos

echan a su cuerpo lazos

que rendirán a una tigre. 1125

Desta verdad se recibe

la que no habrá quien la tuerza:

que peca el que hace la fuerza,

pero no quien la recibe.

Sultana Mártir seré si consiento 1130

antes morir que pecar.

Rustán Ser mártir se ha de causar

por más alto fundamento,

que es por el perder la vida

por confesión de la fe. 1135

Sultana Esa ocasión tomaré.

Rustán ¿Quién a ella te convida?

Sultán te quiere cristiana,

y a fuerza, si no de grado,

sin darle muerte al ganado 1140

podrá gozar de la lana.

Muchos santos desearon

ser mártires, y pusieron

los medios que convinieron

para serlo, y no bastaron: 1145

que al ser mártir se requiere

virtud sobresingular,

y es merced particular

que Dios hace a quien Él quiere.

Sultana Al cielo le pediré, 1150

ya que no merezco tanto,

que a mi propósito santo

de su firmeza le dé;

haré lo que fuere en mí,

y en silencio, en mis recelos, 1155

daré voces a los cielos.

Rustán Calla, que viene Mamí.

Entra Mamí.

Mamí El Gran Señor viene a verte.

Sultana ¡Vista para mí mortal!

Mamí Hablas, señora, muy mal. 1160

Sultana Siempre hablaré desta suerte;

y no quieras tú mostrarte

prudente en aconsejarme.

Mamí Sé que vendrás a mandarme,

y no es bien descontentarte. 1165

Entra el Gran Turco.

Turco ¡Catalina!

Sultana Ése es mi nombre.

Turco Catalina la Otomana

te llamarán.

Sultana Soy cristiana,

y no admito el sobrenombre,

porque es el mío de Oviedo, 1170

hidalgo, ilustre y cristiano.

Turco No es humilde el otomano.

Sultana Esa verdad te concedo:

que en altivo y arrogante

ninguno igualarte puede. 1175

Turco Pues el tuyo al mío excede

y en todo le va adelante,

pues que desprecias por él

al mayor que el suelo tiene.

Sultana Sé yo que en él se contiene 1180

lo que es de estimar en él,

que es el darme a conocer

por cristiana si me nombran.

Turco Tus libertades me asombran,

que son más que de mujer; 1185

pero bien puedes tenellas

con quien solamente puede

aquello que le concede

el valor que vive en ellas.

Dél conozco que te estimas 1190

en todo aquello que vales,

y con arrogancias tales

me alegras y me lastimas.

Muéstrate más soberana,

haz que te tenga respeto 1195

el mundo, porque, en efeto,

has de ser la Gran Sultana.

Y doyte la preeminencia

desde luego: ya lo eres.

Sultana ¿Dar a una tu esclava quieres 1200

de tu esposa la excelencia?

Míralo bien, porque temo

que has de arrepentirte presto.

Turco Ya lo he mirado, y en esto

no hago ningún estremo, 1205

si ya no fuese el de hacer

que con la sangre otomana

mezcle la tuya cristiana

para darle mayor ser.

Si el fruto que de ti espero 1210

llega a colmo, verá el mundo

que no ha de tener segundo

el que me dieres primero.

No habrá descubierto el sol,

en cuanto ciñe y rodea, 1215

no, quien pase, que igual sea

a un otomano español.

Mira a lo que te dispones,

que ya mi alma adivina

que has de parir, Catalina, 1220

hermosísimos leones.

Sultana Antes tomara engendrar

águilas.

Turco A tu fortuna

no hay dificultad alguna

que la pueda contrastar. 1225

En la cumbre de la rueda

estás, y, aunque varïable,

contigo ha de ser estable,

estando en tu gloria queda.

Daréte la posesión 1230

de mi alma aquesta tarde,

y la de mi cuerpo, que arde

en llamas de tu afición;

afición, de amor interno,

que, con poderoso brío, 1235

de mi alma y mi albedrío

tiene el mando y el gobierno.

Sultana He de ser cristiana.

Turco Sélo;

que a tu cuerpo, por agora,

es el que mi alma adora 1240

como si fuese su cielo.

¿Tengo yo a cargo tu alma,

o soy Dios para inclinalla,

o ya de hecho llevalla

donde alcance eterna palma? 1245

Vive tú a tu parecer,

como no vivas sin mí.

Rustán ¿Qué te parece, Mamí?

Mamí ¡Mucho puede una mujer!

Sultana No me has de quitar, señor, 1250

que con cristianos no tr[a]te.

Mamí Éste es grande disparate,

y el concederle, mayor.

Turco Tal te veo y tal me veo,

que con grave imperio y firme 1255

puedes, Sultana, pedirme

cuanto te pida el deseo.

De mi voluntad te he dado

entera juridición;

tus deseos míos son: 1260

mira si estoy obligado

a cumplillos.

Mamí Caso grave,

y entre turcos jamás visto,

andar por aquí tu Cristo,

Rustán.

Rustán Él mismo lo sabe. 1265

Él suele, Mamí, sacar

de mucho mal mucho bien.

Turco Tus aranceles me den

el modo que he de guardar

para no salir un punto 1270

de tu gusto; que el sabelle

y el entendelle y hacelle

estará en mi alma junto.

Saca de aquesta humildad,

bellísima Catalina, 1275

que se guía y se encamina

a rendir su voluntad.

No quiero gustos por fuerza

de gran poder conquistados:

que nunca son bien logrados 1280

los que se toman por fuerza.

Como a mi esclava, en un punto

pudiera gozarte agora;

mas quiero hacerte señora,

por subir el bien de punto; 1285

y, aunque del cercado ajeno

es la fruta más sabrosa

que del propio, ¡estraña cosa!,

por la que es tan mía peno.

Entre las manos la tengo, 1290

y entre la boca y las manos

desparece. ¡Oh, miedos vanos,

y a cuántas bajezas vengo!

Puedo cumplir mi des[e]o,

y estoy en comedimientos. 1295

Rustán Humilla tus pensamientos,

porque muy airado veo

al Gran Señor; no fabriques

tu tristeza en su pesar,

y a quien ya puedes mandar, 1300

no será bien que supliques.

Sultana Dio el temor con mi buen celo

en tierra. ¡Oh pequeña edad!

¡Con cuánta facilidad

te rinde cualquier recelo! 1305

Gran Señor, veisme aquí; postro

las rodillas ante ti;

tu esclava soy.

Turco ¿Cómo así?

Alza, señora, ese rostro,

y en esos sus soles dos, 1310

que tanto le hermosean,

harás que mis ojos vean

el grande poder de Dios,

o de la naturaleza,

a quien Alá dio poder 1315

para que pudiese hacer

milagros en su belleza.

Sultana Advierte que soy cristiana,

y que lo he de ser contino.

Mamí ¡Caso estraño y peregrino: 1320

cristiana una Gran Sultana!

Turco Puedes dar leyes al mundo,

y guardar la que quisieres:

no eres mía, tuya eres,

y a tu valor sin segundo 1325

se le debe adoración,

no sólo humano respeto;

y así, de guardar prometo

las sombras de tu intención.

Mamí, tráeme, ¡así tú vivas!, 1330

a que den en mi presencia

a Sultana la obediencia

del serrallo las cautivas.

Éntrase Mamí.

Reveréncienla, no sólo

los que obediencia me dan, 1335

sino las gentes que están

desde éste al contrario polo.

Sultana ¡Mira, señor, que ya pasan

tus deseos de lo justo!

Turco Las cosas que me dan gusto 1340

no se miden ni se tasan;

todas llegan al estremo

mayor que pueden llegar,

y para las alcanzar

siempre espero, nunca temo. 1345

Vuelve Mamí, y con él Clara, llamada Zaida, y Zelinda, que es Lamberto, el que busca Roberto.

Mamí Todas vienen.

Turco Éstas dos

den la obediencia por todas.

Zaida Hagan dichosas tus bodas

las bendiciones de Dios;

fecundo tu seno sea, 1350

y, con parto sazonado,

del Gran Señor el Estado

con mayorazgo se vea;

logres la intención que tienes,

que ya de Rustán la sé, 1355

y en varios modos te dé

el mundo mil parabienes.

Zelinda Hermosísima española,

corona de su nación,

única en la discreción, 1360

y en buenos intentos sola;

traiga a colmo tu deseo

el Cielo, que le conoce,

y en estas bodas se goce

el dulce y santo Himeneo; 1365

por tu parecer se rija

el imperio que posees;

ninguna cosa desees

que el no alcanzalla te aflija;

de ensalzarte es cosa llana 1370

que Mahoma el cargo toma.

Turco No le nombréis a Mahoma,

que la Sultana es cristiana.

