1 - "Lo único imaginado y postizo de esta imagen son las figurillas del Caballero y el Escudero. Todo lo demás, cielo y tierra, montes y peñascos, está tomado del natural, en tal sitio, tal día y a tal hora. Ningún ilustrador del Quijote había tenido, antes de Mahn, un conocimiento tan probo y directo -a trescientos años de distancia- de los lugares donde Cervantes supuso la acción de su obra: esos lugares, literariamente sagrados, que están henchidos de quijotismo, como si en realidad de verdad los hubiesen hollado, con su pesadumbre humana, aquellos personajes que son meros fantasmas. Doré y Urrabieta Vierge, entre otros, los recorrieron también y supieron verlos admirablemente. Pero, tal vez, el moderno Mahn les aventaje aún, si no en grandeza, elocuencia, sabor y vivacidad de visión, siquiera en lo prosaico y cotidiano, y sobre todo, en la amplitud de aquellas inmensas y desoladas regiones. El libro de mahn es inapreciable para contemplar la atmósfera de la obra cervantina: la dilatación sin fin de la llanura manchega; la bravía y salvaje naturaleza de Sierra Morena; los diminutos y espaciados pueblos del campo de Montiel y del de Calatrava, o del priorato de San Juan; los últimos supervivientes de los molinos de antaño; las típicas tinajas toboseñas; la hoya de Montesinos, y las antiguas ventas y posadas..." (Givanel 328-330). |