Doña Catalina es

su nombre, y el sobrenombre 1375

de Oviedo, para mí, nombre

de riquísimo interés;

porque, a tenerle de mora,

nunca a mi poder llegara,

ni del tesoro gozara 1380

que en su hermosura mora.

Ya como a cosa divina,

sin que lo encubra el silencio,

el gran nombre reverencio

de mi hermosa Catalina. 1385

Para celebrar las bodas,

que han de dar asombro al suelo,

déme de su gloria el cielo

y acudan mis gentes todas;

concédame el mar profundo, 1390

de sus senos temerosos,

los pescados más sabrosos;

sus riquezas me dé el mundo;

denme la tierra y el viento

aves y caza, de modo 1395

que esté en cada una el todo

del más gustoso alimento.

Sultana Mira, señor, que me agravia

el bien que de mí pregonas.

Turco Denme para tus coronas 1400

perlas el Sur, oro Arabia,

púrpura Tiro y olores

la Sabea, y, finalmente,

denme para ornar tu frente

abril y mayo sus flores; 1405

y si os parece que el modo

de pedir ha dado indicio

de tener poco juïcio,

venid y veréislo todo.

Éntranse todos, si no es Zaida y Zelinda.

Zelinda ¡Oh Clara! ¡Cuán turbias van 1410

nuestras cosas! ¿Qué haremos?

Que ya están en los estremos

del más sin remedio afán.

¿Yo varón, y en el serrallo

del Gran Turco? No imagino 1415

traza, remedio o camino

a este mal.

Zaida Ni yo le hallo.

¡Grande fue tu atrevimiento!

Zelinda Llegó do llegó el Amor,

que no repara en temor 1420

cuando mira a su contento.

Entre una y otra muerte,

por entre puntas de espadas

contra mí desenvainadas,

entrara, mi bien, a verte. 1425

Ya te he visto y te he gozado,

y a este bien no llega el mal

que suceda, aunque mortal.

Zaida Hablas como enamorado:

todo eres brío, eres todo 1430

valor y todo esperanza;

pero nuestro mal no alcanza

remedio por ningún modo:

que desta triste morada,

por nuestro mal conocida, 1435

es la muerte la salida

y desventura la entrada.

De aquí no hay pensar huir

a más seguro lugar:

que sólo se ha de escapar 1440

con las alas del morir.

Ningún cohecho es bastante

que a las guardas enternezca,

ni remedio que se ofrezca

que el morir no esté delante. 1445

¿Yo preñada, y tú varón,

y en este serrallo? Mira

adónde pone la mira

nuestra cierta perdición.

Zelinda ¡Alto! Pues se ha de acabar 1450

en muerte nuestra fortuna,

no esperar salida alguna

es lo que se ha de esperar;

pero estad, Clara, advertida

que hemos de morir de suerte 1455

que nos granjee la muerte

nueva y perdurable vida.

Quiero decir que muramos

cristianos en todo caso.

Zaida De la vida no hago caso, 1460

como a tal muerte corramos.

Éntranse.

Sale Madrigal, el maestro del elefante, con una trompetilla de hoja de lata, y sale con él Andrea, la espía.

Andrea ¡Bien te dije, Madrigal,

que la alárabe algún día

a la muerte te traería!

Madrigal Más bien me hizo que mal. 1465

Andrea Maestro de un elefante

te hizo.

Madrigal ¿Ya es barro, Andrea?

Podrá ser que no se vea

jamás caso semejante.

Andrea Al cabo, ¿no has de morir 1470

cuando caigan en el caso

de la burla?

Madrigal No hace al caso.

Déjame agora vivir,

que, en término de diez años,

o morirá el elefante, 1475

o yo, o el Turco, bastante

causa a reparar mi[s] daño[s].

¿No fuera peor dejarme

arrojar en un costal,

por lo menos en la mar, 1480

donde pudiera ahogarme,

sin que pudiera valerme

de ser grande nadador?

¿No estoy agora mejor?

¿No podéis vos socorrerme 1485

agora con más provecho

vuestro y mío?

Andrea Así es verdad.

Madrigal Andrea, considerad

que este hecho es un gran hecho,

y aun salir con él entiendo 1490

cuando menos os pensáis.

Andrea Gracias, Madrigal, tenéis,

que al diablo las encomiendo.

¿El elefante ha de hablar?

Madrigal No quedará por maestro; 1495

y él es animal tan diestro,

que me hace imaginar

que tiene algún no sé qué

de discurso racional.

Andrea Vos sí sois el animal 1500

sin razón, como se ve,

pues en disparates dais

en que no da quien la tiene.

Madrigal Darlo a entender me conviene

así al Cadí.

Andrea Bien andáis; 1505

pero no os cortéis conmigo

las uñas, que no es razón.

Madrigal Es mi propria condición

burlarme del más amigo.

Andrea ¿Esa trompeta es de plata? 1510

Madrigal De plata la pedí yo;

mas dijo quien me la dio

que bastaba ser de lata.

Al elefante con ella

he de hablar en el oído. 1515

Andrea ¡Trabajo y tiempo perdido!

Madrigal ¡Traza ilustre y burla bella!

Cien ásperos cada día

me dan por acostamiento.

Andrea ¿Dos escudos? ¡Gentil cuento! 1520

¡Buena va la burlería!

Madrigal El cadí es éste. A más ver,

que me convïene hablalle.

Andrea ¿Querrás de nuevo engañalle?

Madrigal Podrá ser que pueda ser. 1525

Vase Andrea, y entra el Cadí.

Cadí Español, ¿has comenzado

a enseñar al elefante?

Madrigal Sí; y está muy adelante:

cuatro liciones le he dado.

Cadí ¿En qué lengua?

Madrigal En vizcaína, 1530

que es lengua que se averigua

que lleva el lauro de antigua

a la etiopía y abisina.

Cadí Paréceme lengua estraña.

¿Dónde se usa?

Madrigal En Vizcaya. 1535

Cadí ¿Y es Vizcaya...?

Madrigal Allá en la raya

de Navarra, junto a España.

Cadí Esta lengua de valor

por su antigüedad es sola;

enséñale la española, 1540

que la entendemos mejor.

Madrigal De aquéllas que son más graves,

le diré las que supiere,

y él tome la que quisiere.

Cadí ¿Y cuáles son las que sabes? 1545

Madrigal La jerigonza de ciegos,

la bergamasca de Italia,

la gascona de la Galia

y la antigua de los griegos;

con letras como de estampa 1550

una materia le haré,

adonde a entender le dé

la famosa de la hampa;

y si de aquéstas le pesa,

porque son algo escabrosas, 1555

mostraréle las melosas

valenciana y portuguesa.

Cadí A gran peligro se arrisca

tu vida si el elefante

no sale grande estudiante 1560

en la turquesca o morisca

o en la española, a lo menos.

Madrigal En todas saldrá perito,

si le place al infinito

sustentador de los buenos, 1565

y aun de los malos, pues hace

que a todos alumbre el sol.

Cadí Hazme un placer, español.

Madrigal Por cierto que a mí me place.

Declara tu voluntad, 1570

que luego será cumplida.

Cadí Será el mayor que en mi vida

pueda hacerme tu amistad.

Dime: ¿qué iban hablando,

con acento bronco y triste, 1575

aquellos cuervos que hoy viste

ir por el aire volando?

Que por entonces no pude

preguntártelo.

Madrigal Sabrás

(y de aquesto que me oirás 1580

no es bien que tu ingenio dude),

sabrás, digo, que trataban

que al campo de Alcudia irían,

lugar donde hartar podían

la gran hambre que llevaban: 1585

que nunca falta res muerta

en aquellos campos anchos,

donde podrían sus panchos

de su hartura hallar la puerta.

Cadí Y esos campos, ¿dónde están? 1590

Madrigal En España.

Cadí ¡Gran viaje!

Madrigal Son los cuervos de volaje

tan ligeros, que se van

dos mil leguas en un tris:

que vuelan con tal instancia, 1595

que hoy amanecen en Francia,

y anochecen en París.

Cadí Dime: ¿qué estaba diciendo

aquel colorín ayer?

Madrigal Nunca le pude entender; 1600

es húngaro: no le entiendo.

Cadí Y aquella calandria bella,

¿supiste lo que decía?

Madrigal Una cierta niñería

que no te importa sabella. 1605

Cadí Yo sé que me lo dirás.

Madrigal Ella dijo, en conclusión,

que andabas tras un garzón,

y aun otras cosillas más.

Cadí Pues, ¡válgala Lucifer!, 1610

¿a qué se mete conmigo?

Madrigal Si hay algo de lo que digo,

verás que la sé entender.

Cadí No va muy descaminada;

pero no ha llegado el juego 1615

a que me abrase en tal fuego.

No digas a nadie nada,

que el crédito quedaría

granjeado a buenas noches.

Madrigal Para hablar en tus reproches, 1620

es muda la lengua mía.

Bien puedes a sueño suelto

dormir en mi confianza,

pues de hablar en tu alabanza

para siempre estoy resuelto. 1625

Puesto que los tordos sean

de tu ruindad pregoneros,

y la digan los silgueros

que en los pimpollos gorjean;

ora los asnos roznando 1630

digan tus males protervos,

ora graznando los cuervos,

o los canarios cantando:

que, pues yo soy aquel solo

que los entiende, seré 1635

aquel que los callaré

desde el uno al otro polo.

Cadí ¿No habrá pájaro que cante

alguna virtud de mí?

Madrigal Respetaránte, ¡oh cadí!, 1640

si puedo, de aquí adelante:

que, apenas veré en sus labios

dar indicios de tus menguas,

cuando les corte las lenguas,

en pena de tus agravios. 1645

Entra Rustán, el eunuco, y tras él un cautivo anciano, que se pone a escuchar lo que hablan.

Cadí Buen Rustán, ¿adónde vais?

Rustán A buscar un tarasí

español.

Madrigal ¿No es sastre?

Rustán Sí.

Madrigal Sin duda que me buscáis,

pues soy sastre y español, 1650

y de tan grande tijera

que no la tiene en su esfera

el gran tarasí del sol.

¿Qué hemos de cortar?

Rustán Vestidos

ricos para la Sultana, 1655

que se viste a la cristiana.

Cadí ¿Dónde tenéis los sentidos?

Rustán, ¿qué es lo que decís?

¿Ya hay Sultana, y que se viste

a la cristiana?

Rustán No es chiste; 1660

verdades son las que oís.

Doña Catalina ha nombre

con sobrenombre de Oviedo.

Cadí Vos diréis algún enredo

con que me enoje y asombre. 1665

Rustán Con una hermosa cautiva

se ha casado el Gran Señor,

y consiéntele su amor

que en su ley cristiana viva,

y que se vista y se trate 1670

como cristiana, a su gusto.

Cristiano ¡Cielo pïadoso y justo!

Cadí ¿Hay tan grande disparate?

Moriré si no voy luego

a reñirle.

Vase el Cadí.

Rustán En vano irás, 1675

pues del amor [le] hallarás

del todo encendido en fuego.

Venid conmigo, y mirad

que seáis buen sastre.

Madrigal Señor,

yo sé que no le hay mejor 1680

en toda esta gran ciudad,

cautivo ni renegado;

y, para prueba de aquesto,

séaos, señor, manifiesto

que yo soy aquel nombrado 1685

maestro del elefante;

y quien ha de hacer hablar

a una bestia, en el cortar

de vestir será elegante.

Rustán Digo que tenéis razón; 1690

pero si otra no me dais,

desde aquí conmigo estáis

en contraria posesión.

Mas, con todo, os llevaré.

Venid.

Cristiano Señor, a esta parte, 1695

si quieres, quiero hablarte.

Rustán Decid, que os escucharé.

Cristiano Para mí es averiguada

cosa, por más de un indicio,

que éste sabe del oficio 1700

de sastre muy poco o nada.

Yo soy sastre de la Corte,

y de España, por lo menos,

y en ella de los más buenos,

de mejor medida y corte; 1705

soy, en fin, de damas sastre,

y he venido al cautiverio

quizá no sin gran misterio,

y sin quizá, por desastre.

Llevadme: veréis quizá 1710

maravillas.

Rustán Está bien.

Venid vos, y vos también;

quizá alguno acertará.

Madrigal Amigo, ¿sois sastre?

Cristiano Sí.

Madrigal Pues yo a Judas me encomiendo 1715

si sé coser un remiendo.

Cristiano ¡Ved qué gentil tarasí!

Aunque pienso, con mi maña,

antes que a fuerza de brazos,

de sacar de aquí retazos 1720

que puedan llevarme a España.

Éntranse todos.

Entra la Sultana con un rosario en la mano, y el Gran Turco tras ella, escuchándola.



Sultana ¡Virgen, que el sol más bella;

Madre de Dios, que es toda tu alaban[z]a;

del mar del mundo estrella,

por quien el alma alcanza 1725

a ver de sus borrascas la bonanza!

En mi aflicción te invoco;

advierte, ¡oh gran Señora!, que me anego,

pues ya en las sirtes toco

del desvalido y ciego 1730

temor, a quien el alma ansiosa entrego.

La voluntad, que es mía

y la puedo guardar, ésa os ofrezco,

Santísima María;

mirad que desfallezco; 1735

dadme, Señora, el bien que no merezco.

¡Oh Gran Señor! ¿Aquí vienes?

Turco Reza, reza, Catalina,

que sin la ayuda divina

duran poco humanos bienes; 1740

y llama, que no me espanta,

antes me parece bien,

a tu Lela Marïén,

que entre nosotros es santa.

Sultana No hay generación alguna 1745

que no te bendiga, ¡oh Esposa

de tu Hijo!, ¡oh tan hermosa

que es fea ante ti la luna!

Turco Bien la pu[e]des alabar,

que nosotros la alabamos, 1750

y de ser Virgen la damos

la palma en primer lugar.

Entra Rustán, Madrigal y el viejo cautivo y Mamí.

Rustán Éstos son los tarasíes.

Madrigal Yo, señor, soy el que sabe

cuanto en el oficio cabe; 1755

los demás son baladíes.

Sultana Vestiréisme a la española.

Madrigal Eso haré de muy buen grado,

como se le dé recado

bastante a la chirinola. 1760

Sultana ¿Qué es chirinola?

Madrigal Un vestido

trazado por tal compás

que tan lindo por jamás

ninguna reina ha vestido;

trecientas varas de tela 1765

de oro y plata entran en él.

Sultana Pues, ¿quién podrá andar con él,

que no se agobie y se muela?

Madrigal Ha de ser, señora mía,

la falda postiza.

Cristiano ¡Bueno! 1770

Éste está de seso ajeno,

o se burla, o desvaría.

Amigo, muy mal te burlas,

y sabe, si no lo sabes,

que con personas tan graves 1775

nunca salen bien las burlas.

Yo os haré al modo de España

un vestido tal, que os cuadre.

Sultana Éste, sin duda, es mi padre,

si no es que la voz me engaña. 1780

Tomadme vos la medida,

buen hombre.

Cristiano ¡Fuera acertado

que se la hubieran tomado

ya los cielos a tu vida!

Sultana Sin duda, es él. ¿Qué haré? 1785

¡Puesta estoy en confusión!

Turco Libertad por galardón,

y gran riqueza os daré.

Vestídmela a la española,

con vestidos tan hermosos 1790

que admiren por lo costosos,

como ella admira por sola;

gastad las perlas de Oriente

y los diamantes indianos,

que hoy os colmaré las manos 1795

y el deseo fácilmente.

Véase mi Catalina

con el adorno que quiere,

puesto que en el que trujere

la tendré yo por divina. 1800

Es ídolo de mis ojos,

y, en el proprio o estranjero

adorno, adorarla quiero,

y entregarle mis despojos.

Cristiano Venid acá, buena alhaja; 1805

tomaros he la medida,

que fuera más bien medida

a ser de vuestra mortaja.

Madrigal Por la cintura comienza,

así es sastre como yo. 1810

Turco Cristiano amigo, eso no,

que algo toca en desvergüenza;

tanteadla desde fuera,

y no lleguéis a tocalla.

Cristiano. ¿Adónde, señor, se halla 1815

sastre que desa manera

haga su oficio? ¿No ves

que en el corte erraría

si no llevase por guía

la medida?

Turco Ello así es; 1820

mas, a poder escusarse,

tendríalo por mejor.

Cristiano De mis abrazos, señor,

no hay para qué recelarte,

que como de padre puede 1825

recebirlos la Sultana.

Sultana Ya mi sospecha está llana;

ya el miedo que tengo excede

a todos los de hasta aquí.

Turco Llegad, y haced vuestro oficio. 1830

Sultana No des, ¡oh buen padre!, indicio

de ser sino tarasí.

Estándole tomando la medida, dice el padre:

Cristiano ¡Pluguiera a Dios que estos lazos

que tus aseos preparan

fueran los que te llevaran 1835

a la fuesa entre mis brazos!

¡Pluguiera a Dios que en tu tierra

en humildad y bajeza

se cambiara la grandeza

que esta majestad encierra, 1840

y que estos ricos adornos

en burieles se trocaran,

y en España se gozaran

detrás de redes y tornos!

Sultana ¡No más, padre, que no puedo 1845

sufrir la reprehensión;

que me falta el corazón

y me desmayo de miedo!

Desmáyase la Sultana.

Turco ¿Qué es esto? ¿Qué desconcierto

es éste? ¿Qué desespero? 1850

Di, encantador, embustero:

¿hasla hechizado?, ¿hasla muerto?

Basilisco, di: ¿qué has hecho?

Espíritu malo, habla.

Cristiano Ella volverá a su habla. 1855

Haz que la aflojen el pecho,

báñenle con agua el rostro,

y verás cómo en sí vuelve.

Turco ¡La vida se le resuelve!

¡Empalad luego a ese monstro! 1860

¡Empalad aquél también!

¡Quitádmelos de delante!

Madrigal ¡Primero que el elefante

vengo a morir!

Mamí ¡Perro, ven!

Cristiano Yo soy el padre, sin duda, 1865

de la Sultana, que vive.

Mamí De mentiras se apercibe

el que la verdad no ayuda.

Venid, venid, embusteros,

españoles y arrogantes. 1870

Madrigal ¡Oh flor de los elefantes!,

hoy hago estanco en el veros.

Llevan Mamí y Rustán por fuerza al padre de la Sultana y a Madrigal; queda en el teatro el Gran Turco y la Sultana, desmayada.

Turco ¡Sobre mis hombros vendrás,

cielo deste pobre Atlante,

en males sin semejante, 1875

si vos en vos no volvéis!

Llévala.









JORNADA TERCERA




Salen Rustán y Mamí.

Mamí A no volver tan presto

del grave parasismo,

la Sultana quedara

sin padre, y sin maestro el elefante. 1880

Volvió, y a voces dijo:

``¿Qué es de mi padre? ¡Ay triste!

¿Adónde está mi padre?'',

buscándole por todo con la vista.

Sin esperar respuestas 1885

de preguntas tardías,

el gran señor mandóme

que acudiese a quitar del palo o fuego

a los dos tarasíes,

certísimo adivino 1890

que el más anciano era

de su querida prenda el padre amado.

Corrí, llegué, y hallélos

a tiempo que ya estaba

aguzando el verdugo 1895

las puntas de los palos del suplicio.

El español maestro,

apenas se vio libre,

cuando, dando dos brincos,

dijo: ``¡Gracias a Dios y a mi dicípulo!''; 1900

creyendo, a lo que creo,

que le daban la vida

porque él el habla diese

que tiene prometida al elefante.

Al padre anciano truje 1905

ante la Gran Sultana,

que con abrazos tiernos

le recibió, besándole mil veces.

Allí se dieron cuenta,

aunque en razones cortas, 1910

de mil sucesos varios

al padre y a la hija acontecidos.

Finalmente, mandóme

el Gran Señor que hiciese

cómo en la judería 1915

se alojase su suegro.

Ordena que le sirvan

a la cristiana usanza,

con pompa y aparato

que dé fe de su amor y su grandeza. 1920

Rustán ¡Estraño caso es éste!

Ámala tiernamente;

su voluntad se rige

por la de la cristiana.

Al gran cadí no quiso 1925

escuchar, sospechoso

que con reprehensiones

pesadas sus intentos afearía.

Quiere de aquí a dos días

con ella y sus cautivas 1930

holgarse en el serrallo

con bailes y con danzas cristianiscas.

Músicos he buscado,

cautivos y españoles,

que alegres solenicen 1935

la fiesta, en el serrallo jamás vista.

¿Haré que vayan limpios

y vestidos de nuevo?

Mamí Sí, pero como esclavos.

Rustán A dar lugar el tiempo, mejor fuera 1940

que fueran como libres,

con plumas y con galas,

representando al vivo

los saraos que en España se acostumbran.

Mamí No te metas en eso, 1945

pues ves que no es posible.

Rustán Ya la Sultana tiene

un vestido español.

Mamí ¿Y quién le hizo?

[Rustán] Un judío le trujo

de Argel, a do llegaron 1950

dos galeras de corso,

colmas de barcas, fuertes de despojos,

y allí compró el judío

el vestido que he dicho.

Mamí Será indecencia grande 1955

vestirse una sultana ropa ajena.

Rustán Tiene tanto deseo

de verse sin el traje

turquesco, que imagino

que de jerga y sayal se vestiría, 1960

como el vestido fuese

cortado a lo cristiano.

Mamí A mí, mas que se vista

de hojas de palmitos o lampazos.

Rustán Mamí, vete en buen hora, 1965

porque he de hacer mil cosas.

Mamí Y yo dos mil y tantas

en el servicio del señor Oviedo.

Éntranse.

Salen la Sultana y su padre, vestido de negro.

Padre Hija, por más que me arguyas,

no puedo darme a entender 1970

sino que has venido a ser

lo que eres por culpas tuyas;

quiero decir, por tu gusto:

que, a tenerle más cristiano,

no gozara este tirano 1975

de gusto que es tan injusto.

¿Qué señales de cordeles

descubren tus pies y brazos?

¿Qué ataduras o qué lazos

fueron para ti crüeles? 1980

De tu propia voluntad

te has rendido, convencida

desta licenciosa vida,

desta pompa y majestad.

Sultana Si yo de consentimiento 1985

pacífico he convenido

con el deste descreído,

ministro de mi tormento,

todo el Cielo me destruya,

y, atenta a mi perdición, 1990

se me vuelva en maldición,

padre, la bendición tuya.

Mil veces determiné

antes morir que agradalle;

mil veces, para enojalle, 1995

sus halagos desprecié;

pero todo mi desprecio,

mis desdenes y arrogancia

fueron medio y circustancia

para tenerme en más precio. 2000

Con mi celo le encendía,

con mi desdén le llamaba,

con mi altivez le acercaba

a mí cuando más huía.

Finalmente, por quedarme 2005

con el nombre de cristiana,

antes que por ser sultana,

medrosa vine a entregarme.

Padre Has de advertir en tu mal,

y sé que lo advertirás, 2010

que, por lo menos, estás,

hija, en pecado mortal.

Mira el estado que tienes,

y mira cómo te vales,

porque está lleno de males, 2015

aunque parece de bienes.

Sultana Pues sabrás aconsejarme,

dime, mas es disparate:

¿será justo que me mate,

ya que no quieren matarme? 2020

¿Tengo de morir a fuerza

de mí misma? Si no quiere

Él que viva, ¿me requiere

matarme por gusto o fuerza?

Padre Es la desesperación 2025

pecado tan malo y feo,

que ninguno, según creo,

le hace comparación.

El matarse es cobardía

y es poner tasa a la mano 2030

liberal del Soberano

Bien que nos sustenta y cría.

Esta gran verdad se ha visto

donde no puede dudarse:

que más pecó en ahorcarse 2035

Judas que en vender a Cristo.

Sultana Mártir soy en el deseo,

y, aunque por agora duerma

la carne frágil y enferma

en este maldito empleo, 2040

espero en la luz que guía

al cielo al más pecador,

que ha de dar su resplandor

en mi tiniebla algún día;

y desta cautividad, 2045

adonde reino ofendida,

me llevará arrepentida

a la eterna libertad.

Padre Esperar y no temer

es lo que he de aconsejar, 2050

pues no se puede abreviar

de Dios el sumo poder.

En su confianza atino,

y no en mal discurso pinto

deste ciego laberinto 2055

a la salida el camino;

pero si fuera por muerte,

no la huyas, está firme.

Sultana Mis propósitos confirme

el cielo en mi triste suerte, 2060

para que, poniendo el pecho

al rigor jamás pensado,

Él quede de mí pagado

y vos, padre, satisfecho.

Y voyme, porque esta tarde 2065

tengo mucho en que entender;

que el Gran Señor quiere hacer

de mis donaires alarde.

Si os queréis hallar allí,

padre, en vuestra mano está. 2070

Padre ¿Cómo hallarse allí podrá

quien está perdido aquí?

Guardarás de honestidad

el decoro en tus placeres,

y haz aquello que supieres 2075

alegre y con brevedad;

da indicios de bien criada

y bien nacida.

Sultana Sí haré,

puesto que sé que no s[é]

de gracias algo, ni aun nada. 2080

Padre ¡Téngate Dios de su mano!

¡Ve con él, prenda querida,

malcontenta y bien servida;

yo, triste y alegre en vano!

Éntranse, y la Sultana se ha de vestir a lo cristiano, lo más bizarramente que pudiere.

Salen los dos músicos, y Madrigal con ellos, como cautivos, con sus almillas coloradas, calzones de lienzo blanco, borceguíes negros, todo nuevo, con vueltas sin lechuguillas. Madrigal traiga unas sonajas, y los demás sus guitarras. Señálanse los músicos primero y segundo.

[Músico] Otro es esto que estar al pie del palo, 2085

esperando la burla que os tenía

algo de mal talante.

Madrigal ¡Por San Cristo,

que estaba algo mohíno! Media entena

habían preparado y puesto a punto

para ser asador de mis redaños. 2090

[Músico] ¿Quién os metió a ser sastre?

Madrigal El que nos mete

agora a todos tres a ser poetas,

músicos y danzantes y bailistas:

el diablo, a lo que creo, y no otro alguno.

[Músico] A no volver en sí la Gran Sultana 2095

tan presto, ¡cuál quedábades, bodega!

Madrigal Como conejo asado, y no en parrillas.

¡Mirad este tirano!

[Músico] Hablad pasito.

¡Mala Pascua os dé Dios! ¿No se os acuerda

de aquel refrán que dicen comúnmente 2100

que las paredes oyen?

Madrigal Hablo paso,

y digo...

[Músico] ¿Qué decís? No digáis nada.

Madrigal Digo que el Gran Señor tiene sus ímpetus,

como otro cualquier rey de su tamaño,

y temo que a cualquiera zancadilla 2105

que demos en la danza ha de pringarnos.

[Músico] ¿Y sabéis vos danzar?

Madrigal Como una mula;

pero tengo un romance correntío,

que le pienso cantar a la loquesca,

que trata ad longum todo el gran suceso 2110

de la grande sultana Catalina.

[Músico] ¿Cómo lo sabéis vos?

Madrigal Su mismo padre

me lo ha contado todo ad pedem litere.

[Músico] ¿Qué cantaremos más?

Madrigal Mil zarabandas,

mil zambapalos lindos, mil chaconas, 2115

y mil pésame dello, y mil folías.

[Músico] ¿Quién las ha de bailar?

Madrigal La Gran Sultana.

[Músico] Imposible es que sepa baile alguno,

porque de edad pequeña, según dicen,

perdió la libertad.

Madrigal Mirad, Capacho, 2120

no hay mujer española que no salga

del vientre de su madre bailadora.

[Músico] Ésa es razón que no la contradigo;

pero dudo en que baile la Sultana

por guardar el decoro a su persona. 2125

[Músico] También danzan las reinas en saraos.

Madrigal Verdad; y a solas mil desenvolturas,

guardando honestidad, hacen las damas.

[Músico] Si nos hubieran dado algún espacio

para poder juntarnos y acordarnos, 2130

trazáramos quizá una danza alegre,

cantada a la manera que se usa

en las comedias que yo vi en España;

y aun Alonso Martínez, que Dios haya,

fue el primer inventor de aquestos bailes, 2135

que entretienen y alegran juntamente,

más que entretiene un entremés [de] hambriento,

ladrón o apaleado.

[Músico] Verdad llana.

Madrigal Desta vez nos empalan; désta vamos

a ser manjar de atunes y de tencas. 2140

[Músico] Madrigal, ésa es mucha cobardía;

mentiroso adivino siempre seas.

Entra Rustán.

Rustán Amigos, ¿estáis todos?

Madrigal Todos juntos,

como nos ves, con nuestros instrumentos;

pero todos con miedo tal, que temo 2145

que habemos de oler mal desde aquí a poco.

Rustán Limpios y bien vestidos vais, de nuevo;

no temáis, y venid, que ya os espera

el Gran Señor.

Madrigal [Yo] juro a mi pecado

que voy.

¡Dios sea en mi ánima!

[Músico] No temas, 2150

que nos haces temer sin cosa alguna,

y ayuda a los osados la Fortuna.

Éntranse.

Sale Mamí a poner un estrado, con otros dos o tres garzones; tienden una alfombra turca, con cinco o seis almohadas de terciopelo de color.

Mamí Tira más desa parte, Muza, tira;

entra por los cojines tú, Arnaute;

y tú, Bairán, ten cuenta que las flores 2155

se esparzan por do el Gran Señor pisare,

y enciende los pebetes. ¡Ea, acabemos!

Hácese todo esto sin responder los garzones, y, en estando puesto el estrado, entra el Gran Turco, Rustán y los músicos y Madrigal.

Turco ¿Sois español[es], por ventura?

Madrigal Somos.

Turco ¿De Aragón o andaluces?

Madrigal Castellanos.

Turco ¿Soldados, o oficiales?

Madrigal Oficiales. 2160

Turco ¿Qué oficio tenéis vos?

Madrigal ¿Yo? Pregonero.

Turco Y éste, ¿qué oficio tiene?

Madrigal Guitarrista:

quiero decir que tañe una guitarra

peor ochenta veces que su madre.

Turco ¿Qué habilidad esotro tiene?

Madrigal Grande: 2165

costales cose, y sabe cortar guantes.

Turco ¡Por cierto, los oficios son de estima!

Madrigal ¿Quisieras tú, señor, que el uno fuera

herrero, y maestro de hacha fuera el otro,

y el otro polvorista, o, por lo menos, 2170

maestro de fundar artillería?

Turco A serlo, os estimara y regalara

sobre cuantos cautivos tengo.

Madrigal Bueno;

en humo se nos fuera la esperanza

de tener libertad.

Turco Cuando Alá gusta, 2175

hace cautivo aquél, y aquéste libre:

no hay al querer de Alá quien se le oponga.

Mirad si viene Catalina.

Rustán Viene,

y adonde pone la hermosa planta

un clavel o azucena se levanta. 2180

Entra la Sultana, vestida a lo cristiano, como ya he dicho, lo más ricamente que pudiere; trae al cuello una cruz pequeña de ébano; salen con ella Zaida y Zelinda, que son Clara y Lamberto, y los tres garzones que pusieron el estrado.

Turco Bien vengas, humana diosa,

con verdad, y no opinión;

más que los cielos hermosa,

centro do mi corazón

se alegra, vive y reposa; 2185

a mis ojos más lozana

que de abril fresca mañana,

cuando, en brazos de la aurora,

pule, esmalta, borda y dora

el campo y al mundo ufana. 2190

No es menester mudar traje

para que os rinda, contento,

todo el orbe vasallaje.

Sultana Tantas alabanzas siento

que me han de servir de ultraje, 2195

pues siempre la adulación

nunca dice la razón

como en el alma se siente,

y así, cuando alaba, miente.

Madrigal A un mentís, un bofetón. 2200

[Músico] 2º Madrigal amigo, advierte

dónde estamos; no granjees

con tu lengua nuestra muerte.

Turco Puede el valor que posees

sobre el cielo engrandecerte. 2205

Ven, señora, y toma asiento,

que hoy mi alma tiene intento,

dulce fin de mis enojos,

de hacerse toda ojos

por mirarte a su contento. 2210

Siéntese el Turco y la Sultana en las almohadas; quedan en pie Rustán y Mamí y los músicos.

Mamí A la puerta está el cadí.

Turco Ábrele, y entre, Mamí,

pues no hay negarle la entrada.

Esta visita me enfada,

y más por hacerse aquí. 2215

Vendráme a reprehender,

a reñir y a exagerar

que tengo en mi proceder,

como altivez en mandar,

llaneza en obedecer. 2220

Inútil reprehensor

ha de ser, porque el Amor,

cuyas hazañas alabo,

teniéndome por su esclavo

no me deja ser señor. 2225

Entra el Cadí.

Cadí ¿Qué es lo que veo? ¡Ay de mí!

¡Cielo, que esto consintáis!

Turco ¡Por vida del gran cadí,

que no me reprehendáis,

y que os sentéis junto a mí! 2230

Porque las reprehensiones

piden lugar y ocasiones

diferentes que éstas son.

Cadí Enmudezca mi razón

el silencio que me pones. 2235

Callo y siéntome.

Turco Ansí haced.

Vosotros, como he pedido,

a darme gusto atended;

que yo sabré, agradecido,

hacer a todos merced. 2240

Madrigal Antes de llegar al trance

del baile nunca aprendido,

oye, señor, un romance.

Músico ¡Plega a Dios que este perdido

no nos pierda en este lance! 2245

Madrigal Y has de saber que es la historia

de la vida de tu gloria;

y cantaréle muy presto,

porque soy único en esto,

y lo sé bien de memoria. 2250

«En un bajel de diez bancos,

de Málaga, y en ivierno,

se embarcó para ir a Orán

un tal Fulano de Oviedo,

hidalgo, pero no rico: 2255

maldición del siglo nuestro,

que parece que el ser pobre

al ser hidalgo es anejo.

Su mujer y una hija suya,

niña, y hermosa en estremo, 2260

por convenirles ansí,

también con él se partieron.

El mar les aseguraba

el tiempo, por ser de enero,

sazón en que los cosarios 2265

se recogen en sus puertos;

pero como las desgracias

navegan con todos vientos,

una les vino tan mala,

que la libertad perdieron. 2270

Morato Arráez, que no duerme

por desvelar nuestro sueño,

en aquella travesía

alcanzó al bajel ligero;

hizo escala en Tetuán 2275

y a la niña vendió luego

a un famoso y rico moro,

cuyo nombre es Alí Izquierdo.

La madre murió de pena;

al padre a Argel le trujeron, 2280

adonde sus muchos años

le escusaron de ir al remo.

Cuatro años eran pasados,

cuando Morato, volviendo

a Tetuán, vio a la niña 2285

más hermosa que el sol mismo.

Compróla de su patrón,

cuatrodoblándole el precio

que había dado por ella

a Alí, comprador primero, 2290

el cual le dijo a Morato:

``De buena gana la vendo,

pues no la puedo hacer mora

por dádivas ni por ruegos.

Diez años tiene apenas; 2295

mas tal discreción en ellos,

que no les hacen ventaja

los maduros de los viejos.

Es gloria de su nación

y de fortaleza ejemplo; 2300

tanto más cuanto es más sola,

y de humilde y frágil sexo''.

Con la compra el gran cosario

sobremanera contento,

se vino a Constantinopla, 2305

creo el año de seiscientos;

presentóla al Gran Señor,

mozo entonces, el cual luego

del serrallo a los eunucos

hizo el estremado entrego. 2310

En Zoraida el Catalina,

su dulce nombre, quisieron

trocarle; mas nunca quiso,

ni el sobrenombre de Oviedo.

Viola al fin el Gran Señor, 2315

después de varios sucesos,

y, cual si mirara al sol,

quedó sin vida y suspenso;

ofrecióle el mayorazgo

de sus estendidos reinos, 2320

y diole el alma en señal...»

Turco ¡Qué gran verdad dice en esto!

Madrigal «Consiéntale ser cristiana...»

Cadí ¡Estraño consentimiento!

Turco Calla, amigo; no me turbes, 2325

que estoy mis dichas oyendo.

Madrigal «Cómo no la halló su padre,

contar aquí no pretendo:

que serán cuentos muy largos,

si he de abreviar este cuento; 2330

basta que vino a buscalla

por discursos y rodeos

dignos de más larga historia

y de otra sazón y tiempo.

Hoy Catalina es Sultana, 2335

hoy reina, hoy vive y hoy vemos

que del león otomano

pisa el indomable cuello;

hoy le rinde y avasalla,

y, con no vistos estremos, 2340

hace bien a los cristianos.

Y esto sé deste suceso.»

Músico ¡Oh repentino poeta!

El rubio señor de Delo,

de su agua de Aganipe 2345

te dé a beber un caldero.

Músico Paladéente las musas

con jamón y vino añejo

de Rute y Ciudarrëal.

Madrigal Con San Martín me contento. 2350

Cadí ¡El diablo es este cristiano!

Yo le conozco, y sé cierto

que sabe más que Mahoma.

Turco Hacerles mercedes pienso.

Madrigal Tú, señora, a nuestra usanza 2355

ven, que has de ser de una danza

la primera y la postrera.

Sultana El gusto desa manera

del Gran Señor no se alcanza;

que, como la libertad 2360

perdí tan niña, no sé

bailes de curiosidad.

Madrigal Yo, señora, os guiaré.

Sultana En buen hora comenzad.

Levántase la Sultana a bailar, y ensáyase este baile bien.

Cantan los músicos:

[Músicos] A vos, hermosa española, 2365

tan rendida el alma tengo,

que no miro por mi gusto

por mirar al gusto vuestro;

por vos ufano y gozoso

a tales estremos vengo, 2370

que precio ser vuestro esclavo

más que mandar mil imperios;

por vos, con discurso claro,

puesto que puedo, no quiero

admitir reprehensiones 2375

ni escuchar graves consejos;

por vos, contra mi Profeta,

que me manda en sus preceptos

que aborrezca a los cristianos,

por vos, no los aborrezco; 2380

con vos, niña de mis ojos,

todas mis venturas veo,

y sé que, sin duda alguna,

por vos vivo y por vos muero.

Muda el baile.

Escuchaba la niña los dulces requiebros, 2385

y está de su alma su gusto lejos.

Como tiene intento

de guardar su ley,

requiebros del rey

no le dan contento. 2390

Vuelve el pensamiento

a parte mejor,

sin que torpe amor

le turbe el sosiego.

Y está de su alma su gusto lejos. 2395

Su donaire y brío

estremos contienen

que del Turco tienen

preso el albedrío.

Arde con su frío, 2400

su valor le asombra,

y adora su sombra,

puesto que vee cierto

que está de su alma su gusto lejos.

Turco Paso, bien mío, no más, 2405

porque me llevas el alma

tras cada paso que das.

Déte el donaire la palma,

la ligereza y compás.

Alma mía, sosegad, 2410

y si os cansáis, descansad;

y en este dichoso día

la liberal mano mía

a todos da libertad.

Híncanse delante del Turco, en diciendo esto, todos de rodillas: los cautivos, y Zaida y Zelinda, los garzones y la Sultana.

Sultana ¡Mil veces los pies te beso! 2415

Zelinda ¡Éste ha sido para mí

felicísimo suceso!

Turco Catalina, ¿estás en ti?

Sultana No, señor, yo lo confieso:

que con la grande alegría 2420

de la suma cortesía

que has con nosotros usado,

tengo el sentido turbado.

Turco Levanta, señora mía,

que a ti no te comprehende 2425

la merced que quise hacer;

y, si la queréis saber,

a los esclavos se estiende,

y no a ti, que eres señora

de mi alma, a quien adora 2430

como si fueses su Alá.

Zelinda ¡Cerróseme el cielo ya!

¡Llegó de mi fin la hora!

No sé, Clara, qué temores

de nuevo me pronostican 2435

el fin de nuestros amores,

y que ha de ser significan

nuevo ejemplo de amadores.

Creí que la libertad

que la liberalidad 2440

del Gran Señor prometía,

a nosotros se estendía,

mas no ha salido verdad.

Zaida Calla, y mira que no des

indicio de la sospecha, 2445

que me contarás después.

Cadí ¿De la merced tan bien hecha

no han de gozar estos tres?

Turco Los dos, sí; pero éste no,

que es aquel que se ofreció 2450

de mostrar al elefante

a hablar turquesco elegante.

Madrigal ¡Cuerpo de quien me parió!

¿Ahí llegamos ahora?

Turco Enséñele, y llegará 2455

de su libertad la hora.

Madrigal Hora menguada será,

si Andrea no la mejora.

Pondré pies en polvorosa;

tomaré de Villadiego 2460

las calzas.

Cadí Es tan hermosa

Catalina, que no niego

ser su suerte venturosa.

Pero, entre estos regocijos,

atiende, hijo, a hacer hijos, 2465

y en más de una tierra siembra.

Turco Catalina es bella hembra.

Cadí Y tus deseos prolijos.

Turco ¿Cómo prolijos, si están

a sólo un objeto atentos? 2470

Cadí Los sucesos lo dirán.

Turco Con todo, tus documentos

por mí en obra se pondrán.

Escucha aparte, Mamí.

Madrigal Y escuche, señor cadí, 2475

cosas que le importan mucho.

Cadí Ya, Madrigal, os escucho.

Madrigal Pues ya hablo, y digo ansí:

que me vengan luego a ver

treinta escudos, que han de ser 2480

para comprar al instante

un papagayo elegante

que un indio trae a vender.

De las Indias del Poniente,

el pájaro sin segundo 2485

viene a enseñar suficiente

a la ignorante del mundo

sabia y rica y pobre gente.

Lo que dice te diré,

pues ya sabes que lo sé 2490

por ciencia divina y alta.

Cadí Ve por ellos, que sin falta

en mi casa los daré.

Turco Mamí, mira que sea luego,

porque he de volver al punto. 2495

Venid, yesca de mi fuego,

divino y propio trasunto

de la madre del dios ciego.

Venid vosotros, gozad

de la alegre libertad 2500

que he concedido a los dos.

Músico 2º ¡Concédate el alto Dios

siglos de felicidad!

Madrigal Dicípulo, ¿dónde hallaste

una paga tan perdida 2505

del gran bien que en mí cobraste?

Que si me diste la vida,

la libertad me quitaste.

Desto infiero, juzgo y siento

que no hay bien sin su descuento, 2510

ni mal que algún bien no espere,

si no es el mal del que muere

y va al eterno tormento.

Vanse todos, si no es Mamí y Rustán, que quedan.

Mamí ¿Qué piensas que me quería

el Gran Sultán?

Rustán No sé cierto; 2515

pero saberlo querría.

Mamí Él tiene, y en ello acierto,

voluble la fantasía.

Quiere renovar su fuego

y volver al dulce fuego 2520

de sus pasados placeres;

quiere ver a sus mujeres,

y no tarde, sino luego.

Cuadróle mucho el consejo

del gran cadí, que le dijo, 2525

como astuto, sabio y viejo:

``Hijo, hasta hacer un hijo

que sembréis os aconsejo

en una y en otra tierra:

que si ésta no, aquélla encierra 2530

alegre fertilidad''.

Rustán Fundado en esa verdad,

Amurates poco yerra.

Poco agravia a la Sultana,

pues por tener heredero 2535

cualquier agravio se allana.

Madrigal Y aun es mejor, considero,

no haberle en una cristiana

de cuantas cautivas tiene.

¿Quién es ésta que aquí viene? 2540

Rustán Dos son.

Mamí Estas dos serán

las que principio darán

al alarde.

Rustán Así conviene,

que son en estremo bellas.

Entran Clara y Lamberto; y, como se ha dicho, son Zaida y Zelinda.

Zelinda No puedo de mis querellas 2545

darte cuenta, que aún aquí

se están Rustán y Mamí.

Zaida Pon silencio, amigo, en ellas.

Mamí Cada cual de vosotras pida al cielo

que la suerte le sea favorable 2550

en que Sultán la mire y le contente.

Zelinda ¿Pues cómo? ¿El Gran Señor vuelve a su usanza?

Rustán Y en este punto se ha de hacer alarde

de todas sus cautivas.

Zaida ¿Cómo es esto?

¿Tan presto se le fue de la memoria 2555

la singular belleza que adoraba?

El suyo no es amor, sino apetito.

Rustán Busca dónde hacer un heredero,

y sea en quien se fuere; ésta es la causa

de mostrarse inconstante en sus amores. 2560

Mamí ¿Dónde pondré a Zelinda que la mire?

Que t[i]ene parecer de ser fecunda.

¿Será bien al principio?

Zelinda ¡Ni por pienso!

Remate sean de la hermosa lista

Zaida y Zelinda.

Mamí Sean en buen hora, 2565

pues que dello gustáis.

Rustán Mira, Zelinda:

da rostro al Gran Señor; muéstrale el vivo

varonil resplandor de tus dos soles:

quizá te escogerá, y serás dichosa

dándole el mayorazgo que desea. 2570

Aquí será el remate de la cuenta.

Quedaos en tanto que a las otras pongo

en numerosa lista.

Zaida Yo obedezco.

Zelinda Y yo que aquí nos pongas te agradezco.

Vanse Mamí y Rustán.

Zelinda ¡Ahora sí que es llegada 2575

la infelicísima hora,

antes de venir, menguada!

¿Qué habemos de hacer, señora,

yo varón y tú preñada?

Que si Amurates repara 2580

en esa tu hermosa cara,

escogeráte, sin duda:

y no hay prevención que acuda

a desventura tan clara.

Y si, por desdicha, fuese 2585

tan desdichada mi suerte

que el Gran Señor me escogiese...

Zaida Veréme en el de mi muerte,

si en ese paso te viese.

Zelinda ¿No será bien afearnos 2590

los rostros?

Zaida Será obligarnos

a dar razón del mal hecho,

y será tan sin provecho

que ella sea en condenarnos.

Zelinda Mira qué prisa se dan 2595

el renegado Mamí

y el mal cristiano Rustán.

Ya las cautivas aquí

llegan: ya todas están;

yo seguro, si las cuentas, 2600

que hallarás más de docientas.

Zaida Y todas, a lo que creo,

con diferente deseo

del nuestro, pero contentas.

¡Oh, qué de paso que pasa 2605

por todas el Gran Señor!

A más de la mitad pasa.

Zelinda Clara, un helado temor

el corazón me traspasa.

¡Plegue a Dios que, antes que llegue, 2610

el cielo a la tierra pegue

sus pies!

Zaida Quizá escogerá

primero que llegue acá.

Zelinda Y si llegare, ¡que ciegue!

Entra el Gran Turco, Mamí y Rustán.

Turco De cuantas quedan atrás 2615

no me contenta ninguna.

Mamí, no me muestres más.

Mamí Pues entre estas dos hay una

en quien te satisfarás.

Rustán Alzad, que aquí la vergüenza 2620

no conviene que os convenza;

alzad el rostro las dos.

Turco ¡Catalina, como vos,

no hay ninguna que me venza!

Mas, pues lo quiere el cadí, 2625

y ello me conviene tanto,

ésta me trairéis, Mamí.

Échale un pañizuelo el Turco a Zelinda y vase.

Rustán ¿Tú solenizas con llanto

la dicha de estotra?

Zaida Sí;

porque quisiera yo ser 2630

la que alcanzara tener

tal dicha.

Mamí Zelinda, vamos.

Rustán Sola y triste te dejamos.

Zaida ¡Tengo envidia, y soy mujer!

Vanse Rustán y Mamí, y llevan a Zelinda, que es Lamberto.

¡Oh mi dulce amor primero! 2635

¿Adónde vas? ¿Quién te lleva

a la más estraña prueba

que hizo amante verdadero?

Esta triste despedida

bien claro me da a entender 2640

que, por tu sobra, ha de ser

mi falta más conocida.

¿Qué remedio habrá que cuadre

en tan grande confusión,

si eres, Lamberto, varón, 2645

y te quieren para madre?

¡Ay de mí, que de la culpa

de nuestro justo deseo,

por ninguna suerte veo

ni remedio ni disculpa! 2650

Sale la Sultana.

Sultana Zaida, ¿qué has?

Zaida Mi señora,

no alcanzo cómo te diga

el dolor que [en] mi alma mora:

Zelinda, aquella mi amiga

que estaba conmigo ahora, 2655

al Gran Señor le han llevado.

Sultana ¿Pues eso te da cuidado?

¿No va a mejorar ventura?

Zaida Llévanla a la sepultura;

que es varón y desdichado. 2660

Ambos a dos nos quisimos

desde nuestros años tiernos,

y ambos somos transilvanos,

de una patria y barrio mismo.

Cautivé yo por desgracia, 2665

que ahora no te la cuento

porque el tiempo no se gaste

sin pensar en mi remedio;

él supo con nueva cierta

el fin de mi cautiverio, 2670

que fue traerme al serrallo,

sepulcro de mis deseos,

y los suyos de tal suerte

le apretaron y rindieron,

que se dejó cautivar 2675

con un discurso discreto.

Vistióse como mujer,

cuya hermosura al momento

hizo venderla al Gran Turco

sin conocerla su dueño. 2680

Con este designio estraño

salió con su intento Alberto,

que éste es el nombre del triste

por quien muero y por quien peno.

Conocióme y conocíle, 2685

y destos conocimientos

he quedado yo preñada;

que lo estoy, y estoy muriendo.

Mira, hermosa Catalina,

que con este nombre entiendo 2690

que te alegras: ¿qué he de hacer

en mal de tales estremos?

Ya estará en poder del Turco

el desdichado mancebo,

enamorado atrevido, 2695

más constante que no cuerdo;

ya me parece que escucho

que vuelve Mamí diciendo:

``Zaida, ya de tus amores

se sabe todo el suceso. 2700

¡Dispónte a morir, traidora,

que para ti queda el fuego

encendido, y puesto el gancho

para enganchar a Lamberto!''

Sultana Ven conmigo, Zaida hermosa, 2705

y ten ánima, que espero,

en la gran bondad de Dios,

salir bien de aqueste estrecho.

Éntranse las dos.

Sale el Gran Turco, y trae asido del cuello a Lamberto, con una daga desenvainada; sale con el Cadí y Mamí.

Turco ¡A mí el ser verdugo toca

de tan infame maldad! 2710

Alberto Tiempla la celeridad

que aun tu grandeza apoca;

déjame hablar, y dame

después la muerte que gustes.

Turco No podrás con tus embustes 2715

que tu sangre no derrame.

Cadí Justo es escuchar al reo:

Amurates, óyele.

Turco Diga, que yo escucharé.

Mamí Que se disculpe deseo. 2720

Alberto Siendo niña, a un varón sabio

oí decir las excelencias

y mejoras que tenía

el hombre más que la hembra;

desde allí me aficioné 2725

a ser varón, de manera

que le pedí esta merced

al Cielo con asistencia.

Cristiana me la negó,

y mora no me la niega 2730

Mahoma, a quien hoy gimiendo,

con lágrimas y ternezas,

con fervorosos deseos,

con votos y con promesas,

con ruegos y con suspiros 2735

que a una roca enternecieran,

desde el serrallo hasta aquí,

en silencio y con inmensa

eficacia, le he pedido

me hiciese merced tan nueva. 2740

Acudió a mis ruegos tiernos,

enternecido, el Profeta,

y en un instante volvióme

en fuerte varón de hembra;

y si por tales milagros 2745

se merece alguna pena,

vuelva el Profeta por mí,

y por mi inocencia vuelva.

Turco ¿Puede ser esto, cadí?

Cadí Y sin milagro, que es más. 2750

Turco Ni tal vi, ni tal oí.

Cadí El cómo es esto sabrás,

cuando quisieres, de mí,

y la razón te dijera

ahora si no viniera 2755

la Sultana, que allí veo.

Turco Y enojada, a lo que creo.

Alberto ¡Mi desesperar espera!

Entra la Sultana y Zaida.

Sultana ¡Cuán fácilmente y cuán presto

has hecho con esta prueba 2760

tu tibio amor manifiesto!

¡Cuán presto el gusto te lleva

tras el que es más descompuesto!

Si es que estás arrepentido

de haberme, señor, subido 2765

desde mi humilde bajeza

a la cumbre de tu alteza,

déjame, ponme en olvido.

Bien, cuitada, yo temía

que estas dos habían de ser 2770

azares de mi alegría;

bien temí que había de ver

este punto y este día.

Pero, en medio de mi daño,

doy gracias al desengaño, 2775

y, porque yo no perezca,

no ha dejado que más crezca

tu sabroso y dulce engaño.

Échalas de ti, señor,

y del serrallo al momento: 2780

que bien merece mi amor

que me des este contento

y asegures mi temor.

Todos mis placeres fundo

en pensar no harás segundo 2785

yerro en semejante cosa.

Turco Más precio verte celosa,

que mandar a todo el mundo,

si es que son los celos hijos

del Amor, según es fama, 2790

y, cuando no son prolijos,

aumentan de amor la llama,

la gloria y los regocijos.

Sultana Si por dejar herederos

este y otro desafueros 2795

haces, bien podré afirmar

que yo te los he de dar,

y que han de ser los primeros,

pues tres faltas tengo ya

de la ordinaria dolencia 2800

que a las mujeres les da.

Turco ¡Oh archivo do la prudencia

y la hermosura está!

Con la nueva que me has dado,

te prometo, a fe de moro 2805

bien nacido y bien criado,

de guardarte aquel decoro

que tú, mi bien, me has guardado;

que los cielos, en razón

de no dar más ocasión 2810

a los celos que has tenido,

a Zelinda han convertido,

como hemos visto, en varón.

Él lo dice, y es verdad,

y es milagro, y es ventura, 2815

y es señal de su bondad.

Sultana Y es un caso que asegura

sin temor nuestra amistad.

Y, pues tal milagro pasa,

con Zaida a Zelinda casa, 2820

y con lágrimas te ruego

los eches de casa luego;

no estén un punto en tu casa,

que no quiero ver visiones.

Zaida En duro estrecho me pones, 2825

que no quisiera casarme.

Sultana Podrá ser vengáis a darme

por esto mil bendiciones.

Hazles alguna merced,

que no los he de ver más. 2830

Turco Vos, señora, se la haced.

Rustán ¿Ha visto el mundo jamás

tal suceso?

Turco Disponed,

señora, a vuestro albedrío

de los dos.

Sultana Bajá de Xío, 2835

Zelinda o Zelindo es ya.

Turco ¿Cómo tan poco le da

tu gran poder, si es el mío?

Bajá de Rodas le hago,

y con esto satisfago 2840

a su valor sin segundo.

Alberto Déte sujeción el mundo,

y a ti el Cielo te dé el pago

de tus entrañas piadosas,

¡oh rosa puesta entre espinas 2845

para gloria de las rosas!

Turco Tú me fuerzas, no que inclinas,

a hacer magníficas cosas;

y así quiero, en alegrías

de las ciertas profecías 2850

que de tus partos me has dado,

que tenga el cadí cuidado

de hacer de las noches días;

infinitas luminarias

por las ventanas se pongan, 2855

y, con invenciones varias,

mis vasallos se dispongan

a fiestas extraordinarias;

renueven de los romanos

los santos y los profanos 2860

grandes y admirables juegos,

y también los de los griegos,

y otros, si hay más, soberanos.

Cadí Haráse como deseas,

y desta grande esperanza 2865

en la posesión te veas;

y tú con honesta usanza,

cual Raquel, fecunda seas.

Sultana Vosotros luego en camino

os poned, que determino 2870

no veros más, por no ver

ocasión que haya de ser

causa de otro desatino.

Alberto En dándome la patente,

me veré, señora mía, 2875

de tu alegre vista ausente,

y tu ingenio y cortesía

tendré continuo presente.

Zaida Y yo, hermosa Catalina,

por sin par y por divina 2880

tendré vuestra discreción.

Turco Justas alabanzas son

de su bondad peregrina.

Ven, cristiana de mis ojos,

que te quiero dar de nuevo 2885

de mi alma los despojos.

Sultana Dese modo, yo me llevo

la palma destos enojos;

porque las paces que hacen

amantes desavenidos 2890

alegran y satisfacen

sobremodo a los sentidos,

que enojados se deshacen.

Éntranse todos.

Salen Madrigal y Andrea.

Madrigal Veislos aquí, Andrea, y dichosísimo

seré si me ponéis en salvamento; 2895

porque no hay que esperar a los diez años

de aquella elefantil cátedra mía;

más vale que los ruegos de los buenos

el salto de la mata.

Andrea ¿No está claro?

Madrigal Los treinta de oro en oro son el precio 2900

de un papagayo indiano, único al mundo,

que no le falta sino hablar.

Andrea Si es mudo,

alabáisle muy bien.

Madrigal ¡Cadí ignorante!...

Andrea ¿Qué decís del cadí?

Madrigal Por el camino

te diré maravillas. Ven, que muero 2905

por verme ya en Madrid hacer corrillos

de gente que pregunte: ``¿Cómo es esto?

Diga, señor cautivo, por su vida:

¿es verdad que se llama la Sultana

que hoy reina en la Turquía, Catalina, 2910

y que es cristiana, y tiene don y todo,

y que es de Oviedo el sobrenombre suyo?''

¡Oh! ¡Qué de cosas les diré! Y aun pienso,

pues tengo ya el camino medio andado,

siendo poeta, hacerme comediante 2915

y componer la historia desta niña

sin discrepar de la verdad un punto,

representado el mismo personaje

allá que hago aquí. ¿Ya es barro, Andrea,

ver al mosqueterón tan boquiabierto, 2920

que trague moscas, y aun avispas trague,

sin echarlo de ver, sólo por verme?

Mas él se vengará quizá poniéndome

nombres que me amohínen y fastidien.

¡Adiós, Constantinopla famosísima! 2925

¡Pera y Permas, adiós! ¡Adiós, escala,

Chifutí y aun Guedí! ¡Adiós, hermoso

jardín de Visitax! ¡Adiós, gran templo

que de Santa Sofía sois llamado,

puesto que ya servís de gran mezquita! 2930

¡Tarazanas, adiós, que os lleve el diablo,

porque podéis al agua cada día

echar una galera fabricada

desde la quilla al tope de la gavia,

sin que le falte cosa necesaria 2935

a la navegación!

Andrea Mira que es hora,

Madrigal.

Madrigal Ya lo veo, y no me quedan

sino trecientas cosas a quien darles

el dulce adiós acostumbrado mío.

Andrea Vamos, que tanto adiós es desvarío. 2940

Vanse.

Salen Salec, el renegado, y Roberto (los dos primeros que comenzaron la comedia).

Salec Ella, sin duda, [es], según las señas

que me ha dado Rustán, aquel eunuco

que dije ser mi amigo.

Roberto No lo dudo;

que aquel volverse en hombre por milagro

fue industria de Lamberto, que es discreto. 2945

Salec Vamos a la gran corte, que podría

ser que saliese ya con la patente

de gran bajá de Rodas, como dicen

que el Gran Señor le ha hecho.

Roberto ¡Dios lo haga!

¡Oh si los viese yo primero, y antes 2950

que cerrase la muerte estos mis ojos!

Salec Vamos, y el cielo alegre tus enojos.

Éntranse.

Suenan las chirimías; comienzan a poner luminarias; salen los garzones del Turco por el tablado, corriendo con hachas y hachos encendidos, diciendo a voces: ``¡Viva la gran sultana doña Catalina de Oviedo! ¡Felice parto tenga, tenga parto felice!'' Salen luego Rustán y Mamí, y dicen a los garzones:

Rustán Alzad la voz, muchachos; viva a voces

la gran sultana doña Catalina,

gran sultana y cristiana, gloria y honra 2955

de sus pequeños y cristianos años,

honor de su nación y de su patria,

a quien Dios de tal modo sus deseos

encamine, por justos y por santos,

que de su libertad y su memoria 2960

se haga nueva y verdadera historia.

Tornan las chirimías y las voces de los garzones y dase fin.